“Para los políticos corruptos el pueblo son votantes, para los
financieros somos recursos económicos y fáciles de engañar, para la sociedad
capitalista somos clientes, consumidores y productores. El capitalismo ha
reducido a la gente a producir y consumir, a ser competitivos de tal manera que
piensan que la vida de mucha gente sobra.”
(Joaquín
Sánchez, en “La épica del Compromiso”, de
Jose A.Enrique/Josefo)
El objetivo: dialogar con algún representante del banco que
no aceptaba la dación en pago ni el alquiler social para 15 familias que habían sido desahuciadas.
Voy a hablar hoy del
primer citado, Joaquín, a quien hace
poquito he tenido el placer de conocer en persona y darle un abrazo en la San
Carlos Borromeo de Entrevías. Y porque me gustan mis amigos curas, esos que viven
para la recuperación filosófica del cristianismo liberador.
Los que tienen claro que su lugar está junto a aquellos a
los que la vida les ha reservado el peor papel y luchan desde la defensa de los
derechos humanos vinculándose a la militancia social.
Los que asumen un
compromiso por la transformación de la realidad histórica en base a la
solidaridad y han renunciado a prometedoras carreras en el seno de la iglesia,
a las altas jerarquías, porque estos tiempos exigen definiciones, compromisos y
valentía.
Estos curas que se
atreven a preguntar: ¡Eh, tú! ¿Por qué comercias con la necesidad?
Y Joaquín es de
esos, de los que creen en la gente. Nada más, pero tampoco nada menos.
Pero los que se
solidarizan con los más desfavorecidos ya saben con quién van a entrar en
conflicto.
Está claro que a
ningún gobierno le gusta la movilización social ni la participación colectiva.
Por eso se criminalizan las luchas sociales y a las gentes que se rebelan contra
el sistema establecido.
A los obispos, en su mayoría, tampoco les agrada que
sus curas se signifiquen en la promoción política del pueblo y no les ponen las
cosas fáciles, desde una postura cada vez más alejada de las personas,
convertidos en miembros de una institución de gran poder con tantos privilegios
que les hacen escorarse hacia una
destacada complicidad con los poderes financieros y con posturas tan condescendiente
con las injustas medidas gubernamentales.
Ha existido, aún
existe, un divorcio claro entre la iglesia y las clases trabajadoras, que vive alejada
de la cultura de la democracia y de las libertades ciudadanas.
Algunos miembros de la Teología de la
Liberación que quisieron revertir la historia, superar la civilización del
capital y bajar a los crucificados de la cruz, como decía Ellacuría, quisieron
responder a los desafíos de esta época con el compromiso político de su
vivencia religiosa. Y lo pagaron con su vida.
Pero ya lo dice
Mateo en su evangelio: “Bienaventurados los que padecen persecución por causa
de la justicia…” Y así, el teólogo Pagola señala que “Jesús sería hoy un
indignado que pide una revolución de las conciencias”.
El propio Joaquín
El cura nos habla a menudo de la “eutanasia social”: “El capitalismo no es
sólo un sistema económico y político, es antropológico, configura la forma de
pensar y una cultura de valores que hemos mamado y que deja a la población
indefensa intelectualmente”.
Tenemos un resorte
conservador que no nos deja ver que es posible cambiar las cosas, porque para
ello hace falta que perdamos el miedo. El propio Joaquín ha escrito que “tener
miedo es muy humano, lo importante es que no nos paralice”.
La pobreza no es
fruto del azar o del fatalismo, como dice B. Forcano, sino de la lógica del
sistema neoliberal, hoy predominante y globalizado.
La dictadura de los mercaderes y el pensamiento único se han
institucionalizado, cree Joaquín, a
través de leyes y decisiones políticas, olvidando que “este mundo debe ser un
mundo de todos y para todos”.
Hablar de los
desahucios es referirse a la realidad concreta de este país, y la PAH de Murcia
ha conseguido frenar en más de 200 ocasiones las órdenes de la comisión
judicial buscando después negociar con las entidades bancarias.
“Nos sentamos en
el suelo, cuenta Joaquín, hasta que el banco acceda a negociar con las familias
cualquiera de las soluciones posibles, menos echarla a la calle. (…) Vamos con
ellos a hablar con el director de la sucursal… Su técnica es hablarte siempre
de los de arriba: “Yo es que no puedo hacer nada, es que el ordenador…” Esto
del ordenador es un fenómeno, como si fuera un dios con voluntad propia que ha
decidido tu destino”.
En sus artículos
publicados en prensa y en sus libros, (el último “La fragilidad de la vida”) este cura-flauta como alguno le ha calificado,
nos habla de todo lo que tiene que ver con lo que nos rodea, sin medias tintas.
Y ante las críticas
que recibe, confiesa : “No quiero ser
inocente porque significaría mirar para otro lado”.
Dentro de unos días, él y otros compañeros se van a sentar
en el banquillo.
No deberíamos dejarles solos, porque ellos no lo han hecho
ante nuestra adversidad.
Hay que conseguir que el compromiso social se reconozca, no
se criminalice.
Y que se nos oiga, alto y claro:
"Nos quieren en soledad, nos tendrán en común".
No hay comentarios:
Publicar un comentario