Hoy, Helena Maleno Garzón ha sido nombrada Doctora Honoris Causa por la Universidad de Baleares...
Honor y gloria a ella, Defensora de Derechos Humanos, salvadora de tantas vidas...
Cuando observo su sonrisa me pregunto:
¿Cómo puede sonreír después de ver todo lo que ha visto?
Sus ojos han mirado muchísimas partes del mundo para recordarnos lo que otros se empeñan en que olvidemos. Todo eso que se oculta o ignoran los que no quieren que descubramos la verdad.
Esos horrores con los que los poderes fácticos atormentan a los invisibilizados, a los sometidos, a los esclavos de nuestra época.
Y por eso los perros de presa atacan ante el menor atisbo de libertad, de descorrer el velo con el que nos ocultan tantas violaciones de derechos humanos que cada día se producen.
Suerte o no, nosotros convivimos con personas que llevan en sus ojos todo el dolor del mundo.
Y cuando pueden, nos lo enseñan, y accedemos al sufrimiento de los hermanos, a las injusticias, al hambre, a la explotación, a la represión indiscriminada, al apaleamiento y a la tortura.
Mi gente es así, personas que han visto, fotografiado, escrito y relatado tantas tragedias humanas que no sé cómo pueden soportarlo.
Y sonríen.
A pesar de todo, sonríen… Ahí demuestran su inmensa fuerza. Su resistencia a tanto “enemigo” como se han cruzado en el camino, sin dar nunca un paso atrás.
Y nos abren los ojos, nos enseñan lo que han visto para que nunca más digamos que “no lo sabíamos”, que no “oíamos”, para que no olvidemos el grito de los silenciados.
Hemos visitado tantas veces el infierno, que solo un inmenso amor hacia los seres humanos permite que sigamos en la brecha. Es el que nos impulsa a continuar avanzando. Hay una fortaleza que procede de la moral, de la ética, de la mente, del sentido de colectividad, de amor a la vida, que está enraizada en el interior y que nos hace inagotables. Podemos comer, beber, hacer el amor, ir al cine, al teatro, sentir una profunda alegría, y al mismo tiempo seguir mirando el horror del mundo para intentar derrocarlo, situándonos siempre con quienes han quedado al margen del camino.
Hace tiempo que ponen la diana en nuestra frente. Y ahora le toca a Helena Maleno.
Perseguida y acosada, es a ella a quien quieren abatir, sin saber que no dejará de gritar de nuevo Bossa, ese grito que abate los muros y las fronteras, como nos dice a menudo: “Algunos piensan que los muros están para protegernos, pero existen para desproteger a los otros y a las otras, a los que quedan al otro lado”.
Y seguirá denunciando, escribiendo amorosamente de cada situación que sufran injustamente aquellos que normalmente no aparecen en los medios más que para ser revictimizados y denostados xenófobamente.
A ti, amiga, compañera, hermana de luchas y sufrimientos, te doy las gracias por tu labor infatigable, por sacudir la indiferencia hacia los seres humanos, por todo tu tiempo, tu fuerza y tu pasión para que no quede nadie sin futuro.
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