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domingo, 25 de junio de 2023

LA INCOMODA VERDAD II

 



En la página del periódico, apenas unas líneas nos informan del acontecimiento:

"Unos 400, 700,... (¿quién sabe cuántos en realidad?) 
inmigrantes, 
naufragan, 
mueren ahogados, 
tratando de llegar a Europa".

Nada más.

Quizás otro diario informa de su origen, de su pobreza. Solamente.

Así, como diría Saramago, 
las personas nacen, viven, luchan y mueren para esto.

Unas pocas líneas imprecisas en el diario, 
desgastadas de indiferencia.

Y palabras que hemos convertido en la falsa llave con la que se abren leyes y normas que tranquilizan las conciencias.

Sin embargo, algunos oímos con enorme lucidez unos gritos de angustia 
que nos estremecen.

Porque gritaron, seguro. 
¿Acaso lo dudais?

Y rezaron, los que creían en algún dios.

El periódico no lo dice... Sólo que murieron.
No que gritaron...

¿Qué modo de contarnos la historia es éste?

¿Por qué olvidamos que estos niňos, estas mujeres y hombres de la barcaza son de carne sufridora?

El silencio está compuesto de innumerables rumores y, 
a veces,
el aire retiene los gestos y las palabras intercambiadas.

Por eso oigo que gritaron, sabiendo que por una injusticia fundamental,
por un monstruoso absurdo, la mayor parte va a perecer.

No están las cancillerías de las grandes potencias preocupadas por este asunto.

Si acaso lo vieron tomando el café de la mañana,  con gesto de fastidio lo consideraron un “incidente fronterizo” de gentes que no son "nuestras ".

Si estos pequeňos y los hombres y mujeres que les acompaňaban gritaron,
no lo oímos.
Y si no lo escuchamos, 
¿existe su dolor?

Pero gritaron, amig@s mios, gritaron....
Y siguen gritando.

(Mariam Del Toro).

miércoles, 7 de junio de 2023

LA CASA DE LOS GATOS.

 Hoy llueve en mi barrio y la casa de los gatillos callejeros tiene paraguas...

Hay un lugar entre mi torre y la Cañada Real donde la que yo llamo "señora de los gatos" ha ido poniendo,  desde hace mucho tiempo,  comida y agua para los animales callejeros con los correspondientes comederos y bebederos.

   Después fue adecuando dicho lugar, que se convirtió en un agradable apartamento con cartones, telas, techo, alfombrillas y camas, donde cada día  los felinos se alimentan y pernoctan.

   Más tarde puso losas en el suelo y macetas y plantas que han hecho del refugio una lujosa casa de campo.

Hoy llueve, como os decía, y hay un paraguas verde sobre el patio trasero de la casita. 

Cuando he pasado por ahí, uno de los mininos parecía preferir la llovizna.


Un poco más adelante veo a unos vecinos afanarse en barrer las escasas posesiones de un sintecho que ha debido dormir y refugiarse bajo un pasadizo techado: unos cartones, una bolsa con alguna fruta y una camiseta... Cosas que yacen ahora amontonadas en medio de la calle. 

No hay paraguas para los desheredados.

Mi barrio es peculiar por muchas cosas...

Cada vez es menos la aldea gala, aunque todavia resistimos.

Tristemente se va contagiando la aporofobia y la deshumanizacion.

Ojalá más "señoras de los gatos", claro que sí. 

    Pero !Ojalá! también más personas apoyando con paraguas a los que lo necesitan. Todos somos merecedores de ello, aunque la suerte no acompañe a todos.

    Antes de decir mientras barres:  ¡fuera la mala gente drogadicta!", piensa que nadie vive en la calle por gusto, que las drogas siguen siendo un problema sin resolver y que todos somos susceptibles de vernos afectados por las adiciones.