En junio de 2016 llegan a Melilla ,
en Siracusa, los restos de un pesquero remolcado que hacía más de un año había naufragado.
Era la noche del 18 de abril de 2015
cuando tuvo lugar otra gran tragedia en el Mediterráneo.
Este pesquero se hundió frente a las costas de Libia con 700 personas, de las que solo sobrevivieron
28.
Años después, en la actualidad, gracias al libro escrito por la antropóloga
forense que se encargó de examinar los restos, Cristina Cattaneo, conocemos trocitos de historias que nos conmueven y nos hacen brotar
las lágrimas.
En “Naúfragos sin rostro” nos habla de esas
personas que parecen no importar a nadie.
Como la de ese pequeño de Mali de
unos 14 años, que no tenía visado, ni pasaporte sellado, que era un “sin
papeles”, pero que guardaba celosamente en su bolsillito otros papeles mucho más
valiosos y extraordinarios para su
futuro: sus notas escolares.
Nos relatan los periódicos que debía estar convencido de que ese era su mejor
salvoconducto.
Cuando los europeos comprobaran cuanto se había esforzado en
matemáticas y lo bien que se le daba la física, tal vez le dejaran quedarse y
emprender una nueva vida. Para evitar perder el expediente durante los más de
3.000 kilómetros o que se lo robaran, lo escondió en un bolsillo secreto cosido
en su cazadora.
Solo era un
niño que nos quería ofrecer lo mejor de sí mismo, lo que pensaba podría hacernos
confiar en él, aunque seguramente tendría muchas más cosas buenas que ofrecer,
muchos valores que aportarnos.
No hubo reciprocidad.
Nosotros no le dimos opciones, no le recibimos, no pusimos vías seguras para que llegase.
Europa sigue viendo cómo mueren niños y jóvenes, familias enteras, sin que se mueva un ápice su listón de indiferencia, aunque una parte de la población se sienta conmovida por relatos como éste.
Dice la forense que se quedó tan sorprendida como los otros miembros del equipo ante aquel expediente de un muchacho de secundaria:
“Pensamos
todos lo mismo, estoy segura: ¿Qué expectativas tenía este joven adolescente de
Malí para esconder con tanto cuidado un documento precioso para su futuro, que
mostraba sus esfuerzos, su capacidad de estudio? ¿Pensaba que le habría abierto
quién sabe qué puerta de una escuela italiana o europea?”
“De aquella ilusión, solo quedaba un cuerpo sin vida y un puñado de papeles descoloridos por el agua del Mediterráneo”.
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"Es importante no solo para dar dignidad a un cuerpo sino
también para quien se queda atrás. No hay nada peor que lo que se llama 'la
pérdida ambigua': es decir, no saber si tu hijo está vivo o muerto, si tu padre
está en el fondo del mar o sigue vivo. Es un derecho sacrosanto, pero nadie se
mueve por ello". (Cristina Cattaneo)
Bibliografía de Cristina Cattaneo.
Entre otros:
Naufragios
sin rostro. Dar un nombre a las víctimas del Mediterráneo.
Raffaello ediciones Temas
series, 2018
Aquel del que no sabes si está vivo o muerto se lleva tu vida con él, con ella, ni siquiera puedo imaginarme el dolor que se tiene que sentir, el desgarro...
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