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miércoles, 17 de mayo de 2017

POEMAS DE LA NATURALEZA.


      Así lo llaman: “El encuentro de las aguas”.

     Y es el punto en que dos de los más grandes ríos brasileños convergen sin mezclarse.

     Desde la canoa, y ante nuestra mirada asombrada,  comprobamos que es  real lo que nos contaron o leímos, que allí, el Río Negro y el Río Solimoes se encuentran  y establecen un diálogo entre ellos, juguetean, se abrazan, se proyectan, crean un espacio nuevo que no pertenece a ninguno de los dos, o que es de ambos, parecen fundirse sin perder la propia esencia, la personalidad de sus orgullosos cauces.

      Y el espacio común se hace cada vez más grande y comienzan, a partir de ahí, un nuevo camino donde  diluirse.

      Ese mestizaje da lugar al gran Amazonas.

     El lado oscuro es el Río Negro, con esa tonalidad de té a causa de la hoja y la materia vegetal que se ha desintegrado y disuelto en el agua. La Agencia Espacial Europea considera que sus aguas son las más limpias y naturales del planeta.

      El lado claro, “café con leche”,  es el Río Solimoes, que baja de las montañas de los Andes con sedimentos de arena, barro y limo.

      Y nunca se mezclan debido a las diferencias de temperatura, velocidad y densidad.

      Por eso, tras la danza inicial, ambos convergen para convertirse en el  Bajo Amazonas.

       Miro  a un lado y a otro de la barca mientras dejo que mi mano juegue con el agua de los dos ríos, sintiendo que mi ser también fluye con la fuerza del torrente, de Yamsá, la madre de las aguas bravas y de los vientos, y pensando acerca  de las relaciones humanas, sobre los encuentros y la forma de actuar en relación a “los otros”.
       ¡Qué bueno sería encontrarse, desordenarse un poco, mezclarse, construirse como colectivos vivos, añadir historias, energías, ideas, proyectos, sentimientos…!

         Intercambiar para crear…

                   Tú,  yo, vosotros, nosotros…

       Abrazarnos para darnos vida, para cuidarnos, para mejorar las oportunidades.

       Porque somos en relación. Somos con los otros.

       Porque se trata de enriquecerse mutuamente, de que mi riqueza cultural puede ser enriquecida por otros. Todos tenemos algo que aprender y todos enseñamos.

               Es “la lógica de la reciprocidad”.