No es que necesite héroes, no... Es que siento una enorme emoción al recordar los momentos en que, ante las situaciones de injusticia y esclavitud en toda la historia humana, alguien se ha levantado sobre sus propias heridas para lanzar un grito de libertad que iniciara un clamor suficientemente alto para hacer temblar al que se alzó sobre los otros.
- Admiro a cada mujer, a cada hombre, a cada grupo que sabe decir NO a cualquier imposición o ley que atente contra las personas o grupos más desfavorecidos.
Nos
encontramos en el siglo XVII, en el nordeste brasileño, ante uno de esos
momentos que, a veces, quiere ignorar el que escribe la Historia.
Y ante el rey Zumbí, héroe del Quilombo de los Palmares.
“Los esclavos
que huían de las plantaciones de caña intentaban refugiarse en lo más intrincado de la selva; muchos murieron en el
intento, pero algunos lograron sobrevivir levantando poblados pletóricos de
vida y dignidad, inasequibles al dominio y al desaliento. A estos lugares se
les llamó Quilombos” como nos cuenta en
su novela sobre este Zumbí Enrique Martínez Reguera.
Rui Costa
sostiene que la esclavitud africana en Brasil fue uno de los mayores emprendimientos
mercantiles de los orígenes del capitalismo, la industria del azúcar, donde la
mano de obra esclava cumplían los objetivos de los colonizadores para las
grandes plantaciones de caña y los ingenios azucareros. Añade que esta mano de
obra africana “fue traída al país por medio de una violencia sin paralelo en la
historia de la humanidad”.
Se calcula que
cerca de 50 millones de personas fueron llevadas a Brasil durante los más de
300 años de esclavitud, procedentes de Angola, Mozambique, Cabo Verde y Guinea-Bissau.
Portugal se constituyó como reino independiente de
Castilla en 1385, inaugurando con Juan I la dinastía de Aviz. En Aljubarrota se consolidó el nuevo reino ,
que en 1415, a partir de la conquista de CEUTA, inicia el expansionismo hacia la conquista del
pasaje del Cabo de las Tormentas en
África del Sur, y que alcanzará su
apogeo en el reinado de Manuel I el afortunado, durante cuyo reinado se realizan las mayores navegaciones portuguesas
y el descubrimiento e inicio de la colonización de Brasil.
A finales del
XVI, Portugal se somete a la corona española , entonces la mayor potencia
europea, en busca de estabilidad
política y económica, hasta que en 1640,
la aristocracia portuguesa se levanta contra Felipe IV de España, separando los dos reinos.
Antes, en 1624,
los holandeses, a través de la llamada Compañía de las Indias
occidentales, invadían Bahía, siendo
expulsados por una fuerza conjunta hispano-portuguesa. Seis años después, en
una segunda tentativa, los holandeses se
apoderan de la Capitanía de Pernambuco…
En este marco tiene lugar la mayor crisis de la colonia portuguesa y es donde
se da el crecimiento del Quilombo de
Palmares.
El Quilombo,
dice Costa, es en realidad la fuga y creación de un foco de resistencia en forma de
comunidad productiva y es la forma más
tradicional de revuelta de los esclavos en la historia de la humanidad. En Roma se encontraba el mismo método: la
fuga de los esclavos, a veces con la liquidación de sus dueños, daba lugar
a comunidades fortificadas que eran
obligadas, en la medida en que crecían,
La importancia
histórica del Quilombo de Palmares se
debe a que presenta el alto potencial subversivo en relación al régimen
esclavista.
Pues bien, en
esta época de relatos de conquistadores, expedicionarios y misioneros , un
nombre encarnó los rostros de millones
de seres que desafiaron a los esclavistas y que desde el interior de las selvas
de Brasil quisieron gestionar su propio
destino: Zumbí dos Palmares. Aún hoy,
para la población brasileña, es un símbolo de resistencia, y la fecha de su muerte fue adoptada como día de la Conciencia Negra.
Aprendió
portugués, latín y la religión católica,
pero a los 15 años se volvió a vivir en el Quilombo de los
Palmares. Allí recuperó su nombre.
Él ya sabía que “la
barbarie sobre la que siempre se aupa el PODER, no es fruto de ningún ánimo
singualarmente diabólico, sino que brota y se robustece acumulando el egoísmo de algunos con la cobardía de
todos los demás. Por eso ellos, la nación negô, jamás romperían también sus cadenas, sino haciendo incansable acopio de lucidez, coraje y tenacidad.
Y por eso
decidió que en plena selva, las leyes se redactarían en latín, idioma conciso y
rotundo, amén de erudito, para dejar bien sentado, como en un desafío, que en
nada desmerecían de las que guiaron a los más orgullosos pueblos de la tierra.”
Cuando éste núcleo
de resistencia era atacado por los portugueses, Zumbí colaboraba en la
defensa y se destacaba como gran
guerrero. Al pasar a liderar el Quilombo, obtuvo
grandes victorias y la comunidad creció y se fortaleció .
Usaba tácticas
de guerrilla contra las plantaciones de caña, liberando a los esclavos y
apoderándose de armas. Así, en la paz, Zumbí estimulaba el comercio con los
colonos y el intercambio de alimentos por municiones.
Tras varios
intentos sin éxito de acabar con el quilombo,
el gobernador de Pernambuco, Caetano de Melo e Castro, contrata al bandeirante
Domingos Jorge Velho y al capitán
Bernardo Vieira de Melo, famosos ambos por su crueldad demostrada en el
exterminio de los indígenas.
Los
bandeirantes eran aventureros bajo bandera militar, dedicados a la caza de
indios y ocupación de sus territorios. Se destacaron por su crueldad y
barbarie.
No me extenderé
en su vida llena de anécdotas maravillosas, ni
escribiré hoy sobre su amada, con quien quizás vuelva a encontrarme otro
día, sino que vamos ya al final.
El 20 de
noviembre, también un 20 de noviembre, Zumbi es traicionado y apuñalado en su
refugio, donde 20 hombres consiguen matarlo y después decapitarlo. Dicen que “la
cabeza fue envuelta en sal fina para ser custodiada hasta Recife” (E. Martinez
Reguera)
El mismo autor añade que “Zumbí poseía todo el arrojo de los que nunca ponen
bridas al riesgo y no obstante, siempre hacía derivar sus decisiones por
opuestos derroteros. Sentía hacia la vida de cualquier ser humano el más
sagrado respeto. Incluso tratándose del enemigo. Mal dotado para el odio,
no toleraba la idea de aprovechar la desdicha del vencido.”
Alguien que había entendido desde niño "que el amo solo es amo en tanto el esclavo le reconoce como
tal, el que a sí mismo se considera más débil, aún sin saberlo, está rindiendo
su alma al que atribuye ser el más fuerte; por eso al rebelde, incluso al más
indócil, siempre le llega el momento en el que, o lleva sus convicciones hasta
el fin, hasta preferir la muerte a someterse, o de lo contrario seguirá siempre
de algún modo sojuzgado”.
Y así “murió Zumbí,
mataron al hombre. Hasta las entrañas del averno procuraron sepultar su memoria
y el recuerdo del quilombo.
Pero la afición de vivir con dignidad sigue germinando en todo pecho bien
nacido, como aquel día en Cané, Diogo y Bento. Y de aquí y de allá comenzaron a
brotar un Zumbí y otro Zumbí, un quilombo y otro quilombo.
Y siguen y
seguirán surgiendo en cada curva del camino y en cada rincón de nuestro tiempo.
Y atravesando el tiempo. Pese a quien pese.
Quilombos del mundo, ¡resurguid en
cualquier tiempo, levantad la frente, perdedle respeto al Poder!
No tengáis
miedo a esa bruta y ciega propensión de algunos hombres a someter a otros
hombres".
¿Veis por qué me emociona recordar a determinadas personas?
Me devuelven la fe en los humanos, que a veces tanto cuesta mantener en esta época actual.
Pues bien, esto es un homenaje al abuelo Zumbí, a quien Martínez Reguera, en su libro, dedica estas palabras (¿O es quizás a nosotros a quien se las dice?):
“Zumbí, héroe del Quilombo de los Palmares. Los esclavos que
huían de las plantaciones de caña intentaban refugiarse en los más intrincado
de la selva; muchos murieron en el intento, pero algunos lograron sobrevivir
levantando poblados pletóricos de vida y dignidad, inasequibles al dominio y al
desaliento. A estos lugares se les llamó Quilombos.
¡Cuántos no
ansiamos hoy que rebrote algún tipo de quilombo,
también inasequible al dominio
y al desaliento!"
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