2. El pueblo brasilero todavía no ha
acabado de nacer. Lo que heredamos fue la Empresa-Brasil, con una elite
esclavizadora y una masa de desposeídos. Pero del seno de esta masa, nacieron
líderes y movimientos sociales con conciencia y organización. ¿Su sueño?
Reinventar Brasil. El proceso empezó a partir de abajo y es ya imparable.
3. A pesar de la pobreza y de la
marginación, los pobres inventaron caminos de supervivencia. Para superar
realidad negativa, el Estado y los políticos necesitan escuchar y valorar lo
que el pueblo ya sabe y ha inventado. Sólo entonces habremos superado la
división élites-pueblo y seremos una nación una y compleja.
4. El brasilero tiene un compromiso con la
esperanza. Es la última que muere. Por eso, está seguro de que Dios escribe
derecho con renglones torcidos. La esperanza es el secreto de su optimismo, le
permite relativizar los dramas, danzar en su carnaval, ser hincha de su equipo
de futbol, y mantener encendida la utopía de que la vida es bella y mañana
puede ser mejor.
5. El miedo
es inherente a la vida porque «vivir es peligroso» y conlleva siempre riesgos.
Estos nos obligan a cambiar y refuerzan la esperanza. Lo que el pueblo, no las
elites, desea más es cambiar para que la felicidad y el amor no sean tan
difíciles.
6. Lo
opuesto al miedo no es el valor. Es la fe en que las cosas pueden ser
diferentes y que, organizados, podemos avanzar. Brasil ha demostrado que no es
sólo bueno en carnaval y futbol, también es bueno en agricultura, en
arquitectura, en música y en su inagotable alegría de vivir.
7. El pueblo
brasilero es religioso y místico. Más que pensar en Dios, siente a Dios en su
vida cotidiana, lo cual se revela en las expresiones: «gracias a Dios», «Dios
se lo pague», «queda con Dios». Dios no es
un problema para él, sino la solución a sus problemas. Se siente amparado por
santos y santas y por espíritus buenos y orixás que anclan su vida en medio del
sufrimiento.
8. Una de
las características de la cultura brasilera es la alegría y el sentido del
humor, que ayudan a aliviar las contradicciones sociales. Esa alegría nace de
la convicción de que la vida vale más que cualquier cosa. Por eso debe ser
celebrada con fiesta y ante del fracaso, mantener el humor. El efecto es la
levedad y el entusiasmo que tantos admiran en nosotros.
9. Una unión
que todavía tenemos pendiente en Brasil es la del saber académico con el saber
popular. El saber popular nace de la experiencia sufrida, de las mil maneras de
sobrevivir con pocos recursos. El saber académico nace del estudio, bebiendo de
muchas fuentes. Cuando esos dos saberes se unan, seremos invencibles.
10. El
cuidado pertenece a la esencia de toda la vida. Sin el cuidado, la vida enferma
y muere. Con cuidado se la protege y dura más. El reto es hoy entender la
política como cuidado de Brasil, de su gente, de su naturaleza, de la
educación, de la salud, de la justicia. Ese cuidado es la prueba de que amamos
a nuestro país.
11. Una de
las marcas del pueblo brasilero es su capacidad de relacionarse con todo el
mundo, de sumar, juntar, sincretizar y sintetizar. Por eso, no es intolerante
ni dogmático. Le gusta y acoge bien a los extranjeros. Estos son valores
fundamentales para una globalización de rostro humano. Estamos demostrando que
es posible y la estamos construyendo.
12. Brasil
es la mayor nación neolatina del mundo. Tenemos todo para ser también la mayor
civilización de los trópicos, no imperial, sino solidaria con todas las
naciones, porque Brasil incorporó en sí a representantes de 60 pueblos que
vinieron aquí. Nuestro desafío es mostrar que Brasil puede ser, de hecho, un
pedazo de paraíso que no se perdió.
(Leonardo
Boff)
2011-11-18
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