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jueves, 2 de enero de 2014

LA SERENIDAD ES TOMAR UN TÉ CONTIGO.





 

      El vaso de cristal ligero espera, en un ensayo de quietud, esa delicadeza en la medida del rito de servir el agua dorada, en  este lugar lleno de calor y silencio, tan cómodo para sacar de sí los fantasmas que habitan el alma. 
Nos encanta el sabor del té en  nuestros  labios: Canela y menta, a veces con piñones al fondo.

      Ese vaso refleja las miradas, donde a veces descubrimos nuestros naufragios.
y entre sorbo y sorbo, me cuentas la leyenda saharaui de la ceremonia del té:
 
 
 El té, un buen té, es como la vida.

Tres vasos de té resumen la vida.

        El primero de los vasos se toma a sorbos cortos y rápidos, llenos de dulzor e inicio,  como la infancia. La dulzura y la ingenuidad de la infancia. El descubrimiento. Dulce.

       El segundo vaso debe saber como la pasión de la edad adulta. Fuerte e intenso. Menos dulce y más arrebatado. Como el deseo del amor y la firmeza del carácter de la madurez. Apasionado

      
El tercer vaso es como la vejez. Amargo. antesala del final, sólo el recuerdo en la boca de los vasos anteriores y de su sabor dulce y apasionado. Amargo

       Si te ofrecen té nunca lo rechaces y siempre toma más de un vaso... como la vida: acéptala como viene y nunca rechaces vivirla de la forma más dulce, apasionada o amarga, según los momentos.


Y nosotros, volveremos a tomar té juntos...




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