Tiene 55 años y hace ya 4 que está en el paro. No os voy a hablar de las angustiosas jornadas que durante esos 4 años ha vivido en busca de otro empleo y dándose de bruces contra la pared, ni de las esperanzas perdidas y los momentos en que pensaba que tirar la toalla era su única opción.
Solo voy a contaros que hace 14 días, F. ha encontrado ¡por fin! un nuevo trabajo.
Ha sido tal la alegría, la emoción y la excitación que sintió ante la llamada, pensando que se volvía a integrar en la vida laboral, que se rompió por dentro.
Se sintió mal, muy mal, pero trató de respirar hondo y recobrar fuerzas... El dolor era tal que no podía hacerlo.
Aún así, pensó que no podía faltar el primer día a su nueva colocación. Tenía que acudir a ese puesto que no puede permitirse perder...
Y fue a trabajar.
Y al día siguiente, y al siguiente también. Y al otro, aunque en dos ocasiones se sintió tan indispuesto, que pensó que se moría.
Hoy, a F. le están operando en un quirófano para intentar recuperarle, ya que está en un estado terrible.
Durante 14 días ha acudido al trabajo sin falta, aún habiendo sufrido UN INFARTO Y DOS ANGINAS DE PECHO.
F. es un claro ejemplo de lo que está pasando en este país. A otros los han echado del trabajo por menos.
Querido F.: esperamos buenas noticias sobre tu estado, pero la rabia y el dolor me invaden al comprobar, de nuevo, la deshumanización de nuestra sociedad, que sigue inmersa, cada día un poco más, en el capitalismo más depredador que podía imaginarme.