Yo nunca creeré en:
El Dios que “sorprenda” al hombre en un pecado
de debilidad.
El Dios que condene la materia.
El Dios que ame el dolor.
El Dios que ponga luz roja a las alegrías humanas.
El Dios mago y hechicero.
El Dios que se hace temer o no se deja tutear.
El Dios que se haga monopolio de una iglesia, de una raza, de una cultura o de una casta.
El Dios que juega a condenar.
El Dios que «manda» al infierno.
El Dios incapaz de perdonar
lo que muchos hombres condenan.
El Dios incapaz de comprender que los niños deben mancharse y son olvidadizos.
El Dios que exija al hombre, para creer,
renunciar a ser hombre.
El Dios a quien no temen los ricos
a cuya puerta yace el hambre y la miseria.
El Dios al que adoran los que van a Misa y siguen robando
y calumniando.
El Dios que no supiese descubrir algo de su bondad,
de su esencia, allí donde vibre un amor por equivocado
que sea.
El Dios que condene la sexualidad.
El Dios para quien fuese el mismo pecado complacerse
con la vista de unas piernas bonitas que calumniar y robar al prójimo o abusar del poder para medrar.
El Dios morfina para la reforma de la tierra
y sólo esperanza para la vida futura.
El Dios de los que creen que aman a Dios
porque no aman a nadie.
El Dios que dé por buena la guerra.
El Dios de los que pretenden que el cura rocíe con agua bendita los sepulcros blanqueados de sus juegos sucios.
El Dios que negase al ser humano la libertad de pecar.
El Dios a quien le falte perdón para algún pecado.
El Dios que aceptase y diese por bueno
todo lo que los curas dicen de él.
El Dios que ponga la ley por encima de la conciencia.
El Dios que prefiera la pureza al amor.
El Dios que no pueda descubrirse en los ojos de un niño
o de una mujer bonita o de una madre que llora.
El Dios que se case con la política.
El Dios que aniquilara para siempre nuestra carne
en lugar de resucitarla.
El Dios que aceptara por amigo a quien pasa por la tierra
sin hacer feliz a nadie.
El Dios que al abrazar al ser humano aquí en la tierra
no supiera comunicarle el gusto y la felicidad de todos
los amores humanos juntos.
El Dios que no se hubiera hecho verdaderamente humano con todas sus consecuencias.
El Dios en el que yo no pueda esperar
contra toda esperanza. (...)
Sí, mi Dios es... el otro Dios.
(Juan Arias)
No hay comentarios:
Publicar un comentario