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miércoles, 7 de agosto de 2019

DE DRAGONES E HISTORIAS ÉPICAS.

Érase una vez…  

«Il était une fois»…

    Que en un país donde no llevar a los niños al colegio era un delito, existía un lugar donde a algunos pequeños y pequeñas no les dejaban asistir a los mismos ni recibir la educación reglada que correspondía a su edad.

¿Cómo era posible que leyes de rango superior fueran violadas así, con tanto descaro?

¿Cómo lo permitían quienes deberían poner coto a tal desmán?

Foto: José Palazón.
    En ese lugar, Melilla, esos niños y niñas gritaban por las calles que querían ir al colegio, recogían firmas en la plaza y pedían apoyo en las redes sociales para que los indecentes políticos y  los que estaban de acuerdo con sus políticas de exclusión no pudieran seguir negándoles el acceso a la escuela.

Las familias habían conseguido toda la documentación que les pedían, incluso en contra de las propias administraciones, para poder demostrar que los pequeños habían nacido en Melilla, que vivían allí y que habían solicitado empadronamiento, aunque se les denegaba de forma torticera una y otra vez.

    En aquella ciudad había algunas personas justas y buenas, gentes de bien y de paz, sensibles y humanitarias, que se pusieron al servicio de estos chiquillos y chiquillas y sus familias para que la segregación escolar no siguiera consintiéndose.

Foto:José Palazón.
    Y así, todos los días estaban junto a ellos, dándoles una de las mejores clases que iban a recibir en su vida: “Luchar por sus derechos”.  

  Convertidos en guerreros contra una situación de absoluto apartheid, pedían que se cumpliera la ley tal y como se hacía en el resto del territorio nacional. 

     Las familias presentaron recursos, reclamaron y , al fin, se dirigieron al Defensor del Pueblo.

     Y el Defensor intervino.

   Y dejó claro a quien asistía el Derecho y la razón.

    Como nos explicaba JOSÉ PALAZON, una de esas personas buenas que apoyan la causa:  La razón “asiste a los niños y niñas víctimas de la segregación a la que están sometidos desde hace mucho tiempo ellos y sus familias”.

      La mencionada autoridad señalaba en su escrito de contestación que  “el derecho a la educación es un derecho fundamental, recogido en la Constitución Española, en línea con la Declaración Universal de los Derechos Humanos  y la Convención sobre los Derechos del Niño. Esto genera una obligación para los poderes públicos , que han de garantizar este derecho fundamental a todos los niños y niñas por el mero hecho de serlo, con independencia de su situación documental.”


     Así mismo constataba la situación de urgencia y las sentencias que avalan que las dificultades de escolarización que encuentran numerosos pequeños en la Ciudad Autónoma de Melilla “no son conformes con las obligaciones internacionales de protección a la infancia y afectan al derecho a la igualdad”.

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    Parece  que estoy relatando un cuento de princesas, caballeros y dragones, pero no es un cuento.

    Es una historia tristemente real y está pasando ahora mismo.

Foto:José Palazón.
    Y en ella, los protagonistas son algunos pequeños que defienden sus derechos de ciudadanos, de merecedores de esos derechos, contra los caballeros grises que quieren arrebatárselos y despojarles del pedazo de pastel que les corresponde.

     En esta historia, los caballeros grises son mercenarios a lomos de poderosos mecanismos y con ideas medievales , pero que olvidaron lo que es el honor y la lealtad.

      Son aquí los dragones y dragonas los que se han puesto del lado de los niños y niñas, porque ellos saben quienes son los más débiles, los que más les necesitan, y con su poderoso aliento y sus golpes de cola no van a permitir que les roben sus derechos.

      Los dragones de Prodein nos están brindando un gran ejemplo de que la pedagogía es compromiso con la transformación social y con la justicia, para garantizar la dignidad de las personas y de las comunidades.

      Gracias por ello.


Foto:José Palazón.
Foto José Palazón.





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