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lunes, 8 de junio de 2020

JUSTICIA PARA MIGUEL.


Seguimos en un mundo feudal y en una sociedad colonizadora, donde hay vidas que no valen nada.

Así ha sido con la de Miguel, un niño negro de 5 años, que  ha  perdido la vida por la ¿negligencia? de una persona blanca.

En estos momentos, el servicio doméstico no se considera esencial, pero hay quien decide que puede obligar a otros a trabajar, a su servicio, durante una pandemia.


Después de todo, ¿quién va a lavar los platos de los patrones blancos?


¿Quienes son los parásitos?

Las torres gemelas de Recife, dos edificios gigantes de lujo, a orillas del mar, han sido escenario de la muerte de este pequeño que cayó desde el 9º piso de una de ellas.


La empleada doméstica Mirtes R. de Sousa había tenido que llevarse ese día al trabajo a su único hijo, Miguel Otavio, al haberse cerrado el colegio por el covid-19.


En un momento dado, la patrona le ordenó bajar a pasear a los perros, las queridas mascotas de la casa rica, y la criada le pidió que cuidara del niño mientras lo hacía.


A la señora le estaban haciendo la manicura y cuando el pequeño empezó a quejarse llamando a su madre, se sintió molestada, por lo que, según se observa en las cámaras del edificio, le llevó al ascensor y le dejó en él, solo, para que fuera a buscar a su madre.


El niño acabó en el piso 9º, el lugar de los aparatos de aire acondicionado, y, desde allí, quizás llamando a su madre o viéndola en la calle, sintiéndose solo y angustiado, cayó al vacío desde una altura de 35 metros.


Tras la tragedia, al día siguiente, la señora fue llamada a declarar, pero pagó una fianza de 20.000 reales (unos 3.500 euros) y fue puesta en libertad.



      La policía no divulgó la identidad de la patrona, pero sí lo hizo la madre del niño. Se trata de la esposa del alcalde de Tamandaré, una ciudad a 100 km. de Recife: Sari Corte Real.

La mamá había declarado que era "la primera y única vez que le confié a mi hijo y ella lo dejó ir a la muerte".


La indignación por el suceso se ha hecho patente entre los ciudadanos de Recife, que se han manifestado pidiendo justicia y preguntándose si "¿5 uñas valen más que 5 años de un negro? y gritando que  "las vidas negras importan" y "no fue accidente, fue asesinato".

Este caso se volvió viral porque Miguel representa la realidad de muchos niños negros, hijos de empleadas domésticas.


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Y yo lo he visto en ese país...

Como en el Brasil colonial, un niño juega en el suelo de la casa grande, mientras los jefes siguen siendo jefes esclavistas.


Y su madre sigue siendo la criada.


La señora quiere que paseen a sus perros, la empleada cumple la orden 

y el niño queda inquieto.

Si fuera el niño blanco, hijo de los amos, le distraerían con un juguete de última generación, para que nadie interrupa la manicura.


Como era hijo de la críada negra, se le dejó solo dentro de un ascensor, 

algo prohibído por la legislación.

Los perros necesitan supervisión... el pequeño Miguel no.


"El Brasil de hoy sigue siendo el de las pinturas de Debret".


¿Qué pasaría si hubiera sido al revés?


















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