Hacía años que no tenía que atender
síndromes de abstinencia,
Ataques de ansiedad
y tanto miedo al mañana.
Personas entrañables a quienes
un dolor agónico les
quema el pecho y cuyos ojos, acuosos, te miran pidiendo ayuda...
En mí se pone en marcha el tiovivo de la
memoria.
Fragmentos de
conversaciones perdidas,
rostros reflejando
palomas
que quieren huir de
buitres interiores,
brazos atrapados en
una telaraña
y escaleras que solo
son de bajada.
Llueve,
la noche está siendo larga.
Llueve, y te pienso...
Quizás mañana pueda
pensarte
bajo la constelación
de Orión.
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