"Dentro de una concha había una ostra.
La ostra estaba tan harta de su cárcel
que quiso nadar sola
y al aire respirar la libertad.
El oleaje vino, sumergiéndola.
La depositó, luego, el mar sobre una roca.
Y un pescador, al verla, dijo:
"Esta ostra ya ha muerto, está podrida".
La encontró más tarde un niño, que gritó:
"Mamá, mamá, ¡una perla!"
Y la ostra volvió a sentirse viva.
(Mahmud Sobh.- Fábulas de oriente para los que empiezan a ser niños)
y Yallal, vamos de prisa...
Que gran lección de sensibilidad!
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