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lunes, 31 de diciembre de 2018

AÑO NUEVO

A primeros de enero de un año cualquiera,
con amores y nombres seleccionados,
con los huesos maduros a mitad de mi vida
me PROMETO solemne no sufrir demasiado.
Si me pegan, que peguen,
si me aciertan, me han dado,
y si pierdo en la Rifa,
será porque he jugado.
Me fastidian las penas,
me da alergia el enfado,
con el ceño fruncido
parezco un feto raro.
Año nuevo vida nueva
(¡Qué tópico más sano!)
Nueva luz ilumina
mi ascensor apagado
de subir a deshora
de estar comunicando,
de hacer la angustia en verso
de hacer el tonto en vano,
de sembrar mis insomnios
de tachuelas y clavos.
A mitad de mi vida
de par en par sonrisa y puerta abro,
—que no quiero acabar por los pasillos
con el corazón apolillado—.
PROMETO no volver
a ahogaros en mi llanto,
no volver a sufrir,
sin un motivo muy
justificado.
(Gloria Fuertes)
 
Foto: En Abril de 2018, en Acupe, a 90 kilómetros de Salvador de Bahía.
Moto realizada por un amigo artesano que ha llenado de felicidad a los niños en todo el pueblo.

miércoles, 19 de diciembre de 2018

EN TU ADN Y EN EL MIO.



El mono se convirtió en ser humano 
porque decidió emigrar.


Migrar para cambiar de vida siempre ha estado 
en el ADN del homo sapiens.

Somos migrantes por naturaleza.





El proceso comenzó hace millones de años, 

al descender un grupo de homínidos de los árboles,

por la disminución de los bosques y la aparición  de graves heladas 

que les impedían alimentarse adecuadamente, 

por lo que decidieron emigrar.


 Y en el proceso de la emigración, algunos se convierten en apátridas.

Ser apátrida significa no tener derecho a tener derechos.

Así lo definió la filósofa alemana Hanna Arent.

Tener nacionalidad es un derecho humano en sí mismo. 


Por eso, toda mi vida lucharé
para derribar las fronteras, los muros, las vallas y los controles racistas.

Porque
no solo de pan vive el hombre,
 también de la solidaridad y de la amistad.

jueves, 13 de diciembre de 2018

NO ESTAMOS SOLOS.



En este mismo instante 
hay un hombre  (mujer) que sufre, 
un hombre (mujer) torturado 
tan sólo por amar  la libertad.

Ignoro  dónde vive, qué lengua  habla,
de qué color  tiene la piel, cómo  se llama,
pero  en este mismo instante, 
cuando tus ojos leen 
mi pequeño poema, 
ese hombre ( mujer) existe, grita, 
se puede oír su llanto 
de animal acosado, 
mientras muerde sus labios 
para no denunciar  a los amigos.

¿Oyes? 
Un hombre  (mujer) solo  grita maniatado,
existe  en algún sitio.

¿He dicho solo? 

¿No sientes, como yo, 
el dolor de su cuerpo  repetido en el tuyo? 
¿No te mana la sangre  bajo los golpes ciegos? 

Nadie está solo.
Ahora,  en este mismo instante, 
también a ti y a mí 
nos tienen maniatados. 
 
           (José Agustín Goytisolo)

 
 No, no estamos solos.


   Tenemos la fortuna inmensa de contar con personas excepcionales, las que luchan incansablemente contra la injusticia y la impunidad, los que creen de verdad en que la dignidad humana es universal, igual e inalienable... 

    Son perseguidas, acechan su integridad y quieren abatirles...

       Pero de vez en cuando se reconoce su valentía, 
su ejemplo y su compromiso.

     ¡Gracias, amigas y amigos por ser como sois!



sábado, 8 de diciembre de 2018

SOBRE LOS CHAVALES EMIGRANTES NO ACOMPAÑADOS Y LA SUPUESTA TUTELA DE MENORES



Los chavales “no acompañados” que acoge el Centro de Hortaleza, cuando llegan, son muchachos pletóricos de expectativas y acometividad; que han atravesado países y mares jugándose la vida, casi siempre con la loable intención de ayudar a sus familias, sin más recursos que su ingenio y valentía.
Es evidente pues que no necesitan de especial tutelaje, lo que de verdad necesitan es que se les respete, que se reconozca de forma legal su indiscutible existencia; y que necesitan oportunidades de ganarse la vida, que si las hay serán legales, e ilegales si no las hay, porque el comer sigue siendo una necesidad por más que se le niegue el derecho.
Es falso que nos quiten puestos de trabajo, porque el trabajo que se les encomienda es en condiciones de esclavitud, sin derecho alguno, que para eso se les tiene sin papeles. Es falso que hagan peligrar nuestra cultura y nuestras buenas costumbres, muchos extranjeros que alcanzan nuestras costas son portadores de una ancestral y envidiable cultura familiar. Y si a veces acaban destrozados, es víctimas del tutelaje.
Cada vez es más indignante la intervención que ejerce la Administración sobre los llamados “Menores” y de modo especial sobre los “no acompañados”:
 
Para colmar tan errático intervencionismo don Ángel Garrido, presidente de la Comunidad de Madrid, amenaza ahora con denunciar ante la fiscalía a cualquier alcalde, asociación o  particular  que revele el destino de los muchachos inmigrantes no acompañados.
En nuestra cultura de occidente los niños siempre han sido de sus padres con los únicos límites que advierte el Derecho Penal.
Cuando acaeció la revolución bolchevique estalló el debate sobre si la descendencia es un bien de los progenitores o es un bien del Estado. En vista de que algunos padres no pueden o no saben atender adecuadamente a sus hijos, la Ley de Protección Jurídica del Menor decidió estatalizar el asunto: los niños que no están bajo protección de su familia están, bajo la protección del Estado.
Pero ¿quién le ha dicho al señor Garrido, presidente de la Comunidad de Madrid, que la ciudadanía no somos parte del Estado? ¿quién le ha dicho que el Estado sólo es él y la Administración? ¿que disponen de poder a su antojo para privar a los ayuntamientos, a las asociaciones o a los simpes particulares del derecho a la solidaridad?
La legislación española contempla “la solidaridad humana como un bien jurídico directamente protegido” y advierte que es suficiente conocer una situación de riesgo para gozar del Derecho y Deber de socorro.
Llevamos demasiado tiempo comprobando que poner a los chavales en manos de la  Administración, que a su vez los pone en manos de ONG, de fundaciones y empresas con afán de lucro, tampoco está atendiendo la necesidad y derecho de esos muchachos de reconocimiento legal; tanto más cuanto que recomiendan atenderles de modo distante y autoritario, eludiendo los gestos habituales de la sociabilidad.

Desconozco el lugar a donde se les haya enviado o se les vaya a enviar, pero en cuanto ese dato llegue a mi conocimiento me sentiré absolutamente libre para darlo a conocer a quien juzgue conveniente, como particular, como mero ciudadano que soy. 

Y que nos denuncien por ser normales, esto es, por ser sociables y por ejercer nuestro derecho y deber de socorro.

Enrique Martínez Reguera
Madrid, diciembre de 2018