“Si me miran como un marginado, lo acepto,
siempre y cuando la sociedad acepte también su responsabilidad.”
(De un trabajador de Traperos de Emaús-Madrid)
Algunos les conocéis, otros aún no. Vienen de un movimiento que surgió en Francia, de la mano del Abbe Pierre, un sacerdote católico que llegó a ser diputado en la Asamblea de la IV República y fundador en 1949 del movimiento Emaús.
En el crudo invierno francés de 1954 morían personas en las calles, y este hombre lanza su célebre llamamiento en Radio Luxembourg: "Amigos, una llamada de socorro. Una mujer acaba de morir congelada esta noche en la acera del bulevar Sebastopol, y en sus manos tenía el papel de expulsión de su vivienda". Así comienza la Insurrección de la Bondad, que remueve a la sociedad francesa.
Muchos años después, en la Parroquia de San Carlos Borromeo, lugar donde nos encontrábamos desde jovencitos, porque es nuestra casa y la de la familia que elegimos, surgió la idea de generar recursos de trabajo que consiguieran que el esfuerzo que cada uno de nosotros hacía, en conjunto, para que muchos pudieran salir adelante, se correspondiera con lo conseguido. Y nos enganchamos a esta Asociación poniendo base en Madrid, en el barrio Vallekano, el de muchos, el de casi todos.
Traperos de Emaús-Madrid se concibe en el año 1984 como un taller ocupacional del grupo de Entrevias de la Coordinadora de Barrios, como actividad complementaria y necesaria para aquellos que habian tenido dificultades sociales graves, y que, una vez superadas, y teniendo el propósito de seguir adelante, necesitaban una alternativa social y laboral. Es, por tanto, la posibilidad de construir solidaridad con las personas desfavorecidas. El lema “Construyendo la solidaridad” no es un simple mensaje, sino que como decía a menudo el Abbe Pierre´:
“Si conseguimos sacar a alguien de una difícil situación para que sólo piense en sí mismo, en aburguesarse, entonces sólo será un "monstruo" más. Será un fracaso… Hace falta que si conseguimos que el ciclo infernal del sufrimiento y la exclusión cese, seamos capaces de pensar: "¿Y los demás?".
Traperos de Emaús no es una Institución, sino una empresa cuya propiedad es de todos los que trabajan en ella y representa la posibilidad de ser críticos con un sistema económico que nos lleva al consumismo desmedido, demostrando que se puede hacer economía solidaria, con empleos dignos, con reparto justo. Un grupo laico, independiente, inclusivo, unido en el empeño de conseguir romper el ciclo que lleva a determinadas personas a ser carne de cañón.
Son, por tanto, una alternativa a los contratos-basura y a las ETT´s.
Ellos afirman que lo que tiene más importancia a nivel laboral es la preparación y el apoyo a los que de otra manera no tendrían oportunidades, por lo que viven como éxito el que “las personas que han estado con nosotros consigan un trabajo normalizado.”
La base más sólida para que Traperos de Emaús tenga continuidad se sustenta en un equipo de 15 personas que trabajan muy de cerca con el grupo desde hace cinco o diez años; algunos, incluso desde sus inicios. Está dirigido a aquellos en riesgo de exclusión social, con muy pocas posibilidades de encontrar el primer empleo debido a su desventaja socioeconómica, cultural y familiar, su falta de calificación y su situación de marginación y desadaptación.
Estos pioneros en tantas cosas, lo han sido curiosamente en las que ahora son más "progres". La Ecología, tan de moda y también tan rentable, es algo que los de Emaús “ya habían inventado hace tiempo.” Bueno, es un decir…. No la inventaron exactamente, pero tiene mucho que ver con ellos.
La palabra “reciclar” se define de muchos modos. Uno de ellos dice que es obtener materias primas a partir de desechos, para introducirlos de nuevo en el ciclo de la vida.
Así, todo el grupo pensamos que al reutilizar lo que esta sociedad desecha, para darle una oportunidad nueva de seguir prestando servicio, “a la vez estamos reciclando nuestra propia vida, porque intentamos intervenir de lleno en ese ciclo del que se nos había excluido. Por eso otro de nuestros lemas, claro y rotundo, es: “No solo recuperamos muebles, recuperamos personas.”
Pero esto no es un cuento feliz. Los Traperos de Emaús no son ángeles. Nunca lo fueron. Han sido niños con dificultades familiares o económicas, adolescentes quizás más rebeldes de lo que se considera “normal” y adultos con diferentes problemas, a los que un día, cada uno en su momento, decidió enfrentarse. Y en ello siguen, haciendo de cada jornada laboral, una forma de mejorar y alcanzar objetivos.
En la sociedad injusta e inhabitable de la que nos hemos dotado, el no tener formación siempre fue un problema. Ahora, parece que dá igual. Nos abocan al paro, con estudios o sin ellos, con experiencia o sin ella. En la flor de la juventud, en la mediana edad, por mayor o por menor, por blanco o por negro. Pero ellos siempre han tenido más dificultades añadidas: el fracaso escolar, o el no lograr finalizar una formación básica reglada, no tener un titulo oficial... Y por ésto, es difícil reincorporarse al sistema educativo, ya que en general, han vivido una experiencia muy negativa de rechazo al mismo. En su gran mayoría han cumplido muchos años de condena o padecen enfermedades crónicas que les imposibilita para un trabajo “normalizado”.
Y aún así, se alzaron como alternativa a este sistema que tan bien sabe excluir, etiquetar, marginar.... Y por lo mismo, son también gentes con esperanzas, con sueños, con ganas de vivir, de luchar y de amar. A veces gigantes, a veces diminutos, siempre vulnerables, pero ni más ni menos que cualquiera de nosotros.
Quiero traer aquí el recuerdo de otros traperos de Emaús que ya no están con nosotros, algunos de los pioneros en la asociación, otros mas cercanos en el tiempo. Pero todos, seguro que al subir la escalera al cielo, esa que tantas veces nombramos en nuestra casa, iban con la cabeza alta por haber formado parte de este grupo.
Y solidarios siempre, cada año realizan la campaña de recogida de juguetes para entregarlos el 5 de Enero, cooperando activamente con las buenas gentes de la parroquia de San Carlos Borromeo, en Entrevías, a los niños más desfavorecidos.
Y en el día a día, nos ayudan a otros a encontrar el mueble que necesitamos, el artículo barato que redondea un rincón, los libros que hace años queríamos releer y que por unos centimillos encontramos en las estanterías de la tienda.
Se establecieron como asociación sin ánimo de lucro en 1987, y desde entonces… ¡Cuántas vicisitudes, cuanta aventura! Se comenzó con muchas dudas, con muchos esfuerzos. Llevan años pagando créditos y avales de los que confiaron en ellos. Y han salido adelante. Un sueño que se hizo realidad, que les hace valorar que han puesto en pie esta empresa, y que les hace enorgullecerse ahora de seguir creciendo. En sus locales está la muestra de lo que pueden hacer. Y significa que hay algún puesto de trabajo más, que alguien que el sistema social ha descartado, encontrará aquí un lugar para ganarse su pan.
Os cuento que hubo una época en la que el vendedor callejero, ambulante, anunciaba su mercancía con un determinado grito, o un pregón, en cualquier lugar del mundo.
Recordáis éste:
¡ El Traperoooooooo”
¡”Buscar por los rincones, que crían chinches y ratonessss!
¡El traperoooooo!
Era una primera forma oral de publicidad. Incluso las noticias se transmitían por medio del pregonero. Y eran los sonidos de nuestras calles.
Por eso, ahora que la tecnología y los medios de comunicación hacen de la publicidad un recurso tan rentable que el precio no nos permite llegar a él, quiero usar este artículo para alzarme como altavoz; para que se les conozca y se les reconozca. Para que lleguen a más barrios y a más personas.
Porque necesitan todavía apoyo y recursos. Porque cuanto mayor sea esta Asociación, más puestos de trabajo y más solidaridad se van a generar.
(Toñi, Trapera de Honor)
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