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martes, 17 de diciembre de 2024

COMO UNA ESTRELLA FUGAZ.

   



          Escribo desde este hueco que has dejado en mi corazón, cuando otra vez la muerte pisa mi huerto...

  Un hueco que se extiende en los vacíos que encontraremos desde ahora, cuando ya no te sentarás a la mesa...

Un final anunciado, una vela que se iba apagando, mas no por ello menos doloroso.

Ya eres un escalón más en esa escalera al cielo, como me ha dicho mi hija, tu prima, con quien te has criado cuando eras muy pequeño, a nuestra sombra.

¡Cuántos recuerdos! 

Viajes en verano al pueblo, a la playa,  excursiones a la sierra en Madrid, fines de semana en casa, carnavales, Navidades y Reyes de ilusión,  y tantos momentos compartidos..

Te veo tan pequeño,  tan bonito, haciéndonos reír con tu inocencia, que ahora, en tu plena juventud, cuesta creer que tu proyecto de futuro se ha terminado.

Queda cierto consuelo, aunque difícil de asumir,  al saber que descansas ya de un sufrimiento inútil,  terrible y constante, de tantas horas de dolor, donde luchabas por la vida, para vivir por tu hijo tan pequeño aún.  

¡Qué valiente has sido!

Dicen que tenemos que contemplar la muerte como parte de la vida y así debería ser. 

Pero ante ésta  ¡me siento tan vulnerable! 

Hay que afrontar constantes despedidas,  adioses y pérdidas. Y entonces somos conscientes de que todo lo que amamos se nos puede arrebatar.

Aún así,  agradezco tu existencia, tu paso junto a nosotros, las huellas que dejas y que seguirán en mi corazón, porque has sido una estrella fugaz luminosa que deja su estela.

Descansa, pues, mi niño..

Hasta siempre, 

quizás en otra dimensión donde nos encontremos llenos de dicha.

Ojalá exista un lugar donde ahora estés sin tener nada que temer y donde seas todo lo feliz que mereces.

Y, si puedes, ayúdanos a todos nosotros,  los que lloramos desolados tu ausencia,  a contemplar el espíritu de la muerte abriendo nuestro corazón a la vida.