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miércoles, 17 de octubre de 2018

LA ROSA DE LOS VIENTOS.

Una embarcación de papel atraviesa mi garganta...
adentro bogan dos niños mendigos,
andrajos audaces para despistar al viento
a la brújula al designio de la noche...

                              (Alejandra Pizarnik)


El duelo es un proceso individual, cada cual elabora su dolor como sabe, como puede.

Y en él hay que tomar decisiones.


Una de las primeras suele ser  qué hacer con las pertenencias de la persona que se ha ido.

Lo hice desde el principio, con tu ropa, las medicinas...

Pero quedaba tu bolso, tu pequeño y algo deteriorado bolso donde tus cosas más personales esperaban para salir...


Me costaba... Lo iba dejando ... Y hoy, lo abrí.

Conocía mucho del contenido, no en vano fui tus manos y tus ojos en los últimos años.

Y sin embargo, nunca había descubierto el objeto que ha aparecido ante mí...

     Una brújula de metal dorado,  que al sujetar en mi mano, me hizo pensar que siempre habías sido mi timón y mi ancla, y ahora, además, quizás querías ayudarme  a no perder el norte, a dirigirme por el mejor camino en mi interior habitado de soledades  y que me legabas esta brújula porque es muy necesaria para mí, que sabes que me pierdo en los bolsillos.

Siendo tuya, será la brújula de los valores, esa que nos indica cómo unir nuestros sueños con la realidad, cómo ir sobreviviendo a la tristeza que nos invade ante la contemplación de la devastación que nos rodea...

Seguir esta brújula, esta Rosa de los Vientos que me dejas, será recordar siempre de donde vengo y a donde debo ir.

  Y le pido que me lleve donde no lloren los niños, donde no se oigan los disparos de los rifles, donde no cacen a los lobos, ni aplasten el suelo las orugas de los tanques, donde nos devuelvan "el mar, el monte, el pan y la paz".





Donde dejemos que nos toque el amor,
que permanezca lo mejor de nuestro corazón.

Donde pueda dar las gracias
por este regalo maravilloso que es la vida. 
Y que acepte al fin que ésta tiene etapas, ciclos, 
que hay que cerrar a veces.

Tengo tu brújula, pero seguro que me preguntaré muchas veces  ¿cuál es el mapa?...  ¿Cuál es el mapa, mamá? 
Y me parecerá escucharte decir que los caminos se van dibujando a medida que avanzamos en el viaje, ampliando el horizonte.
 
Estés donde estés, mamá, nunca dejes que pierda la dirección correcta.

Yo intentaré no perder el norte,
aunque sabes que mi brújula siempre deberá apuntar al SUR.









3 comentarios:

  1. Me han saltado dos lágrimas que te agradezco,Mariam,porque es un texto que me toca,tan tan cerca.Muy bello.

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  2. Te quiero Marian que hermosa eres ...

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