Un hombre asustado dijo
que mis versos sonaban
a tambores de guerra.
Habría que considerar
que en ese entonces
todavía no había juntado tanta ira,
como la que hoy tengo lista.
Yo no creo en las guerras,
pero sí en detener el golpe,
en la acción constante, directa,
en mirar a los ojos del agresor,
en no permitir más heridas.
Dicen que, entonces, mis versos son provocaciones peligrosas,
confrontación abierta.
Como si el calificarlos lograra hacer
que guardaran silencio.
Como si las palabras
pudieran ser arrancadas de la ignominia,
cuando la nombran.
No hay silencio posible.
No pueden hacerme muda.
Mis versos resuenan con la fiereza
de esta insolente mujer, lesbiana,
otra que se declara insumisa, desobediente.
Que se reconoce en desacato permanente ante la injusticia.
El hombre tiene un palo
y golpea a la niña.
El hombre tiene un arma
y asesina a Marisela.
En Coppel encierran a seis mujeres,
las queman vivas.
Los policías reprimen y persiguen.
a las que se manifiestan.
El comisario tiene dinero y da
su versión en la prensa de la verdad,
y de lo que se le da la gana.
La gente tiene dos pesos que gasta
con angustia y pone bajo el tapete,
para luego, para nunca; a
las asesinadas, a las heridas de hoy.
Yo tengo poca cosa, pero me basta.
Tengo boca, tengo puños,
tengo versos.
Tengo memoria de tantos agravios.
cuando la nombran.
No hay silencio posible.
No pueden hacerme muda.
Mis versos resuenan con la fiereza
de esta insolente mujer, lesbiana,
otra que se declara insumisa, desobediente.
Que se reconoce en desacato permanente ante la injusticia.
El hombre tiene un palo
y golpea a la niña.
El hombre tiene un arma
y asesina a Marisela.
En Coppel encierran a seis mujeres,
las queman vivas.
Los policías reprimen y persiguen.
a las que se manifiestan.
El comisario tiene dinero y da
su versión en la prensa de la verdad,
y de lo que se le da la gana.
La gente tiene dos pesos que gasta
con angustia y pone bajo el tapete,
para luego, para nunca; a
las asesinadas, a las heridas de hoy.
Yo tengo poca cosa, pero me basta.
Tengo boca, tengo puños,
tengo versos.
Tengo memoria de tantos agravios.
Tengo estos tambores de vida.
que claman por vida.
Que cantan mientras marcho
buscando veredas.
Que proclaman a cada golpe de baqueta
que claman por vida.
Que cantan mientras marcho
buscando veredas.
Que proclaman a cada golpe de baqueta
un latido único, constante, urgente.
Ya no más.
Es la hora: Autodefensa.
(Patricia Karina Vergara Sánchez, Feminista, periodista y profesora)
Ya no más.
Es la hora: Autodefensa.
(Patricia Karina Vergara Sánchez, Feminista, periodista y profesora)
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