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jueves, 12 de abril de 2018

UNIVERSOS PARALELOS... Cuento para ti.






     Al terminar la jornada de aquel ciclo de conferencias donde habían coincidido como ponentes, Ella y Él cenaron con varios amigos asistentes a la misma, celebrando verse de nuevo.

     Y, ya de madrugada, se despidieron todos reiterándose  en la idea de reencontrarse en breve.

     Él y Ella, es caprichoso el azar, se alojaban en el mismo hotel, elegido por la organización,  por lo que emprendieron juntos el camino , conversando de lo divino y de lo humano, si bien, al poco tiempo, sus pasos se fueron demorando, sin prisa, como sin querer llegar a destino, mientras las confidencias se iban adentrando en los espacios más íntimos y personales que ninguno conocía del otro.

   Ante la puerta del hotel, él se apresuró a proponer: -¿La última?

    -¡Por supuesto! – respondió ella, buscando con la mirada algún garito próximo que aún estuviese abierto.

     Mas la normativa no acompañó y todo parecía cerrado a cal y canto.

     También el bar del hotel, por lo que Él propuso asaltar el frigo-bar de alguna de sus habitaciones.

     Llegaron al de Él, un piso más cerca,  y en la terraza abrieron botellas de cerveza y brindaron por sus causas perdidas.

     -Hace años que nos conocemos- dijo Él rompiendo un breve silencio.- Y a pesar de la distancia, siempre parece que estemos conectados.

     -Es lo que tiene la vida que llevamos -repuso ella- es lo que nos une a tantos de nosotros…

     Tras la primera cerveza, Él volvió en busca de dos nuevas botellas frías que les sirvieran para seguir explorando el territorio que ambos sentían se estaba abriendo ante ellos, aunque aún no habían derribado la barrera.


     Habían llegado a plantearlo… Y todo parecía demasiado difícil. Era como aquello que dijo el escritor: "Todo lo que podríamos haber sido tú y yo si no fuéramos tú y yo..."



     -¿Y si abrimos un pequeño paréntesis? – dijo Ella- Un paréntesis que se cierre en breve, en pocas horas, pero donde no exista nada más, por ese instante, que nosotros…

     -¡No sabes cómo me gustaría!- concedió Él.

     - Un lugar en otra dimensión, en un espacio paralelo, sin daños a terceros sobre todo…- Continuó Ella.

     -Un espacio paralelo sin nada que ver con nuestra actual  realidad.- Añadió Él.

     -Y del que no tendremos que arrepentirnos, porque solo ocurrirá lo que queramos que pase, sin más connotaciones. Sin culpabilidades, sin temores… - susurró Ella.-  Todo lo que queramos, metámoslo en ese instante. “Si no nace en algún otro universo, nacerán en una dimensión paralela aquí en la tierra”.

      Sus miradas estaban fijas cada una en los ojos del otro, que se acercaban lentamente.

     Al fin, sus labios se unieron sellando un pacto implícito, al tiempo que buscaban saciar la sed que otros encuentros anteriores había suscitado en sus entrañas.

 
     Ella despertó al amanecer, mientras la luz amortiguada que entraba a través de las cortinas dibujaba la silueta de Él a su lado, que dormía plácidamente apoyando las manos en su costado.

    -Como en un bolero, pediría al reloj que no marcara las horas… Pensó.
   Pero el tiempo es inexorable. Y sabía que el paréntesis tendría que cerrarse.

    Se levantó con sumo cuidado, evitando despertarle. Se vistió, recogió su bolso, su cartera, volvió sobre sus pasos y depositó un suave beso en la frente de Él, apenas un roce, y le pareció verle sonreir.

     Salió y cerró suavemente la puerta tras de sí, sin que ésta hiciese el menor ruido. A pesar de eso, dentro de Ella sonó como un estruendoso portazo, quizás porque sabía a ciencia cierta que nunca  más iba a poder encontrar la entrada a ese universo paralelo que dejaba atrás.



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     En el ascensor, el mozo del hotel leía un libro de Coelho, que a ella no le gustaba demasiado. Pero, curiosamente, el chiquillo leía el siguiente párrafo:
      “Siempre existe en el mundo una persona que espera a otra, ya sea en el medio del desierto o en medio de una gran ciudad. Y cuando estas personas se cruzan y sus ojos se encuentran, todo el pasado y todo el futuro pierden completamente su importancia y solo existe aquel momento”.
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    En 1957 el físico Hugh Everett formuló una teoría que dice que existe un número enorme, quizás infinito, de universos paralelos. Esto implica que lo que no ocurre en nuestro mundo ocurre en otra realidad alternativa. Aunque existen muchas teorías parecidas, esta es la más conocida y con mayor respaldo científico, aunque parezca salida de la ciencia ficción.
       La existencia de estos mundos paralelos no es sólo pura especulación que depende de teorías exóticas como el multiverso o el de “muchos mundos”, la interpretación de la mecánica cuántica, en la cual el universo se bifurca constantemente, sino que ellos son una consecuencia inevitable de la teoría estándar de nuestro universo.




domingo, 8 de abril de 2018

DIGO TU NOMBRE.

Foto: JOSÉ PALAZÓN. IDOMENI.
     En la actualidad, parece más importante nombrar las cosas que a las personas.

     Se estudia como nombrar determinados negocios para atraernos hacia ellos. Aprendemos nombres dificilísimos que nos inducen a consumir. Las empresas buscan aquellos que les distinguen de los demás como un activo importante, es su valor de mercado.

     En cambio, no sabemos ni nos importan, los nombres de las personas que tenemos al lado, del que nos presta un servicio o el del vecino.

     Olvidamos a menudo que el nombre nos acerca y nos vincula, nos humaniza y nos da un lugar allá donde estemos.

     Dicen que cuando alguien pronuncia nuestro nombre sucede un fenómeno: se agudizan nuestros sentidos, las pupilas se dilatan y la atención aumenta. El conjunto de nuestras neuronas espejo aumenta el flujo de señales para sincronizarnos con las de la otra persona.

    La persona que vive en la calle tiene nombre.
El enfermo, el preso,  denominados a menudo con un número, también tiene nombre.

El excluido de todos nuestros privilegios sociales tiene nombre...

   A ese que llaman "extranjero", sus padres le pusieron un nombre por el que le llamaban con cariño... 

Foto: Mariam. Rivas.
   Hoy reivindico la memoria de tantos y tantas que han sido condenadas al silencio absoluto y quiero recordar a los que fueron olvidados, aunque escribiesen su nombre y su historia en las paredes de las calles o de los calabozos.

   El nombre de cada uno de nosotros nos da la oportunidad de vincularnos, de reconocernos y, por lo tanto, de poder cuidarnos.

    A ti y a ti, me gusta nombraros... Tengo el corazón lleno de nombres.

    Nombradme también a mí, me llaman Mariam.
 


Foto: Mariam. Brasil.