29 de diciembre de 2016:
Decía, hace exactamente un año,
que “VIVIR es "con-vivir", es decir, compartir con
otros la propia vida”.
El tiempo pasa, nos vamos haciendo viejos…
Entro ya en la última cifra de la cincuentena, el próximo cumpleaños sonará más
fuerte.
A mí no
me preocupa envejecer. Tengo muy claro aquello que dijo Ludwig
Wittgenstein: “Puedo
morir dentro de una hora, puedo morir dentro de dos horas, puedo morir dentro
de un mes o dentro de algunos años. No puedo saberlo y nada puedo hacer ni a favor ni en contra: así es esta vida. ¿Cómo he de vivir, por tanto, para salir airoso
en cada instante? Vivir en lo bueno y en lo bello hasta que la vida acabe por
sí misma",para añadir: ¡Haz las cosas lo mejor que puedas! Mas no puedes
hacer: y conserva la alegría!”.
Lo que sí me apetece es , como dijo el poeta, tener "más tiempo sin tiempo” , “el necesario para chapotear unas horas en la
vida”, para sentirme bien en el silencio, con el propósito de no olvidarme nunca más de mí
misma, de sentirme, escucharme y
quererme…
Para seguir convirtiendo en energía
positiva todo el dolor y la rabia que me surjan cada vez que vuelva a chocarme
contra el muro, contra la injusticia, contra la desolación….
Como mi
cumple cae a dos días de que acabe el año, mi balance va más por el
cumplimiento de la edad que por la etapa del calendario y siempre por la
pregunta sobre el sentido de la vida,
qué sentido tiene el mundo, qué merece la pena hacer… Y como no hay
respuestas evidentes, el estímulo es seguir buscando, preguntándose, filosofar.
En ese empeño os tengo a vosotr@s, amig@s! Sois el reflejo del ser humano que en
conjunto somos… Y con tanto decirme: "Nena, que tú vales mucho", me hacéis ver que no soy un autómata, que no me he de parar por quedarme sin pilas.
Me hacéis sentir solidariamente unido al otro, estrechamente junto a sus
sufrimientos y en común fraternidad.