"Les cuento…
Lo escribí hace años, pero siempre tiene vigencia...
… Paria, desterrado, perseguido, al paso tortuoso de
la mula y envuelto entre las ropas de su madre, llegó a Belén huyendo de la
locura y la barbarie.
Eso dice la
historia y no es nada difícil que haya sido así porque a diario vemos que
ocurren estas cosas. Aquel hijo recién nacido del carpintero José, descansó
aquella noche en un pesebre de las afueras de la ciudad, en un jergón de paja,
entre las miasmas de los bueyes y los burros, como bien podría nacer el hijo de
cualquier ocupa de hoy, de cualquier hijo de obrero en paro y ama de casa
sacrificada y amante de los suyos.
Tal como,
cualquier pequeño venido al mundo en alguna comunidad aborigen de América, cuyo
pueblo es vendido a terratenientes con ellos dentro y todo.
Como todo ser
que ve la luz en medio de la metralla y las bombas cazamargaritas, la
violencia y el hambre, que es la mayor de todas las violencias y huye,
buscando un lugar en la tierra donde sentarse a ver la estrellas y a sacudirse
el espanto.
La conciencia
turbia de los mandamases, que siempre saben que lo que hacen es injusto y
cruel por sus desmedidas ambiciones y su natural desprecio por la vida de los
demás, les hace concebir la idea de la llegada, alguna vez, de la razón que los
haga pagar por sus felonías y así, Herodes, quiso terminar con el
rumor de ese advenimiento y mandó sacrificar toda flor recién nacida, todo niño
que pudiera encarnar la llegada de otra era, justa y humana -pero esta no
fue la única matanza.
Siguen
habiéndolas todavía. Por eso viven armándose, detectando o inventando enemigos
por todos los rincones, presos del frenesí del poder y la locura de la
ambición, por la dudas... como Herodes.
Siempre el
recordar o conocer de dónde venimos, de que raíz crecimos, es importante, como
aquel que no conoció a su madre y un buen día la encuentra, es motivo de
felicidad. Por todo eso les deseo felices fiestas y que el año que viene, sea
una nueva oportunidad para no dejar que los “mercaderes del templo” se adueñen
del niño okupa.
Y de su historia hermosa de redención y amor y lo mantengan siempre crucificado, por la dudas, no vaya a ser que un día acabe con su infamia".
(Rafael Amor).
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Seguirás latiendo en nuestros corazones, que ahora te lloran.
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Ahora, que te vas a surcar otros caminos, porque decias que no se goza ni se comprende tanto el paisaje como caminando, en esta Nochebuena como esa otra en la que escribias el texto que recojo aquí, en este corazón donde tanto lugar ocupa tu nombre, quiero darte las gracias por tantos momentos de reivindicación y de lucha, por tu música combativa, (eras un activista de los derechos humanos a través de la música) y porque componías y cantabas para los oprimidos que luchan en todo el mundo enfrentándote a los poderes establecidos... para que las cosas sean distintas...
Seguirás latiendo en nuestros corazones, que ahora te lloran.
Pero recordaremos tu gran sentido del humor y tu sonrisa, porque como bien decías: "A veces, el llanto, la tragedia, nos tocaron con el gélido suspiro de la muerte, pero no he renunciado jamas al derecho a la alegría."