"¿Qué podemos hacer por un mundo más justo y mejor?
Si quieres realmente hacer algo, encontrarás el camino.
Si quieres realmente no hacerlo, encontrarás la excusa."
(Proverbio árabe)

Desde luego, en estos tiempos, no se quejarán de su santo patrón los banqueros y especuladores del tan famoso juego financiero, a tenor de lo bien que les van las cosas, a ellos sí, a cuenta de tantos otros a los que se les despoja de lo más necesario: casa, salud, trabajo, paz social… ya que, ejercicio tras ejercicio, vemos con enorme asombro que a pesar de lo mucho que hablan de crisis y de que el sistema financiero se derrumba, a continuación se apuntan increíbles beneficios en sus entidades.
Bien es verdad, que el santo, del que cuentan que tuvo ocasión de demostrar su talento a la muerte de su padre, con apenas 20 años, haciéndose cargo de la hacienda familiar, y que destacó en saber llevar los asuntos vaticanos en el siglo XVI, con gran acierto desde el punto de vista papal, acabó su vida como obispo de Milán pobre y compartiendo sus bienes con los demás.
Hoy nos hemos reunido en San Carlos para celebrar un encuentro muchos de los que pasamos por allí, ahora y tiempo atrás, para comer juntos y achucharnos cariñosamente, en ese apoyo que solemos darnos unos a otros, no exento de tensiones a veces, propias de tanto y tanto desgaste.
Y lo hemos hecho en ese local que lo mismo sirve para “un roto que para un descosido”:
Para bodas entrañables de los que quieren testimoniar su amor, como para despedidas desgarradoras de aquellos con quien tanto quisimos.
Para reunión de asambleas vecinales, como para escenario de charangas de las escuelas de música.
Para celebración del pan y del vino, en fraternal comunión, como para compartir el pan y el vino en torno a la mesa de los amigos que buscan un mundo más justo y solidario.

Para la realización de cursos, jornadas y seminarios con participación de todas las comunidades autónomas, como para sede de denuncias de toda situación injusta de la que se tenga conocimiento.
Para la presentación de libros sobre lo humano y lo divino, pero siempre llenos de vida y de experiencias, como para testimoniar a través de fotografía y cine, la realidad cotidina de este mundo nuestro.
Y es que, como ya se ha apuntado tantas veces, hay una iglesia que se arrodilla en reclinatorios de cojines de terciopelo rojo y otra que se levanta para dar el desayuno en poblados de chabolas hechas de madera. Una iglesia coronada de oro en sus mitras y la otra que vive con los de los suburbios de las ciudades, compartiendo lo que hay. Una iglesia cuya moral tiene mucho que ver con conceptos abstractos alejados de la humanidad, y la que, abierta a toda persona y a sus condiciones, grita indignada ante el desastre humano que supone una crisis de la que no son responsables precisamente quienes más la están sufriendo.
Pero es que también hay personas que viven encerrados en su burbuja de cristal, mirándose su ombligo, y otras que nunca se acuerdan de que lo tienen, ocupadas tan a diario en correr la misma suerte que los que les rodean.
Aquellos que se ponen la venda en los ojos para no ver lo que ocurre a su lado y los que intentan desprenderse de corazas porque es la única manera de ser realmente humano y persona.
Y están los que piensan que “a mí no me van a tocar”... y los que piensan que si cae el otro, caemos todos juntos.
Los que amurallan no solo sus bienes, también su corazón, y los que derriban fronteras, si no se puede físicamente, haciendo surgir túneles por los que llegar hacia otra luz.

Como dijimos ya en algún lugar cuando intentaban cerrar y silenciarnos, desde esta "plataforma, espacio, comunidad, asamblea (reconozcámosla como mejor nos signifique) fuimos formulando nuestra fe en las personas: la acogida incondicional como seña de identidad comunitaria".
Es San Carlos un lugar, donde aún, nos alimentamos con el pan de la utopía.
Y a cuento de las reflexiones sobre el amor y el amar, que hemos hecho hoy en la celebración, recuerdo esto que vi en las redes:

tan hedonistas, tan sufridos, tan precarios,
tan hipotecados de por vida...
En tiempos desconfiados, descarnados...
se puede amar? ...
Hay una rebeldía inconclusa que se abre paso
desde el centro de la tierra,
que socava el cemento citadino,
con brutalidad y belleza
Una que desconoce policías y fallos judiciales,
desconoce leyes migratorias y estatus socioeconómicos
Un anhelo de toda tu vida
De toda la mía…
Un anhelo de desnudez
un anhelo de belleza y decisión valiente,
un anhelo de ruptura,
un anhelo de rebelión,
Un anhelo de arrasar para salvar el mundo …"
Gracias por escribir y describir tan bien lo que para muchos significa la fe y la vida vivida y compartida en San Carlos....
ResponderEliminarEmocionado relato de una verdadera fe
ResponderEliminarUna gran reflexión para todos, creyentes y no creyentes.
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