Siempre tuve dudas con respecto a la tradición de los Reyes Magos: mi hija, Mohammed, sobrinos, etc...
Pero mi padre me habia transmitido con tanta pasión la ceremonia de escribir la carta, limpiar los zapatos, colocarlos en la salita, que entonces tambien era cocina y comedor, y despertarnos temprano el dia 6, que , cuando supe cual era la realidad y de donde procedían los regalos, no lo superé muy bien.
Mi padre dejaba de fumar una temporada para ayudar al ahorro.
Él y mi madre economizaban para que, al menos, una petición de cada uno se cumpliese.
Alrededor de los 12 aňos, comenzaron a contar conmigo para la complicidad de los preparativos, y mi padre, a quien le gustaba Baltasar porque siempre fue del sur, me llevaba de la mano a buscar el pentotal de la ilusión de los 3 chiquitines.
Una vez, a las 10 de la noche del dia 5 de enero, se dio cuenta de que faltaban las pilas de la moto pedida por Juan. Y los dos, abrigo y bufanda colocados a toda prisa, salimos en busca de una ferretería abierta, cuando aún no existian bazares chinos ni grandes centros comerciales.
Conseguidas las pilas en una tienda de barrio, volvimos tan contentos, yo esperando mi regalo, que para mi siempre la sorpresa seguía intacta.Una vez yo pedí un tocadiscos, el primero que íbamos a tener, a pesar de que mis padres amaban la música.
Lo elegimos los dos juntos, mi Baltasar y esta paje que os escribe, junto a los discos que queriamos para todos, los "modernos" para mi y los chicos, las coplas para mi madre, algún bolero para él y Vivaldi y Strauss.
Cuando nació mi hija, mi padre recobró esa ilusión que habia perdido cuando en casa se habian producido ausencias por causas muy dolorosas. Y yo me quité de enmedio las dudas que la moderna pedagogia me habia hecho aflorar y volvimos a limpiar los zapatos.
A ella, cuando también descubrió desconsolada la verdad, le dije que todo era una tradicion y que ya era grande para participar y preparar los regalos para su papá, sus otros hermanillos y para mi, aunque creo que eso no supuso consuelo en principio.
Con Mohammed, que a sus 7
aňos demostraba su gran inteligencia, la primera navidad fue todo un descubrimiento. Los anuncios, las calles, los otros niňos, todos en espera de los Reyes, las actividades del hospital, nos sumergieron en la vorágine.
Y él, lo recuerdo perfectamente ahora, me pregunta: "Si los Magos llevan regalos a todos los niňos, ¿por qué en mi país nunca nos dejan nada?
Hubo Reyes 2 aňos para él, en casa, en la de Enrique, en San Carlos Borromeo, pero al tercero no lĺegamos.
Sigue resonando en mí su pregunta, porque para millones de niňas y niňos no hay cartas ni respuestas, no solo es que no reciban un presente de esos que nuestra burguesa vida nos plantea como buenos para los nuestros, es que ni siquiera les dejamos vivir, crecer con derechos.
Mi padre decia que no eran Reyes, sino Sabios de Oriente aquellos que buscaban al niňo de Belén.
Mientras...
¡Que los Sabios Majos nos apapachen!
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