En la página del periódico,
apenas unas líneas nos informan del acontecimiento:
"Unos 400, 700,... (¿quién sabe cuántos en realidad?) inmigrantes
naufragan, mueren ahogados, tratando de llegar a Europa".
Nada más.
Quizás otro diario informa de su origen, de su pobreza. Solamente.
Así, como diría Saramago, las personas nacen, viven, luchan y mueren para esto.
Unas pocas líneas imprecisas en el diario, desgastadas de indiferencia.
Y palabras que hemos convertido en la falsa llave con la que se abren leyes y normas que tranquilizan las conciencias.
Sin embargo, algunos oímos con enorme lucidez unos gritos de angustia que nos estremecen.
Porque gritaron, seguro. ¿Acaso lo dudais?
Y rezaron, los que creían en algún dios.
El periódico no lo dice... Sólo que murieron.
No que gritaron...
¿Qué modo de contarnos la historia es éste?
¿Por qué olvidamos que estos niňos, estas mujeres y hombres de la barcaza son de carne sufridora?
El silencio está compuesto de innumerables rumores y, a veces,
el aire retiene los gestos y las palabras intercambiadas.
Por eso oigo que gritaron, sabiendo que por una injusticia fundamental,
por un monstruoso absurdo, la mayor parte va a perecer.
No están las cancillerías de las grandes potencias preocupadas por este asunto...
si acaso lo vieron tomando el café de la mañana, con gesto de fastidio lo consideraron un “incidente fronterizo” de gentes que no son "nuestras ".
Pero si estos pequeňos y los hombres y mujeres que les acompaňaban gritaron,
no lo oímos.
Y si no lo escuchamos, ¿existe el dolor?
Pero gritaron, amig@s mios, gritaron.
Y siguen gritando.
apenas unas líneas nos informan del acontecimiento:
"Unos 400, 700,... (¿quién sabe cuántos en realidad?) inmigrantes
naufragan, mueren ahogados, tratando de llegar a Europa".
Nada más.
Quizás otro diario informa de su origen, de su pobreza. Solamente.
Así, como diría Saramago, las personas nacen, viven, luchan y mueren para esto.
Unas pocas líneas imprecisas en el diario, desgastadas de indiferencia.
Y palabras que hemos convertido en la falsa llave con la que se abren leyes y normas que tranquilizan las conciencias.
Sin embargo, algunos oímos con enorme lucidez unos gritos de angustia que nos estremecen.
Porque gritaron, seguro. ¿Acaso lo dudais?
Y rezaron, los que creían en algún dios.
El periódico no lo dice... Sólo que murieron.
No que gritaron...
¿Qué modo de contarnos la historia es éste?
¿Por qué olvidamos que estos niňos, estas mujeres y hombres de la barcaza son de carne sufridora?
El silencio está compuesto de innumerables rumores y, a veces,
el aire retiene los gestos y las palabras intercambiadas.
Por eso oigo que gritaron, sabiendo que por una injusticia fundamental,
por un monstruoso absurdo, la mayor parte va a perecer.
No están las cancillerías de las grandes potencias preocupadas por este asunto...
si acaso lo vieron tomando el café de la mañana, con gesto de fastidio lo consideraron un “incidente fronterizo” de gentes que no son "nuestras ".
Pero si estos pequeňos y los hombres y mujeres que les acompaňaban gritaron,
no lo oímos.
Y si no lo escuchamos, ¿existe el dolor?
Pero gritaron, amig@s mios, gritaron.
Y siguen gritando.
Fotografía de Marcos Moreno/EL PAIS. |
¿Para qué queremos una noticia
que no nos habla de lo que necesitaban estas personas, de sus
sufrimientos, de sus sueños, su dolor y sus gritos, ni de las gentes
que atizaron el fuego que hizo que tuvieran que partir de sus
lugares? ¿Y de los que asisten a estos hechos como a un espectáculo
de un show más, sin que les afecte?
Quizás deberían bastar los
hechos para que la inteligencia del lector del diario extrajera las
lecciones necesarias... Pero algo me dice que no bastan, que no son
suficientes.
MARIAM.
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