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jueves, 26 de octubre de 2017

ANGEL: LA PASION POR LA UTOPÍA.



         Cuentan,  en Oriente, que en el Paraíso había un árbol diferente a cualquier otro de la tierra. Sus ramas eran traslúcidas, las raíces succionaban leche en lugar de agua y su tronco brillaba como si estuviera revestido de hielo. Pero, al acercarte a él, no estaba frío en absoluto.

       Cada hoja de ese árbol llevaba escrito el nombre de un ser humano.
       Una vez al año, los ángeles se reunían alrededor y formaban un círculo y,  al unísono, batían las alas. Así levantaban un fuerte viento que sacudía las ramas y poco a poco, se desprendían algunas de las hojas.

      A veces, una hoja tardaba bastante en caer; otras, descendían como en un abrir y cerrar de ojos.

       En cuanto una hoja tocaba el suelo, la persona cuyo nombre llevaba escrito, exhalaba el último suspiro.

       Por eso, los sabios no pisaban jamás una hoja seca, por si transportaba el alma de alguien a alguna parte.

Hoy, la hoja con tu nombre, amigo querido, ha caído con la fuerza del viento de las alas.

Hoy, la muerte ha pisado de nuevo nuestro huerto.

Nos queda un dulce  recuerdo de tu paso por nuestras vidas, de tu coraje, de tu luz,  de tus  lecciones de dignidad. Desde tu sencillez y  humildad nos demostrabas cómo rebelarse contra la humillación, los tiranos y las injusticias. 

        “El último camello de la fila, camina tan de prisa como el primero”, te dije una vez mientras hablábamos en mi plaza. Y tú me respondiste: Claro, porque lo que nos pase a cualquiera de nosotros, nos afecta a todos.

        Vuelvo de estar con tu familia, como tantas personas que os quieren.

        Tu compañera, todavía incrédula ante el hecho de tu partida… Esa gran mujer con la que hiciste realidad que no necesitamos más que lo más básico cuando estamos con la persona amada, y con la que, codo a codo, salías a la calle y reclamabais pan, trabajo y techo desde la PAH, desde la Red de Recuperación de Alimentos de Rivas (RRAR), desde las asambleas y por todas aquellas causas por las que creías que era  tan necesario cambiar las políticas existentes.

       Tu preciosa niña que engrandecerá tu familia en unos meses, pariendo felicidad, aunque ahora esté tan desolada también ante tu ausencia.

      Tu hijo pequeño, un hombrecito ya, me dice que esto es muy duro, pero que ahora solo tiene que fijarse en lo que tú hacías para seguir caminando.

      Siempre recuerdo lo que mi gran amigo Josito me dijo una vez ante las sucesivas pérdidas que tuve: “ Somos lo que nos han querido”, y que escribió que “vivir es llenar la propia existencia de rostros, de gestos, de ternura, de pequeños detalles, de hechos discretos pero sublimes”.

        Yo también lo creo firmemente. Somos lo que nos han querido.

        Doy  las gracias por haberte tenido en mi camino, por toda esta maravillosa familia que también siento mía, y,parafraseando a Walt Whitman, por ser de “los hombres y mujeres fuertes, valientes, abnegadas, "que han acudido con prontitud en auxilio de la libertad, en todas épocas, en todas las naciones".

        Tu vida no fue fácil en absoluto. Los dioses, o quien fuera, como bromeábamos hace pocos días, te otorgaron un instante de esta vida, quizás “un día breve, encendido, ciego, luminoso, para abrazar el aire, arder de amor, gozar, sufrir, cantar, saber, decir, aprender a decir gracias…” *

      De alguna manera, al despedirme hoy de ti, he percibido que ahora formas parte del todo y que todo forma ya parte de ti.

      El centro de nuestro universo no está en los paraísos, ni en Oriente ni Occidente.

      Se halla donde quiera que te rindas al amor.

      A veces está donde perdemos a un ser querido.

      Pero no te perdemos, no, querido amigo. Seguirás estando  en nuestro corazón lleno de nombres.



"Te lloro.
Únicamente con el amor te personifico.
Quiero que sepas que te amo.

Y que el amor, más que la vida, 
es incompatible con la muerte."  **

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*   (Poema de Juan Vicente Piqueras)

** (FILIPA MELO: “Éste es mi cuerpo")