Si ya no puedes regresar a tu orilla izquierda, déjate llevar a donde sea.
Sería bueno olvidarse del brocal del pozo y aventurarse en el río subterráneo. El día de ayer se ha ido y el que tú fuiste ayer. No trates de levantar del polvo ese amor, porque sólo levantarás jirones y sombras. Enséñale a tu corazón a caminar de nuevo, como a un niño de meses. Te dije estas cosas y respondiste: -Es que soy la costumbre. He tomado veneno todos los días, y me hace falta.
¿Qué droga tremenda es el amor?
De: Jaime Sabines
Otro recuento de poemas (1950-1991) |
Al fin, dio un paso adelante… pero ¿hacia dónde?

Pero los síntomas del deterioro son tan evidentes, que al llegar, tal vez temerosos los técnicos de que se les fuera allí mismo, la enviaron en una ambulancia hacia el hospital…
Ingresada, como nosotros queríamos, como dices tú también, aunque es verdad que no te dejabas… ¿Quién sabe realmente qué pasa por tu cabeza?

En este círculo de engranajes en el que habitamos, ése denominado “sociedad”, donde se bebe sangre humana a cada instante y nos arrancan el corazón a dentelladas para deshumanizarnos, se que tuviste miedo algunas veces. Y también frio, y dudas, y soledad… ¡Tanta, tanta!
Aunque anduvimos recorriendo bares llamados Derrota, donde brindamos también por la mala suerte, al final estabas tú y tus callejones… Caminamos por sitios donde yo solamente podía ver un agujero negro.
¿Qué razones había?
La razón de quien se mete auroras boreales por las venas mientras recorre un viaje de odiseas hacia su Itaca particular.
Tengo miedo, porque el tiempo se acaba… y pienso que ha de ser así, es lo previsto, lo innegociable con la vida… ¡Pero me cuesta tanto aceptarlo!
Te miro a los ojo y veo otra cara:
La de ese Dios, loco y eterno, ajeno, y que lo confunde todo sin parar de reírse…
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