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domingo, 26 de mayo de 2013

INDEFENSION APRENDIDA.




Si estirem tots, ella caurà i molt de temps no pot durar.
Segur que tomba, tomba, tomba,
ben corcada deu ser ja.
Si jo l'estiro fort per aquí i tu l'estires fort per allà,
segur que tomba, tomba, tomba, i ens podrem alliberar.
 
                             (Lluis LLach)



A menudo se escribe y se reflexiona sobre este tema: La  "Indefensión aprendida" **... Una denominación que parece hablar de algo lejano a cada uno de nosotros,  que, cuando lo oyes por vez primera piensas que ¡vaya usted a saber que conlleva detrás! Y a pesar de   que tanto y tanto se ha escrito ya, me sigo preguntando sobre ese mecanismo que nos hace ser tan pasivos... 

           Hace unos días, en este lugar, hablaba de la sumisión y el conformismo que nos atenaza... De esa condición psicológica o social  de los individuos por la que pasamos a asumir que no tenemos ningún control sobre las situaciones, que nada va a cambiar, hagamos lo que hagamos.

             Esta conducta se aprende, nos inducen a ella y después, ya nos comportamos pasivamente... Producto de ello es ese "temor condicionado" del que oímos hablar a los expertos.
   
  Lo reflejamos con nuestros: "Esto no lo arregla nadie..."; "Son todos iguales." ; "No vale para nada manifestarse..."  "Nada va a cambiar",  "siempre ha habido ricos y pobres", etc... Frases con las que justificamos nuestra resistencia a participar en el cambio social  y con las que , sin darnos cuenta, estamos protegiendo el sistema existente.

   Un ejemplo muy actual es este comentario: "Hemos vivido por encima de nuestras posibilidades", cuando yo, lo que he visto siempre,  es que las posibilidades, para los de abajo, eran más bien inferiores a los niveles de una vida digna.
                                                                                       
      Mire usted, quizás alguien lo haya hecho, pero no intenten culpabilizarnos ahora de los desmanes de un sistema depredador e injusto, basado en una economía  vampírica que no cuenta con el ser humano como valor intocable de la naturaleza y de la vida , sino al que esquilma para obtener máximos beneficios que no se reparten para el bien común.

    Entonces... ¿Por qué tanta gente  asume,  sin ningún tipo de rebelión, su propia destrucción?  ¿Por qué no reacciona ante tantos ataques?
       Víctimas de la violencia de género, de las relaciones laborales,  de un consumo desmedido, de unos jefes que nos tratan como esclavos, de unos gobiernos que solo ven en nosotros carne de cañón...

         Buena parte de este aprendizaje se produce mediante el actual poder que detentan los medios de comunicación (y propaganda), que inducen a ese estado depresivo  a la población, a quien la idea del cambio provoca tal incomodidad, que considera más seguro cualquier orden que ya esté instaurado.
     
Fatalismo que nos lleva a la desmotivación política, al conformismo y a la sumisión.
 
     He subtitulado durante varias jornadas en los  noticieros las declaraciones de la sra. Cospedal,  que rotunda y tajantemente, afirmaba que: "Son más los ciudadanos   que creen en el trabajo diario y en el ejercicio de responsabilidad que en otro tipo de actuaciones que en un momento pueden resultar muy mediáticas y  vistosas, pero que no arreglan nada"...

 Y nos lo creemos.
            Y después, cortinas de humo que intentan esconder tras ellas lo que ya de antemano no queremos ver.

       ¿Cómo es posible, por ejemplo,  que aún conociendo los constantes casos de corrupción en los dos partidos mayoritarios, más de la mitad de la población les vaya a seguir votando en las siguientes elecciones?
¿Cómo es posible?,  me pregunto asombrada...
¿Tan mal de criterio, de reflexión y de personalidad andamos los ciudadanos?
      ¿Qué tiene que pasar para que la gente reclame sus derechos? ¿Para que se de cuenta de que tiene que exigir responsabilidades a los gestores del bien común, que es eso, común, y no negocio privado?
 
Reproduzco este texto que me llamaba la atención ya con 17 años, cuando lo leí por primera vez:
        “La esencia de la coerción psicológica consiste en que aquellos que actúan bajo su efecto tienen la impresión de que están actuando por iniciativa propia. La víctima de la manipulación mental no sabe que es víctima. Las rejas de su prisión le son invisibles, y cree que es libre. El hecho de que no es libre, sólo es aparente para los demás. Su esclavitud es estrictamente objetiva.”
(Aldous Huxley, 1958)
También algunos textos de la filosofia ZEN me vienen a la memoria:
    "El compromiso personal con lo que te has propuesto emprender es uno de los principales factores de lograr lo emprendido, conocer bien el terreno que pisas es el mejor método para ir eliminando miedos y temores, a medida que aumenta tus conocimientos se vislumbra todo mas fácil y se hace mas creíble la realización de tus sueños, todo “por qué” tiene un “cómo”, los limites siempre nos lo imponemos nosotros mismo, cuando algo parece imposible, significa que tus recursos y conocimientos han dado de si, va siendo hora de abrirse a nuevas expectativas y aventurarse a nuevos terrenos inexplorado por nosotros mismo". 

     Dicen que "creer que se puede", es el mejor método para conseguir nuestros deseos, y que así crece el propio optimismo y aumenta la seguridad en nosotros mismos, poníendonos los sueños más al alcance. Quizás eso tiene más que ver con  la noción de que "Todos los seres son seres iluminados, dotados de sabiduría y virtud, pero debido a una manera engañosa de pensar no se percatan de ello.”  (Siddharta Gotama).
 
    Hay un pequeño docu, utilizado para ilustrar este tema, breve pero enormemente esclarecedor, al respecto:
       Porque,  como en aquel relato de "El elefante pequeño", nos quedamos inertes ante las circunstancias, desarbolados, tristes y enmohecidos, sin capacidad de creación y de trasmitir ilusiones, conformes, simplementes conformados con lo que "nos ha tocado vivir", olvidando que somos libres, siempre libres, y que tal vez, somos capaces de elegir nuestros destinos.
¿Por qué en lugar de seguir atados a la estaca, no la empujamos 
entre todos para que caiga?

**Indefensión aprendida: Experimento de Martin Seligman.



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