"Nos sorprendemos soñando que los tiburones
no son perjudiciales en todas
las circunstancias".
Inmersa estos días en la clasificación de notas, apuntes, reflexiones y documentos que he ido recopilando y elaborando en Tánger durante la última semana, encuentro el escrito de Lotfi Akalay, enviado por Ahmed Benani, que me ha hecho revivir sensaciones y evocar las cosas que también he visto y, además, sonreir a veces gracias a su maravillosa forma de contar la realidad, al mejor estilo de la sátira social, así como apeciar toda la crítica que conlleva. Lo comparto aquí, traducido, y lo adorno con fotos que acabo de hacer yo misma en esa querida ciudad y sus alrededores.
"Oíd, buena gente, los marroquíes
residentes en el extranjero han llegado! Antes de ser MRE, los etiquetábamos con
la sigla de Trabajadores residentes en el extranjero, TME, pero son menos
numerosos los que trabajan, la crisis obliga,
entonces la T de trabajo se sustituyó por R de descanso (Repos, en francés). Además, a las R de
descanso, el MRE se las encuentra en un
número considerable lo largo de su viaje en la autopista que une Tánger y
Casablanca.
Cuando el MRE desembarca del ferry que viene de Algeciras, grande es su sorpresa porque la primera cosa que nota, es que el aduanero tiene dientes. Nuestro emigrado no se había dado cuenta de eso hasta que, por primera vez en su existencia, ha visto sonreír a un aduanero. Esto es la prueba de que cualquier cosa puede suceder. Pero lo que el MRE todavía no sabe, es que la sonrisa desaparecerá durante la fase de retorno. Su coche será peinado, y detenido por la resina de cannabis disimulada bajo los asientos o en el interior del neumático de repuesto.
Los tres o cuatro primeros días, el
MRE conduce prudentemente su Mercedes de decimocuarta mano. Se detiene en los
stops, en los semáforos de luz anaranjada, deja pasar al peatón que no cree lo
que ven sus ojos hasta el punto de negar a veces la prioridad que le es
concedida de atravesar la calzada, desconfiando y con razón, Consciente de que
el combate del frasco de carne contra el frasco de chapa no produce a la
ventaja de su bidoche. Nuestro MRE mantiene el celo del civismo hasta
estacionarse reglamentariamente, accionar su luz intermitente al comienzo, y todo
esto por temor del policía belga o neerlandés que todavía dormita en las
circunvoluciones cerebrales de su cavidad craneana. Y luego, de la forma más
repentina, una hermosa mañana de agosto,
se despierta sobresaltado. Lo natural se esconde bajo el color cobrizo de su piel, como una urticaria, con una
brusca erupción y extiende su
prurito Made in Morroco (Hecho en Marruecos): " ¡ pero estoy en casa! ¡ En
el país del desorden! ¡ Viva la libertad! " Oh, el caso es que le faltaba
aquella libertad, la libertad, está presente, la que querías allá; los
vagabundos, para la inmensa mayoría enfermos mentales, deambulan por la calle de la Libertad, que jamás ha
llevado tan bien su nombre. Se pasean, con la verga fuera como un cuco suizo,
un sexo mugriento que oscila bajo la influencia de la gravedad como péndulo de
goma para el que la ley de la gravitación no tiene ningún secreto, balanceándose al aire, también libre.
En Europa tales artimañas habrían
sido reprimidas por ultraje al pudor; pero aquí, imposible actuar con rigor por
esta razón evidente de que para parar al infractor, hay que comenzar con tacto. Como
con un cocodrilo. ¿Qué policía se atrevería a poner su mano sobre la espesa corteza de roña de este despojo humano?
Una única solución: dotar a nuestros agentes de la autoridad de una red, como a los gladiadores del Coliséo
bajo el reinado de Tito
Cuando un automovilista levantan el
dedo de la bocina, o es para expedirle un torniscón al pequeño Hicham que
berrea detrás porque se le negó el quinto chocolate Kinder, o es para
limpiarse laboriosamente las profundidades de sus ventanas nasales y depositar sobre el panel de control el
producto brillante una vez, quiero decir reluciente, de su cosecha
nasal. Nuestro valiente MRE verá menos basura a lo largo de las aceras porque,
acudiendo desde las cuatro esquinas del país - que tiene cinco - los mendigos están sentados en la misma. Sí, desde los primeros
calores estivales, Tánger recibió un cargamento importante de mendigos como café fresco 100 % arabicot. Están allí, en cuclillas a los
puntos estratégicos, aglutinados a la entrada de las mezquitas y de las
panaderías, la mano extendida, tartamudeando con una voz lastimera que la ida
para el paraíso se finiquita este
verano, aquí, en Mendicity.
En la playa, la mujer en bikini de una pieza, única, que va desde la parte superior
del cráneo hasta debajo de los tobillos, permanece inmóvil, envuelta de pies a cabeza
con una tela de un tejido que tiene la
alegría de la mirada de un pequeño Kosovar que se entera de que es huérfano.
Bajo el quíntuple ojo vigilante de su Serbio-Hutu-Israelín-Afrikaner-Taliban de
marido, ella no deja aparecer por el estricto diminuto microscópico para no morir de
asfixia, más que la nariz, la boca y, accesoriamente, los ojos si el Señor es liberal.
Cada verano la bahía de Tánger se se transforma en la bahía de Kabul.
Mientras que su capotable esposa
vigila su camada de niños, el marido, barbudo feliz, con su negro vellón ofrecido
al sol, se lanza zambullida tras zambullida. ¡ Ah! Que más da que el agua esté
fría cuando se es un jefe, un patrón, un hombre en suma. Hace lo que quiere,
y su mujer, que exactamente tiene los mismos derechos que él, hace, también, lo que él quiere. Sólo los incrédulos
hacen de la mujer un simple objeto de placer, mientras que la suya es mucho más que esto, ya que se considera que es a la vez su criada, su modista, su cocinera, su lavadora, su planchadora y, por último pero no menos
importante, su montura. ¡ Hay que saber
unir lo útil con lo agradable, que diablos!
En su prisión de
algodón-polyester-viscosa, la mujer del barbudo sudando copiosamente, con los ojos clavados
sobre la arena fina. Prohibición absoluta bajo pena de paliza bien merecida, de
chocar de frente la mirada lúbrica de los hombres porque Satanás, que dormita
en cada una de estas solapadas criaturas, sería capaz de incitarle a contemplar
con ojos golosos el torso velludo y
musculoso de los veraneantes. El barbudo resopla en las ondas azules, levanta golpes
de mar de espuma blanca y se aleja a gran
velocidad hacia el mar abierto con un
estilo mariposa frenética. Nos sorprendemos soñando que los tiburones no son perjudiciales en algunas circunstancias
Ocurre que la barbeta entoldada es
autorizada a sumergir en el mar su cuerpo hasta el cuello. Cuando sale del agua,
el tejido está pegado voluptuosamente a su piel desnuda bajo su atavío,
ofreciendo a la vista del público hasta la menor sinuosidad de sus curvas de hembra.Las tetas, los pliegues más íntimos
y todas las hendiduras de su anatomía se exhiben con tanta evidencia como los más
atrevidos de las películas clasificadas X.
Una niña de edad de siete - ocho años hace flanes de arena dando chillidos alegres. Risueña y festiva por cuántos veranos todavía antes de que una capa textil, una mortaja semejante a la de su madre, venga recordarle que tiene la desgracia, incurable handicap congénito, de ser chica y pronto mujer en el país de los hombres, aquí y a perpetuidad sin esperanza de remisión.
Una niña de edad de siete - ocho años hace flanes de arena dando chillidos alegres. Risueña y festiva por cuántos veranos todavía antes de que una capa textil, una mortaja semejante a la de su madre, venga recordarle que tiene la desgracia, incurable handicap congénito, de ser chica y pronto mujer en el país de los hombres, aquí y a perpetuidad sin esperanza de remisión.
Haz pasteles de barro, niña, diviértete mientras tengas el pecho plano, lejos del peligro que te espera para preservarte de la feminidad que ya patea con
impaciencia a las puertas de tus ocho años. Tienes todavía unos pocos, antes de ser declarada apta para
el consumo del
macho. Ve allá, mi pequeña, persigue tu gorjeo como un arroyo que fluye sobre
las piedras, apresúrate a aprovechar al máximo la felicidad estival del mar y del sol, hazlo
rápido, rápido, porque la cuenta atrás ha comenzado. ¿Pero lo sabes, criatura feliz e inocente? Corre para hacer
zambullidas en esta agua que envuelve tu cuerpo endeble e inútil, incomestible
porque es aún asexuado, el agua maravillosa del estrecho de Gibraltar, el agua
a la cual todavía tienes derecho, una agua donde se entrelazan milagrosamente
las tres corrientes, las de mi Mediterráneo, del Atlántico, y la de las alcantarillas que vierten
generosamente en la bahía todo el vaciado humano e industrial de este radiante y
sin embargo común día de verano en Tánger".
Lotfi Akalay.
* Fotos: 24 junio/ 01 julio, 2012. Marian del Toro. Tánger y alrededores.
Lotfi Akalay.
* Fotos: 24 junio/ 01 julio, 2012. Marian del Toro. Tánger y alrededores.
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