El vaso de cristal ligero espera, en un ensayo de quietud, esa delicadeza en la medida del rito de servir el agua dorada, en este lugar lleno de calor y silencio, tan cómodo para sacar de sí los fantasmas que habitan el alma.
Nos encanta el sabor del té en nuestros labios: Canela y menta, a veces con piñones al fondo.
Ese vaso
refleja las miradas, donde a veces descubrimos nuestros naufragios.
y entre sorbo y sorbo, me cuentas la leyenda saharaui de la ceremonia del té:
Tres vasos de té
resumen la vida.
El primero de los vasos se toma a sorbos
cortos y rápidos, llenos de dulzor e inicio, como la infancia.
La dulzura y la ingenuidad de la infancia. El descubrimiento. Dulce.
El
segundo vaso debe saber como la pasión de la edad adulta. Fuerte e intenso.
Menos dulce y más arrebatado. Como el deseo del amor y la firmeza del carácter
de la madurez. Apasionado
El tercer vaso es como la vejez. Amargo. antesala del final, sólo el recuerdo en la boca de los vasos anteriores y de su sabor dulce y apasionado. Amargo
Si te ofrecen té nunca lo rechaces y siempre toma más de un vaso... como la vida: acéptala como viene y nunca rechaces vivirla de la forma más dulce, apasionada o amarga, según los momentos.
El tercer vaso es como la vejez. Amargo. antesala del final, sólo el recuerdo en la boca de los vasos anteriores y de su sabor dulce y apasionado. Amargo
Si te ofrecen té nunca lo rechaces y siempre toma más de un vaso... como la vida: acéptala como viene y nunca rechaces vivirla de la forma más dulce, apasionada o amarga, según los momentos.
Y nosotros, volveremos a tomar té juntos...
No hay comentarios:
Publicar un comentario