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lunes, 20 de agosto de 2018

LA EMIGRANTE.

Mujer que caminas noche y día
con tu llave inmemorial.
Das nacimiento a la palabra veraz.


Atraviesas el río  y nadie te reconoce.


Te mojas, sudas, pierdes tus zapatos.


Otra jornada abrumada de cansancio.


No puedes verbalizar tus injurias,
pero eres sabia aunque te encuentren infraganti.




Te interrogan:
-¿Quién eres? ¿De dónde vienes?




-¿Qué buscas en esta tierra que ya tiene dueños,
y fronteras y murallas
y hermanos que saben de la muerte lenta?




Al espacio de tu linaje vuelves
(como sombra que releo).




En tu luminosa faz el fuego no termina.


Escapas, caes, te levantas, te sacudes,
hablas en tu lengua de tortilla,
muerdes tus palabras de café
y no te dejas derrotar por la nostalgia...


Tu canto se ahoga,
se alejan las salidas.




Eres inmigrante,
tu identidad se ha reducido para siempre.


No entiendes de visas,
ni de planetas fragmentados.


Aprendes a decir "good morning",
pero a nadie le interesa "how you are",
ni que estés habitada por un hijo sepultado en el desierto,
por la ilusión de un empleo,
de un refugio para vivir en paz.


Yo también soy la ruptura de la costura.
Aquí dentro no se disipa la niebla...


Y me sucede que miro en tu espejo...
                                 ¡Y me veo!



(Consuelo Hernández, poeta colombiana)







**********

Foto de Lucía Muñoz.
    V.,  mujer camerunesa, valiente y decidida, ha llegado a esta ciudad tras seis años de un viaje del que no podemos ni imaginar los detalles.



     Sí es difícil para cualquiera, imagina siendo mujer, como nos ha enseñado en numerosas ocasiones Helena Maleno, como nos cuentan ellas mismas cuando pueden verbalizar sus numerosos sufrimientos:




       "También morimos más, de forma más fácil. En el desierto o en el agua, en cada cruce de frontera, si te quedas al borde del agua estás expuesta a más violencia por ser mujer.
  
        Cada hombre que ves ya sea negro o blanco, bandido o militar, puede convertirse en un agresor".


     La Cruz Roja, que parece haberse convertido en una agencia de transportes, la trasladó junto a otros compañeros de odisea a la estación de autobuses de Madrid, donde llegó a las 4 de una madrugada calurosa.




    Para V. comienza ahora otra etapa,  no menos dura ni menos agresiva.


    Nuestro sistema no es acogedor, Europa está blindada "contra" los que llegan.




    Bienvenida a nuestras casas, V.  
    ¡¡Bienvenue!!


     Ojalá sepamos ayudar a curar tanto daño, a reparar tantas cicatrices, a alegrar tu preciosa mirada, que hoy aún expresa tanta tristeza...








   

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