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miércoles, 27 de enero de 2016

OLOR A CARNE QUEMADA.


     El 27 de enero se designó por Naciones Unidas como Día Internacional de la Memoria de las Víctimas del Holocausto, por ser el aniversario de la liberación en 1945 del mayor campo de concentración y exterminio nazi, el de Auschwithz-Birkenau, en Polonia, con la idea de ayudar a prevenir actos de genocidio en el futuro.

      Las principales víctimas fueron los judíos, pero también los romas y sentís (gitanos), los discapacitados físicos y mentales, homosexuales, testigos de Jehová, prisioneros de guerra y disidentes políticos.

     Cuando adoptaron esta fecha, fue con la intención de que la humanidad aprendiera de aquello y pudiera prevenirse la repetición de tan terribles sucesos.

    Pero, en realidad, ¿qué hemos aprendido? ¿No lo estamos repitiendo ya en la actualidad?

Cualquier cosa hecha por el hombre, parece que puede repetirse.

   Hemos aprendido a recordar, a conmemorar, pero no a evitarlo. Incluso los propios judíos en la actualidad consideran que los palestinos han de someterse a su superioridad, y lo hacen con gran efecto devastador, haciendo aquello que define la convención internacional: una nación se propone reducir a la totalidad de otra población, a quien se considera fuera de la comprensión de nuestros intereses, de nuestra ideología o de nuestra concepción del mundo. 

   Quizás la historia, en el futuro, considerará las costas griegas, así como el Mar Mediterráneo y algunas otras zonas europeas, como centros de exterminio, convertidos, como Auschwitz, en símbolos de otro holocausto y de la maldad extrema de nuestro tiempo.

    Habrá quien diga que exagero, que no tiene nada que ver el conflicto de los refugiados y de la inmigración con el holocausto nazi, ya que las opiniones sobre lo que es o no un genocidio son variadas y contradictorias.

   La convención enumera 5 tipos de acciones que definen el genocidio, y entre ellas se encuentra la producción de daño físico o mental a las personas y la creación de condiciones de vida que hagan imposible la supervivencia del grupo.

    Miren, pues, a su alrededor, y me dirán que ven… si lo hacen con la mínima objetividad y sin condicionamientos.

    ¡Yo veo tantas señales!

     Policías checos marcando con rotulador a los que buscan asilo.

     Refugiados subidos en trenes y enviados a lugares diferentes al que piensan que van. (El 3 de septiembre del pasado año  un grupo de inmigrantes se subió a un tren en Budapest creyendo dirigirse a la frontera con Austria y el convoy se detuvo en Bicske, donde las autoridades húngaras habían instalado un campamento). La policía antidisturbios obligó a los refugiados a  descender de los vagones.


Foto de Olmo Calvo.
      La burocracia transforma en números a las personas ante nuestra indiferencia, cuando no participamos del rechazo a las personas que nos solicitan ayuda.


     Hoy se identifica marcando, registrando, despojando, humillando, aterrorizando, concentrando, matando o dejando morir.

Los que sobrevivan, arrastrarán para siempre las ausencias…

Todo esto despierta recuerdos del periodo más negro en el viejo continente.

      Y el sufrimiento de las víctimas es siempre el mismo.

      No hay gradaciones  de sufrimiento y no hay mejores o peores asesinatos, torturas o violaciones que otros.


     El dicho de que “el hombre es un lobo para el hombre” sigue vigente en este mundo real, lleno de conflictos de intereses entre grandes y medianas potencias o grupos de estados que se alían para intereses económicos y que procuran hacer de los humanos mamíferos depredadores cazando en grupo o en manada.

       Pero el Tánatos (instinto de matar) está compensando por otro instinto, el Eros (instinto de vida). Los humanos somos capaces también de actitudes y emociones de empatía, amor, colaboración, cuidado mutuo, etc… Incluso tenemos disposición para colaborar por el bien común de la sociedad y por el rescate de personas absolutamente desconocidas.

       Sólo hay que optar por seguir ese instinto de  destrucción o seguir el de la vida.

    El Holocausto conmovió los fundamentos de la civilización occidental, cuestionó nuestra comprensión de la misma humanidad. En una época rechazamos la visión totalitaria del mundo, horrorizados por la brutalidad contemplada.

    Hoy, en cambio, contemplamos muros, concertinas, golpes, devoluciones en caliente, arbitrariedades sin cuento en las fronteras, niños y mayores ahogados o medio muertos de frío y de desolación en un éxodo continúo en busca de la supervivencia. 

     Y lo peor es que lo justificamos.
     Aunque conmemoremos y recordemos a las víctimas cada 27 de enero.
 
 

A mí, a veces, me parece que me llega ya el olor de cadáveres quemados.


********************
Hoy siguen las noches de los cristales rotos...
y aparecen carteles a la puerta del campo:
"Sólo el trabajo os hará libres"...
Buscaban vivir, salvar a sus hijos,
y se encontraron cercados de alambradas,
de aguas negras, frío y sufrimiento.
Solo quedan miradas,  en ellas aún hay vida,
y yo no quiero despedir a más niños.
En este mundo, los cuervos hoy se posan  sobre algún pie descalzo.
Y voces se levantan clamando en el desierto:
Que nadie mate en mi nombre…
Que nadie deje morir a nadie en mi nombre…
Que nadie encarcele, encadene, esclavice, hiera o robe en mi nombre,
ni cree infiernos donde no existan los derechos humanos,    
ni cierre fronteras en mi nombre…
Que nadie justifique que fueron las órdenes del fuhrer  de turno, ni la debida obediencia…
Porque se puede ser desobediente.

(Mariam, 27de enero de 2016)



Foto de José Palazón.





lunes, 25 de enero de 2016

JOAQUIN, "ELCURA".


“Para los políticos corruptos el pueblo son votantes, para los financieros somos recursos económicos y fáciles de engañar, para la sociedad capitalista somos clientes, consumidores y productores. El capitalismo ha reducido a la gente a producir y consumir, a ser competitivos de tal manera que piensan que la vida de mucha gente sobra.”
              (Joaquín Sánchez, en  “La épica del Compromiso”, de Jose A.Enrique/Josefo)

    Entre el día 2 y el 11 de febrero, Joaquín Sánchez “Elcura”, Arcadio Martínez Corrales y varios componentes más de la PAH en Murcia van a ser juzgados tras la denuncia de un director del BBVA por ocupar su oficina bancaria.

      El objetivo: dialogar con algún representante del banco que no aceptaba la dación en pago ni el alquiler social para 15 familias  que habían sido desahuciadas.

      Voy a hablar hoy del primer citado, Joaquín,  a quien hace poquito he tenido el placer de conocer en persona y darle un abrazo en la San Carlos Borromeo de Entrevías. Y porque me gustan mis amigos curas, esos que viven para la recuperación filosófica del cristianismo liberador.

     Los que tienen claro que su lugar está junto a aquellos a los que la vida les ha reservado el peor papel y luchan desde la defensa de los derechos humanos vinculándose a la militancia social.

      Los que asumen un compromiso por la transformación de la realidad histórica en base a la solidaridad y han renunciado a prometedoras carreras en el seno de la iglesia, a las altas jerarquías, porque estos tiempos exigen definiciones, compromisos y valentía.
      Estos curas que se atreven a preguntar: ¡Eh, tú! ¿Por qué comercias con la necesidad?

      Y Joaquín es de esos, de los que creen en la gente. Nada más, pero tampoco nada menos.
     Pero los  que se solidarizan con los más desfavorecidos ya saben con quién van a entrar en conflicto.

     Está claro que a ningún gobierno le gusta la movilización social ni la participación colectiva. Por eso se criminalizan las luchas sociales y a las gentes que se rebelan contra el sistema establecido.

      A los  obispos, en su mayoría, tampoco les agrada que sus curas se signifiquen en la promoción política del pueblo y no les ponen las cosas fáciles, desde una postura cada vez más alejada de las personas, convertidos en miembros de una institución de gran poder con tantos privilegios que les hacen  escorarse hacia una destacada complicidad con los poderes financieros y con posturas tan condescendiente con las injustas medidas gubernamentales.
      Ha existido, aún existe, un divorcio claro entre la iglesia y las clases trabajadoras, que vive alejada de la cultura de la democracia y de las libertades ciudadanas.

      Algunos miembros de la Teología de la Liberación que quisieron revertir la historia, superar la civilización del capital y bajar a los crucificados de la cruz, como decía Ellacuría, quisieron responder a los desafíos de esta época con el compromiso político de su vivencia religiosa. Y lo pagaron con su vida.

      Pero ya lo dice Mateo en su evangelio: “Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia…” Y así, el teólogo Pagola señala que “Jesús sería hoy un indignado que pide una revolución de las conciencias”.

      El propio Joaquín El cura nos habla a menudo de la “eutanasia social”: “El capitalismo no es sólo un sistema económico y político, es antropológico, configura la forma de pensar y una cultura de valores que hemos mamado y que deja a la población indefensa intelectualmente”.

      Tenemos un resorte conservador que no nos deja ver que es posible cambiar las cosas, porque para ello hace falta que perdamos el miedo. El propio Joaquín ha escrito que “tener miedo es muy humano, lo importante es que no nos paralice”.

      La pobreza no es fruto del azar o del fatalismo, como dice B. Forcano, sino de la lógica del sistema neoliberal, hoy predominante y globalizado.  
      La dictadura de los mercaderes y el pensamiento único se han institucionalizado, cree Joaquín,  a través de leyes y decisiones políticas, olvidando que “este mundo debe ser un mundo de todos y para todos”.
      Hablar de los desahucios es referirse a la realidad concreta de este país, y la PAH de Murcia ha conseguido frenar en más de 200 ocasiones las órdenes de la comisión judicial buscando después negociar con las entidades bancarias.
     “Nos sentamos en el suelo, cuenta Joaquín, hasta que el banco acceda a negociar con las familias cualquiera de las soluciones posibles, menos echarla a la calle. (…) Vamos con ellos a hablar con el director de la sucursal… Su técnica es hablarte siempre de los de arriba: “Yo es que no puedo hacer nada, es que el ordenador…” Esto del ordenador es un fenómeno, como si fuera un dios con voluntad propia que ha decidido tu destino”.
      En sus artículos publicados en prensa y en sus libros, (el último “La fragilidad de la vida”)  este cura-flauta como alguno le ha calificado, nos habla de todo lo que tiene que ver con lo que nos rodea, sin medias tintas.
 
     Y ante las críticas que recibe, confiesa : “No quiero ser  inocente porque significaría mirar para otro lado”.

    Dentro de unos días, él y otros compañeros se van a sentar en el banquillo.

   No deberíamos dejarles solos, porque ellos no lo han hecho ante nuestra adversidad.    

     Hay que conseguir que el compromiso social se reconozca, no se criminalice.

   Y que se nos oiga, alto y claro:
   "Nos quieren en soledad, nos tendrán en común".
 

 





lunes, 18 de enero de 2016

ENRONQUECIDOS.


"Nos desesperábamos donde sólo había injusticia
  y nadie se alzaba contra ella.
    Y, sin embargo, sabíamos que también el odio contra la bajeza
         desfigura la cara.
           También la ira contra la injusticia pone ronca la voz".


                                                                      (Bertolt Brecht)



Foto de José Palazón.
     Se nos ha enronquecido la voz sin conseguir que quieran escuchar nuestro alegato. Nos han prohibido la solidaridad, nos han enseñado las numerosas maneras de matar que existen, no desconocemos ninguna de ellas...
  
        Mas, afortunadamente, están  los que no tienen nada que perder, que nos recuerdan que hay mucho dolor y mucha vida en los micromundos que se tapan bajo nuestras cegueras, que hay casas donde el viajero puede quedarse cuanto quiera, y en las que son bienvenidos los desesperados, en espera de los tiempos en que "el hombre sea amigo del hombre".
 


              Y estáis,los que cuando alguien pregunta:  ¿Qué puedo hacer yo?

               Respondéis sin dudar: 

                 Lo que quieras,
                     menos poner tu nombre en la lista de los testigos mudos.
    

           
           

martes, 12 de enero de 2016

AZÚCAR Y LIMÓN: Jarabe para un corazón roto.



“Dicen que cada nueva mañana nos trae mil rosas;
  sí, pero ¿dónde están los pétalos de la rosa de ayer?”
                                                                             (Omar Khayyam)




No tengo el manual de primeros auxilios para un fracaso amoroso.
El primero de uno de mis hijos…
    No nos sirve el jarabe de azúcar y limón.
 
         Cuando nos dejan, por mucho que hayamos pensado en ello o que nos hayan avisado, quedamos hechos polvo. Nos invade esa tristeza que sentimos cuando perdemos algo.
         Y esperamos recuperar lo que "nos han quitado", y si pensamos que lo hemos perdido para siempre, la desolación no nos permite ver que estamos preparados para todo tipo de emociones, con las que crecemos, maduramos, nos fortalecemos y aprendemos a querernos.
        No sabemos aún que todo es cuestión de "19 días y 500 noches", como nos canta Sabina.
          El camino es largo y difícil... Por eso, todo lo que yo le diga hoy  es imposible de asimilar en este momento.
        Tengas la edad que tengas, el fracaso amoroso duele.
 
          ¿Y qué puedo decir?
        Que las personas no responden a nuestro mapa de la realidad, no podemos ni debemos controlar y modificar sus reacciones. No actúan de acuerdo a nuestras expectativas y así debemos aprender a aceptarlo. Asimilar que las conductas de los otros se escapen a nuestro control es una parte importante en nuestras relaciones, también en las sentimentales, por eso el éxito o el fracaso amoroso no dependen solo de uno mismo, hay dos partes en juego.
        Cada persona tiene una percepción de la realidad propia y subjetiva, por lo que tantas veces se da el desencuentro y la ruptura. El fracaso amoroso es algo natural aunque no por ello nos dolerá menos. Pocas sensaciones resultan tan insoportables como la de percibir o escuchar que no nos quieren de la forma que esperábamos, o, sencillamente, que no nos aman.
      Y es que en la aventura del amor la voluntad humana no siempre cuenta. Por eso hay magia y prodigio en ella.
 
        Hijo querido,  pocas veces elegimos de quién enamorarnos o quién se enamora de nosotros.  Las relaciones amorosas evolucionan según percepciones y acontecimientos individuales, y lo hacen de forma desigual e incontrolable.
      un desamor no es más que la manifestación de ese desencuentro del que hablaba antes.
      Nada importa si nos mintieron, si se volvieron atrás, si pusimos o apostamos más...
Eso no nos evita el dolor.
       Aceptar que el rechazo forma parte del juego en esta vida y que todos alguna vez podemos experimentarlo, nos ayudará a comprender y a tener más paz interior.
      No sabes cuánto me gustaría poder consolarte más y mejor. Lo hago, pero sé que hoy es inútil. Solo puedo estar contigo, decirte que si tienes ganas de llorar, lo hagas, los chicos también lloran...
   O mejor, vamos a cantar, hijo, aunque sea la canción más triste del mundo.
   Vamos a bailar, aunque lo hagamos con lágrimas y los pies nos pesen...
           Vamos a vivir, aunque parezca hoy tan poco apetecible…
Tú no, pero yo sé que algún día, aceptarás la situación,
incluso te parecerá esto una pequeña derrota.
                   Y que estarás preparado para el siguiente partido.
 
 
Mariam, tu mami.