En 1840 una norteamericana llamada Esther A. Howland, comenzó a vender las primeras felicitaciones para el día de los enamorados con el nombre de Valentines.
El éxito fue tan relevante que se repitió la hazaña al año siguiente y los comercios de la zona lo adoptaron como una tradición, a la que poco a poco se iban agregando algunos elementos habituales de las celebraciones actuales como los bombones y las rosas, convirtiendo a San Valentín en el boom comercial que conocemos.
La celebración se comenzó a exportar a otros países importándose directamente con el nombre del Día de los Enamoradoos y en América Latina el festejo se conoce como el día del amor y la amistad, aunque en esencia su significado no varía demasiado ni la forma de celebrarlo.
En Japón son las mujeres las que deben regalar dulces a los hombres en el día de los enamorados y esa tradición está tan arraigada que incluso se convierte en una obligación.
Cupido es el dios del amor en la mitología romana, el hijo de Venus y su equivalente griego Sería Eros, hijo de Afrodita.La religión romana antes de la cristianización era politeísta y adoraban a múltiples dioses. Cupido era un Dios pagano que representaba el amor irreflexivo de la atracción y por eso se representa con una imagen aniñada casi infantil.
Las leyendas más maliciosas sobre Cupido apuntan a que era un Dios caprichoso que se entretenía apuntando a hombres y mujeres con sus flechas para satisfacer sus perversas necesidades de diversión, y le gustaba controlar a las personas dominando sus pasiones.
La historia no termina de explicar como acabaron relacionados el sacerdote patrón de los enamorados y el Dios romano del amor, porque su relación con el mito estuvo promovida por la Iglesia Católica para ocultar el verdadero significado de la celebración Pagana de las Lupercales que fue sustituida por San Valentín.
La festividad de Lupercalia se celebraba en honor al Dios Lupercus, que los romanos veneraban como el guardián de los rebaños y también era el Dios de la fertilidad que otorgaba “licencia sexual” durante todo el mes de Febrero.
Con motivo de esta y otras celebraciones paganas relacionadas con la sexualidad era habitual que los jóvenes romanos se encomendaran durante ese mes a Cupido, Dios del amor apasionado.
Parece que la muerte de San Valentín tuvo poco que ver con que ese día recibiese el nombre y el sentido que tiene, lo que buscaba la Iglesia Católica era eliminar una festividad pagana que se dedicaba excesivamente a los placeres de la vida y de la carne, algo que era pecaminoso y totalmente contrario a la nueva doctrina cristiana.
Así, cambiaron la fiesta del amor pasional por la fiesta del amor entre enamorados, mas virtuosa.Fue así como la fiesta de Lupercalia pasó a ser una fiesta mucho más acorde a los principios del cristianismo.
Posteriormente,se crearía el mito (o se adaptaría) de San Valentín, para darle un mayor contenido a la festividad.
Esta teoría choca con la que asume que la historia de San Valentín es cien por cien real y que atribuye el origen del día de San Valentín al hecho de que el Santo casara a los jóvenes a escondidas, sin que el Imperio lo supiera.
La leyenda hizo el resto. Valentín pasó a ser San Valentín, religioso y mártir. Pero por encima de todo se convirtió en referente de todos los enamorados.
De la realidad de esta historia poco o nada se sabe. Lo que sí es cierto es que la vena lacrimógena fue bien explotada por la Iglesia, que justificó con estos hechos la instauración de San Valentín como Día de los enamorados.
La deriva que tomó la idea de Gelasio I no gustó nada al papa Pablo VI, que se colocó al frente de la Iglesia Católica muchos años después. En 1969 decidió -intentar- eliminar de raíz en lo que se había convertidoSan Valentín y decretó que esta se eliminara como festividad delcalendario postconciliar, dejándola simplemente en una fecha con santo, pero sin ningún tipo de celebración.
Lo que no sabía el papa era que el consumismo era mucho más poderoso que sus manos.
Y ya en aquella época el Día de San Valentín era todo un filón para los comercios.
Y contra el dinero, poco se puede hacer.
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