
en una aislada gruta,
llámese calle,
habitación,
cobijo de camello...
y claudicas ante la motivación,
la afectividad,
la esperanza y el cariño;
si te amigas con la amargura,
la indiferencia,
la incógnita sin respuesta,
la certeza en el desengaño.
Si temes a la muerte,
pero la fijas por destino contra los otros
y contra mí;
si te sale un alarido desde el corazón seco
y quieres envolverte en la niebla para que no te siga,
para que no te encuentre;
si te has instalado en la angustia vital
porque ya solamente ahí te sientes cómoda...
Es que necesitas arrojarte desde lo más alto
hacia todo el amor que podamos ofrecerte.
(En tu memoria, querida P. Castor).
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