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sábado, 28 de junio de 2025

ORGULLO DE AMAR.

        


        Amar es encontrar en otra persona la mejor versión de ti.

      ¿Por qué como cultura estamos más cómodos viendo a dos hombres sosteniendo armas que sosteniéndose de las manos?

    ¿Por qué tener una relación lésbica es, aún a día de hoy, todo un acto revolucionario?

En tiempos en que la discriminación sigue presente, el orgullo no es una moda, es resistencia.

Celebremos la diversidad, celebremos el amor.






jueves, 19 de junio de 2025

¿VALE MÁS UN MÓVIL QUE UNA VIDA HUMANA?

 


¿VALE MÁS UN MÓVIL QUE UNA VIDA HUMANA?


Para mí no.
Cualquier objeto se puede restituir, reemplazar, incluso prescindir de él en este mundo  condenadamente consumista.

Y como nos relata en su cuenta de redes "@1cada8horas.bsky.social‬", 
también digo:

"Ayer un policía fuera de servicio ha matado a un tipo extrangulándolo en plena calle.

La víctima era un marroquí que intentaba robar y el agresor un policía de paisano.

Le aplicó un "mataleón", que es una forma fashion de decir que lo asfixió hasta matarlo.

Fue el SUMMA a certificar la muerte.

A lo mejor os suena de perogrullo, pero para que una persona tenga una parada cardiorrespiratoria por falta de oxígeno tienen que pasar varios minutos. Varios de esos minutos la persona está inconsciente.

Cuando ya falta oxígeno a las células del corazón es cuando se para. Quiero decir que a pesar de que un tipo esté en el suelo, dejaría de emitir ruidos, que al principio serían quejidos y luego posiblemente sólo salivación, y al final, pero varios minutos antes de entrar en parada, quedaría plenamente inconsciente.

Quiero decir, que una persona nota cuando está matando a otra.

La gente asesinada no muere de forma delicada, sin molestar...

Aún así, tras ese periodo, todavía existiría la posibilidad de hacer una RCP con muchas posibilidades de salir.

Porque no hay un daño estructural del corazón o similar, sólo necesita que le vuelva el oxígeno.

Claro, esas maniobras de RCP básica tienen que llegar pronto. Por cada minuto que pasa sin realizar RCP, aunque sea básica, disminuye la posibilidad de recuperación. Esto lo sabe un agente de policía. 

Se les instruye en RCP. Incluso la policía local suele tener desfibriladores automáticos en sus coches patrulla.

Pero aunque así no lo fuera, la policía tiene el deber de custodia de la persona detenida. 

De que no se escape, pero también de su seguridad.

Esto incluye mirar de vez en cuando si la persona a la que le estás aplastando el cuello deja de respirar.
Esto es una vergüenza y una canallada. Para la persona que ha muerto, para su familia, para los ciudadanos que esperan protección por su parte pero, también, una vergüenza para la policía. 

Hay muchísimos agentes que hacen bien su trabajo. Muchos que cuando llegas ellos ya llevan varios minutos haciendo una RCP de calidad y aumentan las posibilidades de supervivencia de los pacientes que atendemos. 

Suelen llegar antes que la ambulancia y suelen ayudarte en todo. 

A este tipo lo han matado por ladrón, por moro, por rabia, por odio, por falta de control, por impunidad, porque ni siquiera es noticia. 

No podemos permitir que esto ocurra aquí. Y si a estos salvajes le gusta tanto EE.UU, que se vayan allí. 
Aquí, esto, no."

*****
Muchos medios inciden en lo que se ve en las imágenes grabadas:  Cómo el joven tendido en el suelo está completamente quieto, sin posibilidad alguna de escapar y sin presentar resistencia. 

El agente de policía acusado venía de una fiesta de jubilación.

Asfixió a la víctima con la técnica del mataleón, a pesar de que los vecinos le advirtieron de que iba a matarlo. 

Hubo advertencias... Las personas presentes veian claro que esa maniobra era mortal.

Este suceso ocurre poco después de que la Policía dejase inconsciente a una persona africana en el barrio madrileño de Lavapiés en una nueva ronda de identificaciones policiales racistas.





domingo, 25 de mayo de 2025

DÍA DE AFRICA, Mi CONTINENTE.

 "Africa se está muriendo. 

Muere de bala y de metralla, por las heridas de las guerras, por la omnipresente violencia. Muere de hambre, de sed, de miseria. Muere de enfermedad, de todas las enfermedades. Muere de explotación y de esclavitud. 

Muere en patera. 

Muere de desidia. 

Muere en silencio. 

Sencillamente, muere."

                                                                   (Gabriel M. Pérez Alcalá).





    No había vuelto a ver el mar... Y, como arrastrado hacia el agua, caminó sobre la arena con sus pies descalzos hasta que se quedó quieto, de pie, ante la orilla... Se sentó en el suelo y sintió que unas lágrimas se deslizaban por su cara.

¡Cuantas sensaciones y recuerdos hicieron su recorrido desde su espina dorsal hacia su cerebro en tan solo unos instantes!  Pero la humedad que sentía en sus ojos se debía sobre todo, al recuerdo de sus vivencias y de la gran cantidad de personas que aquel mar se había quedado para siempre, de aquellos que no habían podido llegar a la otra orilla.

* * * * * * * * * * *
     Aún hace mucho calor, tras el tórrido día que ha tenido que soportar. Pero ha llegado a casa, y ahora cruza el riachuelo que le separa del pequeño problado al que se dirige. Allí, se ha sentado junto a su abuelo en la puerta de una humilde casita, escuchando los tambores que saludan la llegada de la noche  con su ritmo ancestral que no tiene en cuenta el tiempo en una sucesión de eternidades que marcan la danza de la vida.

Los niños corren y cantan la canción infantil que aprendieron:

          Awa Yombei, Yombei yo!
          Awa Yombei, Yombei yo!
             Yombei taama ña

        Kajinde ke selendi
             Kajinde ke selendi
               
  Chipai taama ña...


Las risas de las niñas resuenan  a la vez, y el olor de la olla que las madres remueven lentamente les anuncia que hoy van a tener algún alimento antes de tender sus cansados cuerpos sobre la estera en la que pasan las noches.


Al amanecer, con el primer esbozo de luz que en otros lugares tendría un húmedo rocío matutino, este pequeño abrirá los ojos y se levantará, con cuidado de no despertar al abuelo, a otros hermanos, a la madre…  Seguirá a su padre, y ambos recorrerán el sendero hacia los campos de cultivo donde inmensas montañas de cacahuetes esperan  a que ellos los pongan en sacos de 60 kilos sobre sus espaldas para ser recolectados.

      Y un día, el niño se despide de su  gente. Y su padre le dice: "Ni tus padres, ni tus abuelos, ni los padres de tus abuelos, nunca, nadie, ha hecho nada malo; ni ha robado, ni ha matado, nada malo.Tú no lo olvides, porque eres de esta familia".


  Y comenzó a trabajar como pescador en otro país... La Cosecha del Océano le va a proporcionar, tras dos años de duro trabajo, el pasaje en el cayuco hacia la tierra prometida. Hacia  "esa tierra donde todos los blancos tienen un reloj, pero jamás tienen tiempo..." 





  
    Y  tras recorrer caminos en esa geografía del desamparo, sufriendo en su cuerpo y en su corazón el rechazo con que en nuestros países solemos recibir a los desheredados,  llegó a nuestra ciudad... Y en Madrid, batalló contra los bárbaros, como diría J. L. Sampedro, hasta que en un día siguió un rastro que le condujo a un hogar, a una nueva casa, a aumentar su familia querida.

 El dice que ahora es muy feliz, aunque echa de menos a los suyos, porque  "aunque no tenemos nada, mi familia me quiere"... y él  quiere ayudarles.

Cuando le miro, en mi interior se puede oir una melodia africana y toda la ternura, la luz, el color y el sabor de un continente me inundan...


AFRICA,  la cuna de la humanidad, donde han aparecido los más antiguos restos fósiles del hombre… 

El continente del Kilimanjaro, del Atlas, del Nilo y el Níger….

La del hambre y los buitres y la  de la guerra fraticida.

La de la paz interior  y la del que guarda la pureza de sus raíces.

La de los esclavos trasladados a Occidente y la de la llegada de los colonos que la expropiaron. 

La de los ríos largos y caudalosos, y la de la extrema sequía que cuartea la tierra.

La de las selvas y los desiertos, la de las playas y las montañas bajo la niebla.

La de los niños que juegan a ser niños-soldado, sin escuelas ni cuadernos ni sueños.

La de los reyes depredadores que esquilman y humillan a sus pueblos haciéndose pasar por representantes divinos y la de dictadores sanguinarios, apoyados por el primer mundo, que masacran a los suyos …

El África de los diamantes de sangre y la de la solidaridad  más desprendida de voluntarios y cooperantes.

La de las mujeres veladas, cubiertas por chador, el hiyab, el niqab, el litam o el burka …  y la de las mujeres desnudas lavando ropa junto al río.

La de las personas sumisas, resignadas, humilladas, y la de los altivos defensores de su tradición y sus clanes.

La del enfermo  que solo come una vez al día, y está, además, débil… Tiene fiebre porque en este África no se puede acceder a los cuidados médicos salvo que seas “poderoso” y te reciban en los hospitales de los blancos…

El Africa de  Desmond Tutu, que dijo: "Cuando vinieron los misioneros a África tenían la Biblia y nosotros la tierra. Nos dijeron: vamos a rezar. Cerramos los ojos. Cuando los abrimos, teníamos la Biblia y ellos la tierra".

El Africa del Sida, el ébola, los experimentos de laboratorios occidentales y la del jardinero fiel...

El África violada por la violencia  y desprecio de los blancos… La de los invisibles, la de los tragados por el mar convertido en un cementerio de silencio y olvido.

El África sin derechos humanos…

La madre a quien han arrancado a los hijos que deseaba amamantar en sus senos, mientras les cantaba...

"Salvo por el nombre geográfico, África no existe", decía Ryszard Kapucinski. Y así es,  nosotros,  desde el primer mundo, acostumbramos a simplificar su realidad hasta hacerla una y pobre, catastrófica y dependiente. Pero dicen que África es un continente: unos 55 países, mil millones de personas, unas 2.000 lenguas, multiplicidad de mundos, etnias, voces, culturas... África heterogénea y rica, llena de vida y de colores.

         Por eso no estamos ante el “paraíso perdido de Memorias de Africa” , que diría 
M. Leguineche.

A pesar de ello, en mis oidos siempre resuenan aquellas palabras de Isak Dinesen:
“Conozco una canción de África, que habla de la jirafa y de la luna nueva africana descansando sobre su lomo, de los surcos en los campos de cultivo y de las caras sudorosas de los recolectores de café. ¿Acaso conoce África una canción que hable de mí? ¿Se agitará el aire sobre la llanura con un color que yo he llevado? ¿O tal vez los niños inventarán un juego en el cual figure mi nombre? “
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(En homenaje a nuestro querido Yoro)





















viernes, 18 de abril de 2025

VIERNES SANTO 2025

 



Jesús es el iniciador de un movimiento de amor que atraviesa la historia.

No representa a un dios sádico a quien le gusta que las criaturas sufran y que reclama expiación y dolor.

A pesar del negocio que la empresa de la jerarquía eclesiástica mantiene,  si algo es Jesús es vida...

Por eso, con Casaldáliga decimos de nuevo:

Maldita sea la cruz
que cargamos sin amor
como una fatal herencia.
 
Maldita sea la cruz
que echamos sobre los hombros
de los hermanos pequeños.
 
Maldita sea la cruz
que no quebramos a golpes
de libertad solidaria,
desnudos para la entrega,
rebeldes contra la muerte.
 
Maldita sea la cruz
que exhiben los opresores
en las paredes del banco,
detrás del trono impasible,
en el blasón de las armas,
sobre el escote del lujo,
ante los ojos del miedo.
 
                        Maldita sea la cruz
 
que el poder hinca en el Pueblo,
en nombre de Dios quizás.
 
                        Maldita sea la cruz
 
que la Iglesia justifica
- quizás en nombre de Cristo-
cuando debiera abrasarla
en llamas de profecía.
 
¡Maldita sea la cruz
que no pueda ser La Cruz!
 
(Pedro Casaldáliga)







lunes, 31 de marzo de 2025

MARZO-MUJER 25. Día 31

 


"Los asuntos de la política son demasiado serios para que se los dejemos a los políticos".

       

 (Hanna Arendt)











domingo, 30 de marzo de 2025

MARZO-MUJER 25. Día 30

 "Escribo la miseria y la vida infausta de los habitantes de las favelas. Yo era rebelde,  no creía en nadie. Odiaba a los políticos y a los patrones, porque mi sueño era escribir y el pobre no puede tener un ideal noble. Yo sabía que iba a aglutinar a los enemigos, porque nadie está acostumbrado a ese tipo de literatura. Que sea lo que Dios quiera.

    Yo escribí la realidad".

    Carolina María de Jesús vivió en la favela de Canindé, en la zona norte de Sao Paulo. 
    Iba escribiendo la cotidianidad de su comunidad en cuadernos y hojas de revistas que encontraba en la basura. Está considerada como una de las primeras y más importantes escritoras negras de Brasil.
    En su diario, un 16 de junio, relataba:
      “... Hoy no tenemos nada para comer. Quería invitar a los hijos para suicidarnos. Desistí. Miré a mis hijos y quedé con dolor. Ellos están llenos de vida. Quien vive, necesita comer. Quedé nerviosa, pensando: ¿Será que Dios me olvidó? ¿Será que él quedó enojado conmigo?"
     "1 de enero de 1960: Espero que 1960 sea mejor que 1959. Sufrimos tanto en 1959 que uno tiene ganas de decir: vaya, vaya, no más... No lo quiero a usted más. Este 1 de enero me levanté a las 7 y fui a buscar agua".
     En el mes de agosto de 1960 se produjo en São Paulo (Brasil) uno de los fenómenos editoriales más espectaculares que se recuerde en la historia de aquel país y probablemente de los pocos ocurridos en el mundo entero.

    En tan sólo tres días se agotaron 10.000 ejemplares de “Quarto de Despejo”,  de Carolina María de Jesús, que pasó a ocupar el primer lugar en la lista de los libros más vendidos, ubicación que mantuvo durante seis meses consecutivos:
      ¡El libro de una mujer negra que recogía papeles y comida de los basurales para poder alimentar a sus tres hijos sin padre!
     El enorme, el gigantesco personaje de este libro es el HAMBRE. De la primera a la última página aparece con una constancia monótona, casi exasperante. Los demás personajes van surgiendo como consecuencias de la miseria: prostitución, violencia, alcoholismo, robos.
     Redactado en forma de diario, día por día las sucias hojas de papel que Carolina había conseguido obtener por las calles fueron recibiendo sus relatos y sus narraciones. El intenso dramatismo de su contenido ya comenzaba a ser dramático a partir de su mismo continente. Los seres humanos que desfilan por sus páginas son todos reales, y aparecen mencionados con sus propios nombres.
     Carolina va describiendo su hambre y el hambre de sus vecinos con una escritura vigorosa y, paradójicamente pulcra en su revelación trágica de una realidad que representa una tremenda acusación a toda la sociedad. Alcanzó una síntesis perfecta al señalar aspectos que son comunes a todos los seres humanos. Por ello su libro es universal, a pesar de particularizar la tragedia de una colectividad marginal brasileña.
     Es un verdadero documento que retrata en forma directa, cruda, sin artificios ni eufemismos, la esencia misma de la miseria más degradante. Pero es también un mensaje de esperanza, ya que al mismo tiempo que va narrando los dramas cotidianos de su entorno no se cansa de anhelar un mundo mejor.
     Este libro habla a todas las personas del planeta. Es angustia, es dolor, pero asimismo es un penetrante deseo de cambio. Por eso, ha podido ser profundamente comprendido. Carolina es una verdadera generadora de emociones: la sinceridad de sus sentimientos se muestra conmovedora en su misma espontaneidad.
     Carolina María de Jesus nació en 1915 en Sacramento, Estado de Minas Gerais (Brasil), donde vivió durante su infancia y su adolescencia.
     Descendiente de esclavos, era hija de negros que probablemente migraron de Desemboque a Sacramento, cuando se produjo el cambio en la economía de la extracción del oro hacia actividades agropecuarias.

     El padre era un bohemio que tocaba el violín y aparentemente nada laborioso. Por eso, la madre tuvo que ser el sustento de la familia. En cuanto a su corta escolaridad en Sacramento, la realizó en el Colegio Allan Kardec, primer Colegio Espiritista de Brasil. Pero toda su educación formal duró tan sólo dos años, dado que tuvo que comenzar a trabajar muy precozmente.
    Era alta e imponente, y hasta hubo quien dijo que hablaba con la autoridad de una princesa africana. Podría haber sido un número más en las estadísticas de desocupación, miseria y hambre del Brasil. Fue, sin embargo, uno de los mayores fenómenos literarios de su tiempo. Llegó a ser mundialmente conocida con la publicación de su primer libro, "Quarto de Despejo", pero el fracaso de sus obras posteriores y otros factores colaterales la llevaron a vivir nuevamente en la pobreza.
               Falleció en febrero de 1977, olvidada e ignorada.

    "Quarto de Despejo" es un relato de hechos verídicos vividos o presenciados por la autora. Registrados bajo la forma de diario, constituyen una secuencia ubicada en el tiempo por medio de fechas. Algunos acontecimientos están contados más de una vez, quizás por una necesidad de darle más intensidad al relato. Su narración es lineal y su discurso es directo, entremezclándose con reflexiones que demuestran una profunda sensibilidad y un agudo sentido crítico. No es una autobiografía de tipo confidencial: es el fortísimo relato de una mujer con sus angustias, sus anhelos, sus dudas, sus interrogantes…
      El título se refiere a la sensación que la autora tenía de vivir en ese "quarto de despejo", es decir, la habitación destinada al desperdicio.
      Además a la denuncia de las condiciones de vida de una comunidad marginal hecha por alguien que disponía de un arma poderosa y sabía cómo utilizarla: la PALABRA. Carolina expresó , describió, mostró el sufrimiento y las amarguras del HAMBRE y la MISERIA.
 

sábado, 29 de marzo de 2025

MARZO-MUJER 25. Día 29

 




Si, soy mujer

y, como tal, he sido amada, 

he sido mimada,

y al ser mujer he descubierto,  asombrada,

un extraño derecho a ser

violada,

ultrajada,

humillada, 

golpeada,

silenciada,

sin derecho a decir nada.

Pero sí, soy mujer 

y por eso, hoy, mi voz

se levanta para cantar,

para ya no callar,

para que ninguna mujer, al oírla,

se vuelva a quedar rezagada,

muda, maniatada, paralizada,

desconfiada, humillada,

en fin, sin derecho a nada. 


(Ouka Leele)

'La llave de la jaula'