Al otro lado de la frontera, no siempre hay un país lleno de oportunidades.
Quienes marchan de su tierra, descubren que el mundo no es tan bello como les habían contado...
Cómo les habían contado...
Como les habían contado…
Dicen que hoy es el día para la erradicación del racismo, ese mal de todos los tiempos en nuestro mundo, que se basa en los prejuicios, en la incomunicación, en la incultura, en el miedo… Sí, el miedo a lo que desconocemos, y la desconfianza que nos genera el otro…
Hace un tiempo tuve que subtitular un corto animado, que había recibido el Premio Goya al mejor cortometraje en 2007. "El viaje de Said", creo que es una pequeña joya cinematográfica de Coke Rioboó, en la que éste nos explica que las esperanzas e ilusiones que se ponen en la decisión de emigrar, no suelen cumplirse.
En él se escucha una canción:
¡Deténgase, alto a la autoridad!
¡Deténgase, alto a la autoridad! ... (El viaje de Said)
Recomiendo dedicar unos 12 minutillos a ver esta pieza, en el enlace que os facilito,
porque imagino que os va a gustar y es una obra que, desde la ternura, nos pone en situación de lo que muchos vivimos cotidianamente. En árabe y en español, pero doblado, se ve enseguida y puede servir para la reflexión.
Los que llegan, además de los problemas migratorios, se encuentran con la xenofobia y la discriminación por parte de los que les consideran menos merecedores que los demás a vivir en esta sociedad.
Incluso en el sistema educativo, se practica el racismo en relación con la consideración, a veces implícita, de la supremacía blanca, y de las interpretaciones que se dan en el ámbito escolar sobre aspectos tan transcendentales como la esclavitud, el colonialismo, las limpiezas étnicas…
Cuando enseñamos en el aula que ríos, montañas y pueblos enteros de África, América u Oceania fueron “descubiertos”, nos situamos en un plano superior al de los que vivían allí junto a esos parajes, practicando su cultura y su forma de organización social. Cuando decimos que “les llevamos la civilización” estamos utilizando la exclusión, y sobre todo, y mucho más grave, puede que estemos justificando de forma sutil muchos crímenes históricos.
Dijo una vez el Subcomandante Marcos algo que a mí me pareció muy sensato:
“Yo soy como soy y tú eres como eres; construyamos un mundo donde yo pueda ser sin dejar de ser yo, donde tú puedes ser sin dejar de ser tú, y donde ni tu ni yo obliguemos al otro ser como yo o como tú”.
Por eso, nunca deberíamos negar el derecho a exigir el pedazo de pastel de quien lo merece.
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