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viernes, 1 de marzo de 2013

CONFIESO QUE HE VIVIDO.





MARRUECOS EN EL CORAZON:

          Sabeis que este país está arraigado en mi con fuertes raíces. Que voy en cuanto puedo, y que mi relación con gente de allí es muy estrecha. 

            Por eso hoy quiero que conozcais el relato de este joven marroquí, amigo querido con el que el año pasado compartí experiencias importantes, porque con sus propias palabras nos va a narrar cómo empezó el movimiento 20 de Febrero en su lugar.  El ha necesitado desahogar mucha pena y mucha tristeza, quizás también decepción, y reunir muchas fuerzas para contarlo, a pesar del riesgo que supone hacerlo.
Os dejo con él:

Me sorprendieron mucho los rumores lanzados por las autoridades marroquíes contra éstos jóvenes que iniciaron el llamamiento a la protesta y en los que se les etiquetaba de que eran gais, maricones, homosexuales, espías para países extranjeros, etc. Todo ésto se dijo para que la gente no se implicara y no respondiera ante éste llamamiento convocado por parte de ellos. Como de costumbre, por la tarde me fui a tomar un café con uno de mis amigos y durante nuestra conversación, surgió el tema y le pregunté por la opinión que tenía acerca de la protesta que tendría lugar el 20 de febrero. La respuesta fue totalmente inesperada, acompañada del exalto y de una ferviente oposición, por lo que, espontáneamente,  le pregunté sobre el por qué de ésa reacción, ¿acaso éstos manifestantes no son también marroquíes que protestan para exigir mejores condiciones de vida en Marruecos tanto a nivel social como político, tal como expresa éste comunicado? Pero mi amigo tenía otro punto de vista  y me dijo de que el día 20 de febrero habría una celebración anticipada del aniversario del Frente Polisario y que si tomábamos las calles en esa misma fecha, estaríamos de una forma u otra en contra de la unidad del territorio nacional. Intenté convencerle de que éso sólo eran justificaciones que le habían metido en la cabeza, que no eran reales, que formaban parte de los rumores lanzados por las autoridades de seguridad para que la gente no saliera a manifestarse y a reclamar sus derechos.
Cuando empezaron a aparecer vídeos en las redes sociales y al observar que varias ciudades confirmaban su participación en las manifestaciones convocadas para el día 20 de febrero, quedé con un grupo de amigos con los que compartía una formación común desde hacía años. Formaban parte de la Asociación Marroquí de Derechos Humanos (AMDH) y también eran miembros de partidos políticos. Mientras charlábamos un poco sobre distintos temas, me comunicaron que ellos también iban a participar en la protesta, entre ellos había médicos, abogados, maestros... Finalmente decidí unirme a ellos y protestar por lo mismo, pidiendo que se juzgara a aquellos que han robado toda la riqueza de mi país, y cuando me despedí de ellos para regresar a mi casa, uno de ellos se me acercó dirigiéndose a mí en voz baja, y me pidió que tuviera cuidado porque todos nuestros pasos estarían controlados, en aquel momento pensé que exageraba.
Al día siguiente, recibí un mensaje en mi móvil, era una invitación para asistir a una reunión en la que se concretaría el trayecto por el que pasaría la manifestación. Llegué a tiempo para la reunión, la cual tuvo lugar en una de las organizaciones que pertenecen a la coordinación de apoyo al Movimiento 20F en Tánger. Las puertas estaban cerradas y había un grupo de jóvenes cerca de ellas. Me quedé quieto en mi sitio, viendo ésas caras que me miraban de manera extraña y en ése momento me acordé de lo que me advirtieron “ten cuidado”. De repente vi a mi amigo en medio del grupo, lo llamé en voz alta para romper ese silencio terrible que prevalecía en aquel lugar, me acerqué y le saludé. Algunos sonrieron diciéndome: "pensábamos que eras de la secreta" y al pasar unos minutos empezamos la reunión.
Notaba el miedo en la cara de todos los presentes en la sala. Nos conocíamos unos a los otros ya que no se permitía entrar a cualquier persona que no conociera al menos a dos personas de los que estaban allí, para que pudiera acceder a la reunión bajo su responsabilidad. Teníamos que apagar todos los móviles y separar sus baterías para así depositarlas en una caja que se encontraba en otra sala para evitar que alguien hiciera fotos o grabara cualquier cosa de lo que se acordada en la reunión. Se podría decir que era como los que luchaban en secreto, pero sin armas. Y por fin llegó la hora, el día de la protesta que convocó
 el Movimiento 20 de febrero.

Una gran multitud de ciudadanos tomaron las calles de Marruecos, sentí algo no había sentido antes, entre una mezcla de alegría y tristeza. Dieron comienzo las marchas y se oía a los manifestantes gritando en una voz cada vez más alta: "el pueblo quiere derrocar a la corrupción". Pasaban por la gran mayoría de las calles de la ciudad hasta llegar a la actual Plaza de las Naciones tal y como estaba planificado; leyeron el manifiesto al final de la manifestación y dieron otra fecha para para volver a tomar la calle en el plazo de una semana. Pero una desconcertante pregunta obsesionaba a todos los manifestantes, ¿cómo es posible que las autoridades marroquíes de pronto permitan que la gente salga a protestar? Todas las calles estaban vacías, no había ni un sólo policía, ni siquiera los de la circulación de tráfico... Parecía obvio que su ausencia no era una buena señal, y todo el mundo decía que ésto era como el silencio que viene antes de la tormenta. Sólo un par de horas después del final de la protesta, el régimen marroquí decidió no quedarse con las manos cruzadas ante quien trata de sensibilizar a la gente explicándoles sus derechos otorgados por la Constitución y la libertad de expresión, por lo que aprovecharon la presencia de los manifestantes y prendieron fuego dentro de las agencias bancarias, destrozaron tiendas, discotecas, coches, etc... Lo hicieron para justificar una serie de detenciones en masa, sin diferenciar entre culpables e inocentes, no se salvaron ni siquiera los enfermos mentales que iban por las calles y que con gran rapidez fueron sometidos a juicio. Algunas sentencias alcanzaban los 10 años de prisión, y ésto hizo evidente el mensaje que el régimen quería transmitir: la participación en la protesta tendría una sanción de 10 años de prisión. Ello difundió el miedo. Más adelante, empezaron con una serie de rumores que contaban que los manifestantes tenían la intención de transformar la ciudad de Tánger en una especie de Kandahar por el terrible destrozo que sufrió, pero los ciudadanos sabían que su ciudad, al igual que otras ciudades, estaban siendo víctimas de un grupo de soldados secretos con teorías conspirativas y que la falta de seguridad en aquel momento se debía a las órdenes de los órganos superiores, para que pudieran vengarse de los manifestantes y acusarles por cargos ya preparados con antelación y así, finalmente, llevarlos a la cárcel.


Comenzó el juego y todos somos conscientes de que el cambio o es un sueño muy difícil de cumplir o es una pesadilla, pero algo que se hallaba en nuestro interior nos decía que hay que seguir adelante y no darse por vencido. Tras  varias reuniones, decidimos seguir con la organización y continuar hasta lograr una respuesta a las demandas por las que salíamos a la calle. Las autoridades se dieron cuenta de que nada y nadie es capaz de frenar nuestra lucha contra la corrupción y la tiranía, por eso tomó la iniciativa y empezó a imponernos una ley que prohibía las reuniones y las manifestaciones en la calle. Ésta orden fue denegada por parte del Movimiento 20F, sobre todo porque era algo ilegal ya que la constitución permite las manifestaciones pacificas; por ese mismo motivo habíamos decidido salir a protestar, pero las fuerzas de seguridad de Tánger echaban de menos los viejos tiempos (años de plomo) para tener que aplicar “ la letra con la sangre entra" contra una nueva generación que sueña con la dignidad, la libertad y la justicia social.
Una vez llegados al lugar de la protesta, parecía reinar la guerra, casi no podía creer lo que estaban viendo mis ojos; parecía un desfile del ejército, de las fuerzas auxiliares y la gendarmería ¡había hasta bomberos!. Era evidente que estaban planeando hacer una carnicería contra ciudadanos desarmados, pues su única arma era la fe en sus demanda, así que la primera consigna dio la orden a las fuerzas de reprimir a los manifestantes mediante el uso de todos los medios de represión (palos de madera y otros plásticos...), además de patear a todo aquel al que alcanzaran, no les importaba lo más mínimo si se trataba de un menor o un mayor de edad, hombre o mujer.






No dispersaron a los manifestantes tal y como se habían dado las órdenes, nos estaban vengando teniendo en cuenta que el domingo era el día libre para la mayoría de ellos (los agentes de seguridad) y que no podrían descansar por culpa de las manifestaciones. Eso nos convertía en enemigos suyos, es lo que me dijo un agente cuando me detuvo y me llevaron a la comisaría. Cuando me arrestaron por primera vez (no puedo describir lo que se puede experimentar por un momento durante la detención y la presencia en la comisaría), a mí me recibieron con una patada en la cara y me pusieron a dormir en el pasillo con un grupo de jóvenes, ancianos y niños, acostados con la cara hacia abajo para pasar así, pasar por encima de nuestras espaldas. Eran como máquinas humanas que actuaban sin la menor piedad. De repente gritó a mi lado una mujer después de que le hubieran pateado fuertemente su barriga, causándole así un aborto involuntario

           En ese momento, me pareció que ése lugar no era mi lugar y que el tiempo no estaba a favor de mis tiempos. Hasta que llamó a mi puerta un libro de Pablo Neruda y sus líneas (Confieso que he vivido). Las palabras eran mucho más que eso, revivieron en mí una tierra totalmente muerta. Palabras que despertaron en mí una pasión por escribir sobre mi experiencia, para que no se perdiera entre mis secretos, vi a Pablo Neruda ofreciéndome una pluma y recordé cuando dijo "Puedo escribir los versos más tristes esta noche"...Sentí que vivía la vida para contar mi historia. Y desde ese día, como Pablo Neruda, puedo confesar que he vivido.


MUSTAPHA EL-MAAROUF|  TÁNGER


4 comentarios:

  1. Mil gracias por compartir tu experiencia, mil gracias por hacernos ver al resto del mundo que la libertad no es gratis y por darnos a conocer la situación de tu país. Ánimo, no desesperes, fuerza porque la libertad tiene un precio y nunca se escribió nada sobre los cobardes.

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  2. Mil gracias por compartir tu experiencia, mil gracias por hacernos ver al resto del mundo que la libertad no es gratis y por darnos a conocer la situación de tu país. Ánimo, no desesperes, fuerza porque la libertad tiene un precio y nunca se escribió nada sobre los cobardes.

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  3. Esto me hace valorar aún más el trabajo de muchas de las personas que he conocido en estos días, no solo por lo que se entregan, sino por lo que arriesgan con su actitud. Para mí es un orgullo haber compartido por unos días, un huequecito en el bando de los valientes.Shokran

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  4. Mustapfa venceremos, porque los buenos somos mas poderosos en numero y la union contruye una fuerza dificil de derrotar!
    Diría que tu experiencia es un granito de arena pero realmente es una duna, porque solo se puede ayudar a traves de la concienciacion y el mundo debe saber esto.

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