El 30 de enero de 1948 fue asesinado Mahatma Gandhi, cuando, al anochecer, se dirigía a orar en común, en su plaza de la plegaria, donde se reunían con tantas personas que fue fácil para aquel joven hindú, Nathura Godse, alcanzarle con sus balas.
Muchos años después, Ana y yo nos detenemos en ese lugar, al sur del Fuerte Rojo, a orillas del río Yamuna, donde se encuentra el Raj Ghat o Tumba de Gandhi.
El monumento conmemorativo de Gandhi (o Samādhi) en Rāj Ghāt (Nueva Delhi), lleva el epígrafe "Hē Ram", que puede ser traducido como "Oh Dios". Se cree que esas fueron las últimas palabras de Gandhi después de que le dispararon, aunque hay dudas.


En su casa, Birla Bhavan o Birla House, hacemos el recorrido de sus últimos días, de sus últimos pasos.
Sin duda fue un personaje con sombras y luces, como tantos líderes, como casi todos los humanos... Pero más allá de las discrepancias, de los distintos puntos de vista, el lugar está dotado una paz absoluta, y bajo la lluvia del monzón, nuestro respeto se hace patente.
Y allí, Ana y yo renovamos el compromiso de seguir practicando la desobediencia civil siempre que sea necesario por la causa de la justicia social.


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