El tiempo pasa muy de prisa.
Y así, ya me ha llegado el turno del júbilo tras tantos años de trabajo y de cotizaciones.
¡Qué vértigo!
Hoy quiero escribiros una pequeña carta donde expresaros mi agradecimiento por tanto.
Habeis sido, sois, más que compañeros de trabajo: Apoyo, equilibrio desahogo, hombros en que descansar en los malos momentos, cómplices y amigos durante muchos, muchos años.
Y por eso doy gracias a la vida.
Tuve mucha suerte, así es, al coincidir con lo mejorcito de aquella oposición que nos permitió entrar a formar parte de la plantilla de RTVE cuando todavía era la única televisión en España.
Fuimos los elegidos del 82, la mejor cosecha de personas que podía imaginarme.
De todos y cada uno de vosotros he aprendido, he mejorado personal y profesionalmente.
Nunca podré olvidar aquellos años en que éramos los nuevos, nuestras citas de desayuno, nuestros planes, algunas bodas, la llegada de los hijos, siempre riendo...
Sí, ¡cuántas risas en los viajes de la ruta alterando la paz de los compañeros más mayores!
¡Cuántas preocupaciones por el futuro laboral después de cada cambio político, de cada rumor, de cada cese, de cada nombramiento...! Hemos contemplado la historia de cerca en muchas ocasiones.
Y siempre, luchando por una televisión de servicio público.
Cuántas conversaciones, cuántas confidencias y cuánto cariño...
Gracias, de verdad, por todos esos momentos vividos, compartidos, gozados.
Y también cuánto dolor cuando algunos de los nuestros partieron tan pronto...
Tras casi 40 años de recorrido por la televisión, algunas veces compartiendo el destino laboral, otras en distintos lugares de responsabilidad y de tarea, incluso en edificios distintos, hemos mantenido nuestra comunicación, nuestra relación y, por supuesto, nuestra cita anual para celebrar una comida con los escasos beneficios proporcionados en la Peña de la primitiva, esa ilusión que nos ha hecho jugarnos algo del jornal para hacernos ricos.
Pero os aseguro que lo somos.Yo lo soy. He sido una privilegiada por este trabajo, por mis compañeros y sin embargo amigos, por vuestra amistad y por cada una de las anécdotas que podríamos recordar entre todas y todos.
También por haber llegado hasta aquí, a la jubilación, y poder permitirme dedicar más tiempo y espacio a mi lucha por un mundo más solidario y más humano, y a cambiar los turnos y los horarios por calles, exposiciones, viajes, encuentros amistosos y todo lo que pueda aparecer y que pienso disfrutar.
Seguro que me quedo corta en esta carta. No hay palabras para expresar lo que siento y tampoco quiero ponerme más blandita.
Solo deciros una vez más GRACIAS, y que podeis contar conmigo para lo que sea menester.
Un abrazo enorme, nos vemos en un rato cenando juntos de nuevo para celebrar.
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