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miércoles, 27 de junio de 2018

VIA MUERTA... UN ABRAZO A LOS REFUGIADOS.


No ha subido el telón.

No lo veremos subir.

Foto de José Palazón.
     En la obra "Vía Muerta", la cuarta pared, esa pared invisible imaginaria, frente al escenario  de un teatro, que separa a los espectadores de la trama de los personajes, la que separa al público de lo que ocurre en la escena, no existe. 

     Nos encontramos sentados en el suelo, en lo que habíamos esperado sería el escenario, separados de las butacas por una alambrada, la valla de la vergüenza que tantos conocemos bien, mientras miramos esas  butacas vacías, al otro lado, con las que han querido representar la Europa que se espera cómoda, acogedora, libre y solidaria.

    La Europa-madre, la Europa-casa, la Europa rica...  Esa Europa que constatamos, sentados en medio de la escena, como la Europa madrasta, la que envía a los Cascos Azules a  poner paz, pero que  viola  a mujeres y niñas, la que, tras saquear y expoliar a los países del sur, no devuelve ni un mínimo de acogimiento y gratitud.
Esa Europa que deja los cuerpos llenos de herida: de las vallas, de los golpes de la policía, de las caídas...
¡Lástima de este continente que no ha aprendido nada, que sigue cerrando las puertas y confinando en campos llenos de alambradas los derechos de personas que huyen de la guerra, del hambre, del sufrimiento!


  ¿Cómo hablar de la barbarie que se está produciendo?
    Necesitaríamos palabras que expresaran todo el horror del mundo. Habría que encontrar las que tuvieran tal virulencia expresiva que no dejasen a nadie indiferente. Pero ya se escribió que "ni siquiera las palabras más duras alcanzan esos límites".

     Carlos Olalla y esta compañía han sabido enviar señales de ello. Nos ponen junto a un hombre al que la guerra ha convertido en emigrante, que un día se puso en camino esperanzado en llegar a tener en brazos a su nieto, en reunirse con su hijo de nuevo, que partió antes que él.
      Sobreviviente a las decisiones de los dueños de las bombas, se encuentra con otros en igual situación, aislados, discriminados, desoídos, degradados,  retenidos, rechazados, maltratados, abusados, olvidados en campos que no son de refugio, sino que, como si fueran protagonistas del poema de un nuevo Dante, se encuentran en los infiernos de los vivos.



     Hemos llegado todos a esa estación sin trenes, por cuyas vías muertas solo circulan los recuerdos. 
      Y ya nos sentimos distintos.
      Hijos de un tiempo extraño.
     La soledad tienen nuestro mismo tamaño, nuestra propia estatur

      El hombre que está entre nosotros no solo añora la libertad, sino la mano amiga, el hogar que dejó, la amada a la que vio morir... Y nos hace evocar nuestros propios recuerdos: la luz en el almendro, las voces de los niños jugando en la calle,  los "menudos asuntos cotidianos" que componen nuestras vivencias.

      La obra nos permite acompañar a este hombre en su sufrimiento

      Pero no solo. 
      Además,  esta creación conlleva una carga filosófica importante: el autor, la directora, los actores, nos demuestran eso que Gardemer entiende por hermeneútica, es decir, la capacidad de escuchar a otra persona pensando que podría tener razón. 

     Decía Carlos Olalla en una entrevista: "No puede existir un tejido comunitario llamado humanidad si no somos capaces de resolver el problema de las fronteras".

    Por eso: ¿Qué sentido tiene una vía de tren muerta? Como se pregunta en la obra.
      Para responderse:  "No tiene ningún sentido...  Por eso sé que tarde o temprano, nos van a dejar pasar".

   Y conocemos a un policía de la frontera.

     Un hombre que un día calzó sus botas militares...
     Le pidieron que con ella pisara...
     ¡Se aprende tan pronto a odiar cuando te enseñan!

     Willy Toledo, que encarna a este personaje, lo trasmite bien, a tenor de lo que el refugiado kurdo que participó en el coloquio posterior a la representación, nos contaba: los ojos de aquel actor,  vestido de policía de frontera,  le recordaba su propia vivencia.

     ¿Comprenderá acaso que ahora ya solo es un vigilante del tiempo, un espía del dolor de otros?

    Ambos, el poli y el refugiado, viven en la incertidumbre.

    -"A nosotros no nos dejan ir con nuestras familias y a usted le separan de la suya..."  Dice en un momento determinado el hombre al guardia.

     Y hay también una pequeña, la maravillosa Elena Olivieri, a quien todo aquello le parece tan incomprensible, tan fuera de lugar, tan ilógico, que rebotará una y otra vez sus preguntas sobre lo que está ocurriendo allí...

     ¿Por qué?... ¿Por qué?...  ¿Por qué?

     Ella sí parece saber que nacemos en una tierra que no debería tener amos y que podemos emigrar como las aves .

¡Y, de pronto, un payaso!
      Allá aparece con su nariz roja, su cara pintada, nuestro querido Iván Prado, para hacer sonreír a los niños y a sus familias, para mostrarles una imagen distinta de los adultos que ahora están conociendo, la de los que no agreden ni disparan, sino que acompañan, juegan y hacen reír.

    Llega a esa vía muerta  "donde los guardaagujas del tiempo hunden la risa y la esperanza"  para que nadie olvide allí que la vida sigue silbando en la distancia.
          Para que definitivamente no descarrile el tren de su existencia.

     Un payaso que hace converger la fuerza de su intuición más libre  y más rebelde  para crear luz allí donde no la hay e iluminar los momentos más sombríos, para romper el dolor, el sufrimiento.

      Pero ¿cómo se mide ese sufrimiento?

    ¿Cómo se mide la libertad, la dicha, el heroísmo, la esperanza? 

     Más tarde, entre cervezas y risas, pude hablar con la directora, Eva Egido Leiva, la que nos había invitado a mirar con nuestros propios ojos  una determinada situación, la que había conseguido que me sintiera como si fuese yo misma la que estaba encerrada en ese campo...

     Sentir dentro, comprender las emociones del otro, desnudarnos para aceptarnos y sobre todo, interpelarnos...

     Con ese poder de evocación que tiene el teatro, Eva potencia la capacidad modificadora del arte escénico, desarrollando al tiempo que  esta obra, la conciencia social porque quizás, como escribió Rafael Álvarez, El Brujo, "quizás la técnica del arte no es más que un pretexto para que se expanda y circule el mensaje, el misterioso latido del universo".

     Eva deja la puerta abierta a la acción creadora del público, a la fuerza imprevisible de las influencias constantes entre unos y otros.

    Dice Carlos Olalla que "Vía Muerta" es su manera de abrazar a las personas que hoy están en los campos de refugiados, intentando llegar aquí.  Me consta que a él sí le importa tanto dolor frente a un mundo que devora cada día millones de muertos: la guerra, el hambre, el odio, el asedio de un terror que no se quiere ver.


     Como si casi nadie se diera cuenta de que nos estamos hundiendo, que nos vamos a pique con el viento terrible de este temporal  que nos lleva al fracaso como seres humanos. 

También podemos naufragar en tierra.
     Dice Paramahansa Yogonanda, sabiduría oriental en estado puro, que "la felicidad de un corazón no puede satisfacer el alma; uno debe incluir, tan necesariamente como la felicidad de uno mismo, la felicidad de los otros".
     Cuando termina la función, siento que se han removido las lecturas de Freire, Brecht, Gustavo Boal, y tantos otros que se han conjurado aquí con estos actores y estos creadores.  Todos podemos ser opresores y oprimidos, fascistas potenciales, víctimas de la barbarie humana o quizás "podamos marcar el paso de la oca en la miseria y la sangre" de otros.

    Porque ¿en qué momento esta masacre se convirtió en una aburrida noticia más para la gente?

    En esta ocasión, el teatro tiene  ese componente de rebeldía y de saber señalar lo más repugnante de nuestra sociedad. 

     Y como un imprevisto desacorde en la música que nos marcan, salimos del teatro queriendo cavar rabiosamente grietas en ese muro de sombras que es nuestro sistema occidental. 
     Pensando que no queremos ser perros a los que azuzan para morder.
     Que queremos tender la mano.

    Una de las mejores catarsis del teatro,  del buen teatro, de obras como esta "Vía Muerta", es que sales de la sala convertido en mejor persona.



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"Con mi poesía y mi teatro, las dos armas que más me corresponden y que más uso,trato de aclarar la cabeza y el corazón de mi pueblo, sacarlos con bien de los días revueltos, turbios, desordenados, a la luz más serena y humana...
      Con mi poesía y con mi teatro, las dos armas que más relucen en mis manos con más filo cada día, trato de hacer de la vida materia heroica frente a la muerte. Y no he de parar hasta hacerla".

(Miguel Hernández. Nota Previa a "Teatro de la Guerra").















martes, 19 de junio de 2018

LEY MORDAZA II. SILENCIO, CIUDADANOS DE ORDEN


"La ley mordaza cruza una línea roja  que no se puede dejar pasar".  (Javier Bauluz )                      
                                                               
                                                                  
     Los derechos fundamentales son derechos ligados a la dignidad de la persona dentro del Estado y de la sociedad.
     Cabe destacar que a los derechos fundamentales no los crea el poder político, sino que se impone al Estado la obligación de respetarlos.   

     En España, desde hace años, se están produciendo recortes en lo más fundamental de la condición de ciudadanía: la libertad.


     El derecho fundamental jurídicamente tiene la estructura normativa basada en la capacidad que le permite a la persona efectuar determinados actos, es decir, que los derechos fundamentales son instituciones jurídicas que tienen la forma del derecho subjetivo. Y la estructura del derecho subjetivo tiene tres elementos: titular del derecho subjetivo, el contenido del derecho subjetivo en el que vamos a distinguir las facultades, por otra parte el objeto del derecho, y un tercer elemento es el destinatario o sujeto pasivo, aquel que está obligado a hacer o no hacer.

    Los derechos fundamentales vienen regulados en nuestro país en los artículos 15 a 29 de la Constitución española.  Con la nueva ley de seguridad ciudadanas, las leyes  sancionan, prohíben y criminalizan prácticas tan normalizadas como parar un desahucio, asistir a una persona sin papeles e informar sobre ello.
La portavoz de la Asociación Profesional Independiente de Fiscales, Lucía Girón, dijo en su momento  que sin entrar a valorar específicamente las sanciones de esta ley,  "las medidas para garantizar la seguridad nunca pueden limitar el ejercicio de derechos fundamentales como la libertad de manifestación o la libertad de expresión".
El derecho a la libertad de expresión viene regulado en el artículo 20 de la Constitución española.  En dicho precepto se establece que se reconocen y protegen los derechos de:
·       -Expresar y difundir con libertad los pensamientos. 
    -Producción y creación literaria o artística.
    -Libertad de cátedra.
     -Derecho a comunicar o recibir libremente información veraz por cualquier medio de difusión.


           Antes de esta actual ley, quedaba prohibida la censura previa. Ahora se ejerce a diario y vamos a mayores.

    Entre las cuestiones que muchos  consideramos inconstitucionales figura la disposición adicional que modificó la Ley de Extranjería para legalizar las denominadas "devoluciones en caliente" en las fronteras de Ceuta y Melilla, que  conculca los derechos de los inmigrantes.

Foto EFE
    Nos penalizan  más a nosotros por ser hospitalarios y solidarios que a quienes hieren, disparan y propician la muerte en las fronteras.
   

      El nuevo ministro de Interior acaba de decir que va a estudiar el tema de las concertinas en las vallas de Ceuta y Melilla. Pero esa canción ya nos suena. También los gobiernos populares dijeron que habían pedido informes y ahí siguen.

     ¿Harán un “lavado de cara” en nuestra parte territorial mientras siguen financiando las del lado marroquí? ¿Será capaz de instar al gobierno vecino, el de Marruecos,  a que también consideren que están vulnerando los derechos humanos una y otra vez?

      Me temo que no se avanzarán demasiado en  este tema. Existe, además, la presión de una Europa de mercaderes y de políticos fascistas, racistas, oportunistas e hipócritas.

     Joaquim Bosch, también considera que las multas que imponen ahora con esta reforma son "absolutamente desorbitadas" y que el objetivo del Gobierno parece ser "desalentar a la ciudadanía a ejercer derechos fundamentales". Asimismo, ha censurado que faltas contempladas en el Código Penal pasen a ser delitos o infracciones administrativas, de manera que la Administración se convierta en "juez y parte".



  Las tesis del beato Jorge  se cumplieron:  De un tiempo para acá, todos "vagos y maleantes", todos culpables sin presunción, todos terroristas...





     Han conseguido, incluso, hasta que nos autocensuremos.
Lo decía el escritor Juan José Millás el pasado marzo de 2018:

    “Desde la censura resulta muy fácil deslizarse hacia la autocensura, que puede a su vez ser de dos clases: consciente e inconsciente. En la primera, uno advierte que está escribiendo algo poco grato para el Gobierno, por ejemplo, y levanta con susto las manos del teclado. Dejemos esto, se dice, no vaya a ser que... En la segunda, en cambio, se reprime sin darse cuenta de que se reprime. Significa que ya no lleva el corsé por fuera, sino por dentro. La línea que separa la represión de la autorrepresión es muy delgada, tanto que nadie percibe el paso del uno al otro lado. Lo cierto es que un lunes se evita hablar de esto, un martes de aquello y un miércoles, de esto y de aquello de forma simultánea. Antes de terminar la semana ya nos hemos convertido en unos tipos dóciles, al servicio del BOE. La sumisión, a medio plazo, produce numerosos beneficios, y no solo de orden económico. Las medallas, los premios oficiales, y las condecoraciones se reparten por lo general entre personas instaladas en la autocensura inconsciente. De ahí que tampoco resulte muy difícil autoconvencerse de los beneficios de la ley mordaza o de los de la reforma laboral.  

     La reforma laboral y la ley mordaza salieron de la misma cabeza. Del mismo molde, cabría señalar. Digamos que desde idénticas concepciones de la realidad. Cada una complementa a la otra, de modo que si protestas por la primera te pueden llevar a la cárcel por la segunda. En realidad, ahora mismo te pueden llevar a la cárcel por un quítame allá esas pajas. Lo increíble es que esas dos leyes pudieran salir adelante en un país con sindicatos de clase y con oposición de izquierdas. Quizá con sindicatos de clase y con oposición de izquierdas en estado de autocensura inconsciente”. **


Foto AFP.


















**(Publicado en El País, el 2 de marzo de 2018)