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martes, 30 de abril de 2019

NAMORADEIRAS... EN LA JANELA.


     “Namoradeiras” es el nombre que se da en Brasil a un tipo de escultura popular que aún se ve adornando las ventanas de muchas casas.

       La cabeza de una mujer apoyada en su mano, cabeza hombros y busto de distintos materiales, cerámica, madera, yeso o resina, que componen esta artesanía que se deja ver en el alfeizar de la janela…
 

    Cuenta la historia que en la época colonial, cuando la educación familiar era muy rígida y las muchachas no podían salir del ambiente doméstico,  su presencia se reducía a festejos señalados o procesiones religiosas, y las ventanas se convirtieron en lugares de vigilancia y de exposición para ellas.   




  También se cuenta que las mujeres mineras (de la región de  Minas Gerais), después de terminar los quehaceres domésticos, se apoyaban en las ventanas y se quedaban mirando la calle de forma nada discreta. Se decía que a la espera de un posible novio o por el gusto de coquetear.


    El mito se ha convertido en estas esculturas que aún hoy se ven por las calles de  muchas ciudades y pueblos brasileños, las muchachas a la espera de un pretendiente que, al pasar, les dejara una sonrisa, y quizás el inicio de un amor y una posible boda.




Esas ventanas eran para muchas mujeres el único contacto con el exterior.

      Es de suponer que no todas tendrían el mismo objetivo. Algunas aprovecharían un rato libre para descansar de las duras tareas domésticas, o simplemente tomarían aire fresco, viendo jugar a los niños en la calle o charlando con la vecina de otra ventana.




    Son historias románticas, pero en realidad… ¿Quién no espera por alguien?

     Hoy los niños permanecen dentro de las casas, usamos el móvil para comunicarnos con los demás, las cartas desaparecieron y en lugar de mirar las calles, nuestra mirada permanece fija en la televisión. Son otros tiempos.



Me gusta ver estas "namoradeiras" en las ventanas cuando paseo por estas calles brasileñas. 

Meninas, garotas.... Chiquillas y mujeres, representando la historia.

    En uno de los paseos, el artista nos aborda en el puente, nos habla de que quiere mostrarnos una cuestión de perspectiva, nos hace fotos y reímos un rato con él.

    El resultado es divertido. Y aquí os invito a verlo.