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sábado, 21 de octubre de 2023

EMPATÍA Y COMPASIÓN.

   


Gracias a Javier Bauluz,  descubrí un texto que escribió Shakespeare sobre los refugiados.

Este autor (1564-1616), es uno de varios que contribuyeron a redactar "El libro de Sir Tomas Moro", aunque se le atribuye a él por la caligrafía.

 Tomás Moro se presenta ante una multitud amotinada que protesta para impedir la entrada a un grupo de inmigrantes. Gritan para que los extranjeros sean desterrados. ¿Les acusaban de robarles los empleos?  

Lo cierto es que pedían la deportación a sus países de origen. 

Hace unos cinco siglos, miles de hugonotes huían de Francia, ante la persecución que el protestantismo sufría en esta tierra, para pedir refugio en Inglaterra. También italianos llegaban y de otros lugares.

No fueron bien recibidos. Muchos les negaron un hogar o los desdeñaron como a perros.  

Contra esto clamó William Shakespeare. 

Escribió un monólogo imaginario para un personaje real, Tomás Moro. 

En boca del filósofo puso una amarga imprecación contra aquellos que rechazaban a los perseguidos de entonces.

¿Os suena esto?

Una voz surge entre los manifestantes y les ruega que sientan empatia y compasión:


   "Imaginad que veis a los desdichados forasteros,

con sus hijos a la espalda y su equipaje humilde,

arrastrándose a los puertos y costas para ser deportados,

y vosotros, sentados como reyes sobre vuestros deseos,

la autoridad silenciada por vuestra trifulca,

y vosotros, ataviados con vuestras opiniones,

¿qué habríais conseguido? Yo os lo diré.

 Habríais probado que la insolencia y la mano dura prevalecen,

que el orden es reprimido; y en ese escenario,

ninguno de vosotros llegaría a viejo,

ya que otros rufianes, a su antojo,

con la misma mano, las mismas razones y el mismo derecho,

os depredarían, y los hombres, como peces voraces,

se devorarían los unos a los otros.

(...)

Humillaréis a los forasteros,

los mataréis, les cortaréis el cuello, os adueñaréis de sus casas,

teniendo la grandeza de la ley bajo control,

para desatarla como a un perro de caza. Digamos ahora que el rey,

que es clemente si el delincuente se arrepiente,

se quedara tan corto ante vuestra gran infracción

como para desterraros solamente. ¿Adónde os marcharíais?

¿Qué país, dado vuestro error, os daría asilo? 

Marchaos a Francia o Flandes, a alguna provincia alemana, a España o Portugal, a cualquier parte que no esté en alianza con Inglaterra, donde no podréis ser sino extranjeros. 

¿Os agradaría encontrar una nación con un temperamento tan bárbaro que, estallando con una violencia espantosa, no os proporcionase un hogar en sus dominios, afilase sus abominables cuchillos contra vuestras gargantas, os desdeñara como a perros, 

como si Dios no fuera vuestro dueño ni os hubiera creado, como si los elementos no fueran en absoluto apropiados para vuestro bienestar, sino un privilegio reservado a ellos? ¿Qué pensaríais si se os usara de esa manera? 

Este es el caso de los extranjeros

y tal es vuestra monumental falta de humanidad".


William Shakespeare / Traducción: Víctor Rico.

Esta obra no llegó a ponerse en escena por miedo a que incitara disturbios entre la población de Londres. 

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 La guerra, la persecución religiosa, el hambre, la miseria, la falta de esperanza en un futuro y otras muchas razones empujaron a algo más de un millón de personas a las puertas de Europa en 2015. 

Una cifra muy pequeña si tiene en cuenta que ese mismo año casi 60 millones tuvieron que huir de sus hogares en todo el mundo. Y a pesar de ello el pasado 8 de marzo  la UE cerró aún más sus fronteras. 


Foto de José Palazon




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Texto en inglés:

The Book of Sir Thomas More, Act 2, Scene 4


"Grant them removed, and grant that this your noise

Hath chid down all the majesty of England;

Imagine that you see the wretched strangers,

Their babies at their backs and their poor luggage,

Plodding to the ports and coasts for transportation,

And that you sit as kings in your desires,

Authority quite silent by your brawl,

And you in ruff of your opinions clothed;

What had you got? I’ll tell you: you had taught

How insolence and strong hand should prevail,

How order should be quelled; and by this pattern

Not one of you should live an aged man,

For other ruffians, as their fancies wrought,

With self same hand, self reasons, and self right,

Would shark on you, and men like ravenous fishes

Would feed on one another….

Say now the king

Should so much come too short of your great trespass

As but to banish you, whither would you go?

What country, by the nature of your error,

Should give you harbour? go you to France or Flanders,

To any German province, to Spain or Portugal,

Nay, any where that not adheres to England,

Why, you must needs be strangers: would you be pleased

To find a nation of such barbarous temper,

That, breaking out in hideous violence,

Would not afford you an abode on earth,

Whet their detested knives against your throats,

Spurn you like dogs, and like as if that God

Owed not nor made not you, nor that the claimants

Were not all appropriate to your comforts,

But chartered unto them, what would you think

To be thus used? this is the strangers case;

And this your mountainish inhumanity.




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