En Entrevías, Vallecas, Madrid, existe una zona que fue bombardeada durante la guerra civil.
Después se aprovechó para construir allí las chabolas en las que vivieron los que llegaban a la capital para buscar trabajo .
Nos lo ha ido relatando la cuenta de "Guerra en la Universidad", a quien me remito desde ahora:
"Un poco de contexto.
Entre las ruinas de la guerra se estableció un poblado de chabolas entre 1955 y 1975.
Pensamos que había sido arrasado por completo a fines de los 70. Pero no.
La demolición selló las chabolas. Y al levantar los escombros ahí estaba todo.
La vida fosilizada en 1975.
En el salón, los discos de vinilo. Flamenco (muchos residentes eran andaluces).En la cocina, la leche Clesa en bolsa. De cuando no había tetrabriks ni fecha de caducidad en los productos (un problema para datarlos).
Pero la tumba de Tutankamón del chabolismo contemporáneo nos esperaba bajo un friso de plástico. Lo levantamos. Era la habitación de los niños.
Y ahí estaba todo. Las botas de los Madelman, unos señores hormonados y agresivos que se fabricaron entre 1968 y 1983...
Un yoyó, un.cochecito...
Un cromo de Chaves, jugador de fútbol en el Salamanca, que nos da una cronología para el abandono del yacimiento de 1973-1976. Que fue cuando el Salamanca estuvo en primera y Chaves jugaba allí.
Un montón de chapas, que eran un juguete como otro cualquiera hasta hace poco.
Varias canicas. Un juego que en mi infancia en los 80 aún era habitual y ahora suena a cazar mamuts.
Algunos preguntáis si esto es arqueología. O si tiene sentido. Y sí, es arqueología y sí, tiene sentido. Es arqueología porque utilizamos el método arqueológico para entender el pasado a partir de los restos materiales.
En el derumbe de una chabola encontramos un frasco de cloro. Tiene sentido cuando no tienes agua corriente en casa.
Había una fuente a 100 metros del barrio de chabolas. Ya no existe.
Hoy
C. nos ha contado que en su chabola, cuando llovía, el agua se escurría
entre las placas de uralita y caía sobre su cama. También caían
cascotes del edificio en ruinas donde levantaron la choza.
Y
P. nos ha hablado de su infancia en los años 40, no en una chabola sino
en una casa barata, pero igualmente sin cuarto de baño ni agua. Y
también de su madre, que les arrojaba el estraperlo desde el tren para
esquivar a la policía en Atocha.
Y
otro vecino nos dijo que allí, donde excavamos, nació él en 1955. No se
paró, así que no sabemos su nombre.
Lo que sí sabemos es que la historia de Vallecas no está en los archivos, está en la calle.
Y tiene sentido porque es un pasado del que sabemos poco. Posiblemente no conocemos mucho más de la vida en las chabolas de Vallecas hace 60 años que de los altos funcionarios del Reino Medio en Egipto hace 4.000.
Y por otro lado la arqueología no es solo sobre saber más. Es contar la historia de otra forma. Y preocuparse por aquellos que no han dejado documentos, pero sí el testimonio material de su existencia.
Hoy hemos triunfado. Hemos encontrado la Pompeya de Entrevías. Acompañadme en este viaje arqueológico a la España de los años 70.
Hemos encontrado el muro de uno de los edificios bombardeados en la Guerra Civil. Y entonces llega V., de 93 años, vecino de Vallecas desde 1932, y nos dice que recuerda las bombas y las sirenas y correr a los refugios cuando era niño.
He excavado muchos sitios de todo el siglo XX en España y se ve muy bien que la entrada masiva del plástico tiene lugar en los años 60. La sustitución de materiales tradicionales por plástico es total en los años 70. En contextos urbanos.
Hoy E. me dice que llegó a Vallecas hace 56 años de un pueblo de Ciudad Real. Toda su vida de alquiler porque nunca ha podido comprar el piso en el que vive. Su marido muerto en la obra. Un hijo muerto por la droga. Botes de metadona en el solar que excavamos.
A partir de 1960, es todo plástico y materiales sintéticos. Y la diversidad y cantidad de objetos se multiplica por diez. Es la sociedad de consumo que llega hasta las chabolas.
Acaba de cerrar Duralex y nosotros encontramos uno de sus míticos platos ámbar en la excavación. Intacto desde 1970 bajo kilos el escombro.
No buscamos objetos, buscamos historia.
Durante buena parte de la historia, los arqueólogos solo podemos decir quién habitó una casa cuando su dueño fue un rey o un noble. Pero nosotros os podemos decir que en esta chabola de Entrevías vivió Visitación, Tarsicio, la señora María, Pepín, Vicenta y el señor Luis.
El arqueólogo Alfredo González-Ruibal incide también en esta idea y en cómo el “orgullo” de la gente por sus raíces –y el deseo por compartirlo– ha sido determinante en este proyecto. Cuenta que el pasado que estaban desenterrando era “muy duro, de miseria, pobreza, exclusión social”, pero al mismo tiempo era un pasado “superado” y reconvertido en motivo de “orgullo”.
En cuanto al valor sociológico más académico, González-Ruibal destaca cómo los objetos hallados “muestran un momento de cambio cultural” radical. “Probablemente no haya habido cambios tan grandes en la historia de España como en los años 60 y 70; fue un periodo revolucionario desde un punto de vista cultural y socioeconómico, en todos los sentidos”, apunta.
“Esto es un lugar de memoria no sólo de Madrid, sino de Europa, que es donde primero se vio la foto de Robert Capa”, afirma Uría. “Estamos a cinco minutos del Museo Reina Sofía, que es donde se conserva con mimo la fotografía de Robert Capa, mientras que tenemos en Entrevías el testimonio fehaciente de lo que sucedió pero lo miramos con desprecio”, lamenta. Para ello falta, en primer lugar, “voluntad política”; en segundo lugar, financiación.
Una conclusión del proyecto de Entrevías es que a algunos les molesta que les recuerden que los pobres existen. Familias en el interior de sus chabolas, poblado de Jaime el Conquistador, Madrid (1957).
He trabajado como arqueólogo en tres continentes. Pero nunca pensé que mi proyecto más bonito iba a ser en Entrevías. Un millón de gracias a todos los vecinos y vecinas que habéis convertido una simple excavación en una experiencia inolvidable.
Gracias al Centro Pastoral de Entrevías @EntreBorromeos y a Javier Baeza @14kilometros por su apoyo logístico y moral y por su entusiasmo. A @AnastasioGracia por hacer el proyecto posible.
Ha sido un lujo colaborar con vosotros.
Y a la @SE_MemoDemo por la financiación.
Y gracias a los estudiantes de historia, arqueología y antropología de la UCM y la UAM que han participado en las excavaciones. Ojalá que el proyecto siga vivo y podamos volver muy pronto. Echaremos de menos Entrevías.
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