jueves, 23 de enero de 2014

POTRO DE RABIA Y MIEL (Camarón de la Isla)







Nos quiso lo mejor que supo y pudo... Y eso es mucho.    



      Querida: te recuerdo continuamente, y en ciertos lugares, al mirar, te veo ahí, tan presente, tan tú misma siempre, que aún no acepto que ya has partido por la escalera que arranca en la Borromeo, hacia no sabemos dónde, pero de la mano de tantas y tantos ya...
   
    Mil anécdotas, vivencias, tantos esfuerzos, y tantos momentos han constituido tu paso por nuestras vidas, que eras de mi familia, personalmente y  de nuestra gran familia fraternal. Pero no me salen las cuentas de tu felicidad,   bajo la mirada de tus azules ojos, perdidos a veces  bajo máscaras de un gran tormento, pero quién sabe "si la vida no es aquello que los hombres llaman muerte y la muerte aquello que llaman vida", que decían los clásicos griegos.
 
    Nos enseñaste que "Levántate y anda"  no es esperar un milagro, sino que, como dijo Ramón San Pedro, significa: "rebélate contra todo dolor, contra toda humillación, contra toda tiranía e injusticia".
    
   Y te marchaste con el fuego, elemento "purificador", palabra que contiene tu nombre, quizás para que recordemos las numerosas veces que renaciste de las cenizas de tu propio espíritu incendiario, de esa muerte tierra de nadie.
 
     y ahora, la jaula se ha vuelto pájaro, dejando una sombra imborrable; ha caído la mordaza, para que las flores ya no pierdan su frescura; sin ataduras para no preguntarte lo que haremos con tantos miedos; llegaste a alguna orilla, tras naufragios de cristales y botellas vacías, sin mensaje.
 
     Solo algunas lágrimas van a acompañar todo este recorrido, aún más largo de lo que esperamos, hasta que, al fin, te dejen ir "donde la muerte enseña a vivir a los muertos". ** Pero seguro que tú hubieses preferido que no lloremos, que a esa muerte, implacable, tenaz y exigente, la invitáramos a una copa en tu nombre.
 
 
 
 

               Mañana
me vestirán con cenizas al alba,
me llenarán la boca de flores,
Aprenderé a dormir
en la memoria de un muro,
en la respiración
      de un animal que sueña.  
  
               ** (Alejandra Pizarnik)
 

 
 
    







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