Cuenta una leyenda universal que, hace muchas épocas, las personas eran animales simbióticos: iban siempre acompañadas de un pájaro diminuto, de plumaje brillante y canto melódico, que eran como un susurro: Se llamaba Ahora.
Los Ahoras acompañaban a los humanos día y noche, revoloteando por sus cabezas en silencio, eran pajaritos muy sabios y sencillos.
Cada vez que sus simbiontes contemplaban un paisaje hermoso, miraban a alguien a los ojos, o vivían cualquiera de esos mágicos eventos que suelen discriminarse solo por ser cotidianos, el Ahora les daba un pequeño picotazo en la cabeza de la persona y cantaba; entonces las personas tenían un Momento de Consciencia. Vivían el presente con más nitidez y eran felices. De hecho, los Ahoras se alimentaban de las emociones que se desprendían de estos momentos, y de ahí la simbiosis.
Había gente que se hacía muy amiga de sus Ahoras y estos les daban Momentos de Consciencia a cada instante.
Sin embargo, algo ocurrió. Llegó un punto en que, por motivos estraños, la gente empezó a establecer relaciones con otras dos aves, una de plumaje negro y otra blanco: se llamaban Antes y Después, y poco a poco, los Ahoras fueron muriendo, la magia de los pequeños detalles desapareció y los Momentos de Consciencia se perdieron para siempre.
Mas este no es el final de la historia, pues la leyenda asegura que los hermosos Ahoras, aunque ya no puedan volar ni picarnos, siguen viviendo en el alma de cada uno de nosotros, esperando que retomemos la simbiosis y podamos ver la magia de nuevo.
Incluso dicen algunos que… si cierras los ojos, respiras hondo y sonríes, podrás sentir, en el corazón y en la mente, el canto y el picotazo del Ahora, y al volver a abrirlos el mundo será brillante.
(Óscar Soria)
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