Hace pocos días, expresábamos la alegría que nos producía la consecución de los denominados "papeles legales" de nuestro hijo que llegó de Gambia. Esos papeles tan inncesarios para nosotros, que consideramos que nadie, ninguna persona, es ilegal, pero tan imprescindibles como para poder ir a estudiar sin que te paren en la calle, en el metro y en cualquier lugar y hora del día, y te encierrren en esas prisiones denominadas CIE para, que tras un tiempo de maltrato, malas prácticas y despojo de cualquier derecho humano, te expulsen esposado y con la boca tapada.
Él, con ese corazón tan noble y tan lleno de gratitud, nos ha expresado sus sentimientos a través de esta carta, tras decirnos que se alegra mucho más porque así dejamos de tener preocupaciones por su causa. Siempre piensa en los demás, y es que decir que es buena persona, cariñoso, inteligente, etc... queda pequeño para describirle.
Llegó como una bendición a nuestra vida, y como una canción del África amada y maravillosa a la que es capaz de transportarnos cada vez que nos cuenta cualquiera de sus múltiples vivencias. Nos emociona y nos reconforta saber que es capaz de decir asi las cosas:
"Querida Familia:
Me han pasado tantas cosas, recuerdo ahora tantos encuentros y tantas vivencias… y vosotros siempre habéis estado. Siempre estabais ahí cuando os he necesitado.
Ahora, por esta vez, os quiero dar las “gracias”.
Gracias por ser parte de mi destino.
Por apoyarme en todo momento.
Por tenderme siempre vuestras manos.
Por levantarme después de haber caído.
Por compartir tantos momentos.
Le agradezco a Dios por cada día que os tengo en mi vida, porque sin vuestra amistad, un tesoro perdería.
Os quiero mucho, familia.
No puedo decir todo lo que he vivido. No puedo expresar todo lo que siento. Ni todo lo que he aprendido junto a tanta buena gente, por eso solo os quiero dar las gracias porque “para mí quien te da la libertad es el que te da la vida”.
He tenido muchos problemas, pero siempre estabais para animarme, para seguir empujando. Me habéis acogido e incluido en vuestra vida, y me siento orgulloso de estar en vuestras manos.
Yo pienso que a mí, que no soy nadie, alguien sin importancia, me habéis ofrecido tanto cariño que no podría pagarlo con nada. El dinero no puede pagar mi felicidad, no hay precio para todo lo que me tengo junto a vosotros.
Cada uno de vosotros y vosotras ha hecho su parte: padres, madres, hermanos, tíos/as, compañeros/as, amigos/as… Y esté donde esté, siempre vais a estar en mi corazón, y yo quiero estar en el vuestro.
Quiero seguir formando parte de la familia para siempre.
Yoro
Madrid, 25 de Mayo de 2012 "