jueves, 18 de febrero de 2016

ÉXODOS


Foto: Juan Medina.















¿Qué realidad perversa condena a un ser humano al destierro?

      Emigrar no es una elección libre, aunque alguien decida partir voluntariamente.

¿Qué hay detrás de esa acción de tener que comenzar de cero, de tener que afrontar la incomprensión, la soledad, el recelo e incluso el rechazo?

      ¿Tanto dolor, no nos muestra el fracaso de la humanidad en “su modelo de progreso”?

       Sin duda, lo provoca  un deterioro de su situación vital, la triste realidad que obliga a partir y de la que va a surgir el desarraigo, el dolor de las pérdidas, la nostalgia .

Antonio Coché Ixtamer
       Desposeído de su gente, de su cultura y de su tierra, quien emigra va a estar fluctuando  “entre la reafirmación de una identidad que se resiste a perder y la necesidad de integrarse en un ámbito extraño que le acoge”.

       Por eso, el corazón del emigrante  agradece al que ofrece hospitalidad
en el lugar al que llega,
al que le ayuda a atenuar,
al menos en parte,
el desgarro de su situación.
 

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