No existe esponja para lavar el cielo
pero aunque pudieras enjabonarlo
y luego echarle baldes y baldes de mar
y colgarlo al sol para que se seque,
siempre faltaría el pájaro en silencio.
No existen métodos para tocar el cielo
pero aunque te estiraras como una palma
y lograras rozarlo en tus delirios
y supieras al fin como es al tacto,
siempre te faltaría la nube de algodón.
No existe un puente para cruzar el cielo
pero aunque consiguieras llegar a la otra orilla
a fuerza de memoria y pronósticos
y comprobaras que no es tan dificil
siempre te faltaría el pino del crepúsculo.
Eso es por que se trata de un cielo
que no es tuyo,
aunque sea impetuoso y desgarrado.
En cambio, cuando llegue al que te pertenece,
no lo querrás lavar ni tocar ni cruzar
pero estarán el pájaro y la nube y el pino.
(Benedetti).
Y aquí, en esta paz que desprende la tarde, encuentro el pino, el pájaro y la nube...
Parece que hoy este cielo me pertenece.