Al terminar la jornada de aquel ciclo de
conferencias donde habían coincidido como ponentes, Ella y Él cenaron con
varios amigos asistentes a la misma, celebrando verse de nuevo.
Y, ya de madrugada, se despidieron todos reiterándose en la idea de reencontrarse en breve.
Él y Ella, es caprichoso el azar, se alojaban en
el mismo hotel, elegido por la organización,
por lo que emprendieron juntos el camino , conversando de lo divino y de
lo humano, si bien, al poco tiempo, sus pasos se fueron demorando, sin prisa,
como sin querer llegar a destino, mientras las confidencias se iban adentrando
en los espacios más íntimos y personales que ninguno conocía del otro.
Ante la puerta del hotel, él se apresuró a
proponer: -¿La última?
-¡Por supuesto! – respondió ella, buscando con la
mirada algún garito próximo que aún estuviese abierto.
Mas la normativa no acompañó y todo parecía
cerrado a cal y canto.
También el bar del hotel, por lo que Él propuso
asaltar el frigo-bar de alguna de sus habitaciones.
Llegaron al de Él, un piso más cerca, y en la terraza abrieron botellas de cerveza
y brindaron por sus causas perdidas.
-Hace años que nos conocemos- dijo Él rompiendo un
breve silencio.- Y a pesar de la distancia, siempre parece que estemos
conectados.
-Es lo que tiene la vida que llevamos -repuso
ella- es lo que nos une a tantos de nosotros…
Tras la primera cerveza, Él volvió en busca de dos
nuevas botellas frías que les sirvieran para seguir explorando el territorio
que ambos sentían se estaba abriendo ante ellos, aunque aún no habían derribado
la barrera.
Habían llegado a plantearlo… Y todo parecía
demasiado difícil. Era como aquello que dijo el escritor: "Todo lo que podríamos haber sido tú y yo si no fuéramos tú y yo..."
-¿Y si abrimos un pequeño paréntesis? – dijo Ella-
Un paréntesis que se cierre en breve, en pocas horas, pero donde no exista nada
más, por ese instante, que nosotros…
-¡No sabes cómo me gustaría!- concedió Él.
- Un lugar en otra dimensión, en un espacio
paralelo, sin daños a terceros sobre todo…- Continuó Ella.
-Un espacio paralelo sin nada que ver con nuestra
actual realidad.- Añadió Él.
-Y del que no tendremos que arrepentirnos, porque
solo ocurrirá lo que queramos que pase, sin más connotaciones. Sin
culpabilidades, sin temores… - susurró Ella.- Todo lo que queramos, metámoslo en ese
instante. “Si no nace en algún otro universo, nacerán en una dimensión paralela
aquí en la tierra”.
Sus miradas estaban fijas cada una en los ojos del
otro, que se acercaban lentamente.
Al fin, sus labios se unieron sellando un pacto
implícito, al tiempo que buscaban saciar la sed que otros encuentros anteriores
había suscitado en sus entrañas.
Ella despertó al amanecer, mientras la luz
amortiguada que entraba a través de las cortinas dibujaba la silueta de Él a su
lado, que dormía plácidamente apoyando las manos en su costado.
-Como en un bolero, pediría al reloj que no
marcara las horas… Pensó.
Pero el tiempo es inexorable. Y sabía que el
paréntesis tendría que cerrarse.
Se levantó con sumo cuidado, evitando despertarle.
Se vistió, recogió su bolso, su cartera, volvió sobre sus pasos y depositó un
suave beso en la frente de Él, apenas un roce, y le pareció verle sonreir.
Salió y cerró
suavemente la puerta tras de sí, sin que ésta hiciese el menor ruido. A pesar
de eso, dentro de Ella sonó como un estruendoso portazo, quizás porque
sabía a ciencia cierta que nunca más iba a poder encontrar la entrada a ese
universo paralelo que dejaba atrás.
En el
ascensor, el mozo del hotel leía un libro de Coelho, que a ella no le gustaba
demasiado. Pero, curiosamente, el chiquillo leía el siguiente párrafo:
“Siempre existe en el mundo una
persona que espera a otra, ya sea en el medio del desierto o en medio de una
gran ciudad. Y cuando estas personas se cruzan y sus ojos se encuentran, todo
el pasado y todo el futuro pierden completamente su importancia y solo existe
aquel momento”.
*****
En 1957
el físico Hugh Everett formuló una teoría
que dice que existe un número enorme, quizás infinito, de universos
paralelos. Esto implica que lo que no ocurre en nuestro mundo
ocurre en otra realidad alternativa. Aunque existen muchas teorías parecidas,
esta es la más conocida y con mayor respaldo científico, aunque parezca salida
de la ciencia ficción.
La existencia de estos mundos
paralelos no es sólo pura especulación que depende de teorías exóticas como el
multiverso o el de “muchos mundos”, la interpretación de la mecánica
cuántica, en la cual el universo se bifurca constantemente, sino que ellos son
una consecuencia inevitable de la teoría estándar de nuestro universo.
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