Así lo
llaman: “El encuentro de las aguas”.
Y es el punto
en que dos de los más grandes ríos brasileños convergen sin mezclarse.
Desde la
canoa, y ante nuestra mirada asombrada, comprobamos
que es real lo que nos contaron o
leímos, que allí, el Río Negro y el Río Solimoes se encuentran y establecen un diálogo entre ellos, juguetean,
se abrazan, se proyectan, crean un espacio nuevo que no pertenece a ninguno de
los dos, o que es de ambos, parecen fundirse sin perder la propia esencia, la
personalidad de sus orgullosos cauces.
Y el espacio
común se hace cada vez más grande y comienzan, a partir de ahí, un nuevo camino
donde diluirse.
Ese
mestizaje da lugar al gran Amazonas.
El lado oscuro
es el Río Negro, con esa tonalidad de té a causa de la hoja y la materia
vegetal que se ha desintegrado y disuelto en el agua. La Agencia Espacial
Europea considera que sus aguas son las más limpias y naturales del planeta.
El lado
claro, “café con leche”, es el Río Solimoes, que baja de las montañas de los
Andes con sedimentos de arena, barro y limo.
Y nunca se
mezclan debido a las diferencias de temperatura, velocidad y densidad.
Por eso,
tras la danza inicial, ambos convergen para convertirse en el Bajo Amazonas.
Miro a un lado y a otro de la barca mientras dejo
que mi mano juegue con el agua de los dos ríos, sintiendo que mi ser también
fluye con la fuerza del torrente, de Yamsá, la madre de las aguas bravas y de
los vientos, y pensando acerca de las
relaciones humanas, sobre los encuentros y la forma de actuar en relación a “los
otros”.
¡Qué bueno
sería encontrarse, desordenarse un poco, mezclarse, construirse como colectivos
vivos, añadir historias, energías, ideas, proyectos, sentimientos…!
Intercambiar
para crear…
Tú, yo, vosotros, nosotros…
Abrazarnos
para darnos vida, para cuidarnos, para mejorar las oportunidades.
Porque somos
en relación. Somos con los otros.
Porque se
trata de enriquecerse mutuamente, de que mi riqueza cultural puede ser
enriquecida por otros. Todos tenemos algo que aprender y todos enseñamos.
Es “la lógica
de la reciprocidad”.